Por Jorge Frías (*)
Trabajan con campesinos, campesinas e indígenas de todo el territorio nacional. Y se enteraron por mail que el 31 de marzo se quedan sin trabajo. Se trata de los más de 1500 trabajadores y trabajadoras de la Secretaría de Agricultura Familiar. En Buenos Aires, esperan desde hace días que los atiendan los nuevos funcionarios. Mientras que en Chaco ya se realizó una semana de permanencia pacífica para denunciar el vaciamiento.
Desde hace ya prácticamente una semana que siento como golpea en mi pecho: tum-tum, tum-tum, tum-tum… pero hoy es más fuerte. Se confunde y entra en ritmo con los tambores de los amigos y amigas que vieron a acompañarnos. Hace 43 años que el corazón late, pero nunca como hoy. Es como si quisiera dejarme bien en claro que no solo es emoción ese palpitar. Como si quisiera avisarme que estoy vivo. Pero no vivo de permanecer y transcurrir, sino vivo para luchar. Vivo para honrar la vida, y para honrar a aquellos compañeros y compañeras de la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF) que están durmiendo en la calle en Buenos Aires, porque un funcionario que no tiene en claro lo que les va a decir no se decide a recibirlos para explicar por qué va a dejar sin trabajo a 1522 trabajadores que son los responsables de llevar las políticas de Estado a uno de los sectores más vulnerables, como lo es el de la agricultura familiar.
Además, en la semana un hubo un acto distinto aquí en el Chaco. Fue la culminación de la permanencia pacífica de los trabajadores y trabajadoras de la Secretaría de Agricultura Familiar en sus puestos de trabajo durante cuatro días, con peñas, radios abierta y acto reivindicatorio sus tareas laborales.
La que pasó fue una semana particular. Porque finalmente hicimos lo que nunca nos había interesado. Casi por obligación lo hicimos: tuvimos que salir a hablarle a la gente de nosotros. Tuvimos que contarles en qué consiste nuestro trabajo junto a las familias campesinas. Salimos a explicarles que no somos ñoquis. Que a lo sumo podemos ser un poco verduritas, pero no ñoquis. Porque precisamente, lo que la gente come diariamente en sus almuerzos y cenas son las verduras, las carnes, los lácteos y productos de nuestro trabajo junto a las familias campesinas e indígenas de todo el país.
Y ahora nos quieren echar de la Secretaría de Agricultura Familiar, tras 22 años de trabajo con el campesinado y los pueblos originarios.
La Secretaría de Agricultura Familiar que se inicia como Programa Social Agropecuario (PSA), que en el año 2008 el ex ministro de Agricultura Norberto Yahuar da por finalizado para crear -en ámbito del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca- la Subsecretaría de Agricultura Familiar. Finalmente en 2012 la elevan de categoría y la pasan a Secretaría de Agricultura Familiar. Hasta el día de la fecha, en que pretenden vaciarla.
En esos 22 años, muchos técnicos y técnicas recorrieron los territorios construyendo organización, desarrollando las producciones y acercando esperanzas. Era un trabajo remunerado, sí… pero militante.
En el Chaco, tenemos once equipos distribuidos en todo el territorio provincial con una lógica de construcción multidisciplinaria. Los hay ingenieros agrónomos, médicas y médicos veterinarios, licenciados en Trabajo Social, comunicadores sociales, operadores en Psicología Social, licenciada en Ciencias Políticas y compañeras y compañeros idóneos en diferentes temas que hacen a las producciones agropecuarias campesinas e indígenas. Ahora quieren hacer creer que todos son ñoquis para generar el estado de ánimo social que posibilite el despido masivo.
Los compañeros y compañeras de todo el interior provincial viajaron la semana pasada hasta Resistencia para sostener juntos esta medida teniendo que dejar a sus familias por varios días. Y ayer, jueves, redoblamos la apuesta: una decena de delegaciones de la SAF de todo el país se suma activamente al plan de lucha para sostener los puestos de trabajo; pero también para denunciar la situación de abandono que sufrirá el sector de la agricultura familiar ante el desfinanciamiento que se viene realizando.
La agricultura familiar es un sector productivo que cumple un rol fundamental en la provisión de alimentos, con una fenomenal potencialidad para abastecer nuestras localidades con productos sanos y a precios justos. Trabajamos en la organización y creación de ferias francas a lo largo de todo el territorio provincial, en el rescate y mejoramiento de semillas variedad, el acceso al agua, el asesoramiento y capacitación técnica para la producción agropecuaria y la organización del sector de la agricultura familiar. Y lo queremos seguir haciendo.
Los testimonios de las y los trabajadores
Darío. ¿Que cuáles fueron mis tareas de los últimos años? No sé por dónde empezar… 20 años trabajando con los campesinos de mi zona, cuando nadie trabajaba con ellos, cuando no había ningún organismo que trabaje con el sector. Yo me iba casa por casa para hablar con las familias. Me costó mucho trabajo que entiendan que lo mejor era organizarse y juntos trabajar para mejorar su situación. Mucho tiempo llevó que comprendan que eso los iba a llevar a su autonomía y a no depender de los gobiernos de turno.
Lo que más bronca me da es que nos tratan como ñoquis, pero nadie habla de cuando pasaban meses sin pagarnos o cuando tenía que poner no solo mi vehículo sino también el combustible para poder llegar a las comunidades rurales. De eso nadie habla. ¡Y ahora de pronto somos todos ñoquis! Todo eso me da mucha bronca, pero no los voy a dejar que hagan lo que quieran conmigo. Yo tengo dos hijos que van a la escuela primaria y aunque me cueste, a ésta la voy a pelear porque aunque sea ese ejemplo les voy a dejar a mis hijos: que voy a defender mis derechos y el futuro de mis hijos.
Marcelo y Gilda. Los dos trabajamos en la Secretaría de Agricultura Familiar desde hace doce años. Estuvimos diez años trabajando en el norte de la provincia del Chaco, en la localidad de Tres Isletas, pero luego tuvimos que pedir el traslado a otra zona más cercana a Resistencia porque Gilda y nuestro hijo menor tienen algunos problemas de salud y necesitábamos estar más cercas de centros especializados de salud. Además, cuando nos mudamos vendimos nuestra casa en Tres Isletas y sacamos un crédito hipotecario para poder construir nuestra nueva casa porque con el dinero de la venta no nos alcanzaba. Estamos endeudados. Y ahora nos quieren echar a los dos juntos y dejarnos sin trabajo.
Marisa. Vivo a 600 km de la capital del Chaco, en la zona que llaman Impenetrable. Vivo sola y desde hace 16 años trabajo en la Secretaría de Agricultura Familiar. El pueblo donde estoy se llama Misión Nueva Pompeya. Históricamente tuvimos problemas de acceso al agua para consumo humano y animal, porque las aguas subterráneas tienen mucho arsénico, pero nos arreglamos cosechando agua de lluvia… aunque no llueve mucho.
Soy ingeniera agrónoma y no es fácil para una mujer trabajar en esa zona porque es una zona muy inhóspita, con una cultura sumamente machista y con muchos conflictos entre las comunidades campesinas y las comunidades wichí.
También trabajé mucho para que la gente se empodere, y obviamente, se tocan intereses de algunos poderosos. Eso también me valió muchas persecuciones y algunos juicios. Pero aquí estamos de pie, defendiendo nuestro trabajo.
(*) Comunicador y técnico de la Secretaría de Agricultura Familiar, delegación Chaco.