Por Leandro Albani. Los presidentes y representantes diplomáticos de ocho países islámicos se reunieron este jueves en Islamabad, Pakistán, para abordar diferentes temas, con un telón de fondo marcado por los masivos bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza que, en apenas una semana, dejaron como saldo más de 160 muertos.
Aunque se esperaba que la discusión sobre la cuestión palestina estuviera en la declaración final, los participantes de la Cumbre del grupo D-8 tuvo un tibio llamado a promover la “paz, la democracia y el diálogo” en la región.
Además del presidente paquistaní Asif Alí Zardari, en el encuentro se escucharon las posturas de Irán, Turquía, Egipto, Bangladesh, Malasia, Indonesia y Nigeria.
En su intervención durante la Cumbre, el mandatario iraní Mahmud Ahmadineyad tuvo la posición más crítica con respecto a Israel, al que denunció por violar los derechos humanos de los palestinos. El Jefe de Estado persa señaló que los pobladores de Gaza y Cisjordania “se ven obligados a emigrar a otros países o sufrir bajo torturas en las cárceles de los sionistas”.
Antes del encuentro era sabido que en temas como Palestina y Siria se encontrarían posturas diferentes y contrapuestas. En el caso sirio, Irán representa a un grupo de naciones que han denunciado la injerencia extranjera en ese país árabe y buscan una salida pacífica al conflicto interno que lleva 20 meses. Por otro lado, se encuentra Turquía, donde su gobierno apoya abiertamente a los grupos opositores armados, otorgándoles financiamiento para de esa forma derrocar al presidente Bashar Al Assad.
A esto se suma que si bien todas las naciones participantes en la Cumbre han levantado sus voces en contra de la invasión militar contra Gaza, el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, que gobierna en la Franja, ha mantenido una posición discreta con respecto a Siria, sobre todo por sus vínculos con los Hermanos Musulmanes, quienes encabezan las acciones contra Damasco. Igualmente, la dirección de Hamas ha agradecido a Teherán por su cooperación, apoyo y envío de armamento para defenderse de los ataques de Tel Aviv.
En el documento final de la Cumbre del D-8, los países miembros del bloque hicieron un llamado a cambiar el funcionamiento de los organismos internacionales, estrechar los lazos entre las naciones islámicas y alcanzar la plena seguridad y trabajo para los pueblos.
“Tenemos que hacer crecer a nuestras economías y proporcionar a nuestros pueblos trabajo y seguridad”, declaró el presidente paquistaní Asif Alí Zardari.
Los mandatarios y representantes coincidieron en unir esfuerzos para “afrontar desafíos globales” como la actual crisis económica o situaciones de inseguridad alimentaria y energética. También llamaron a “cambiar la arquitectura de órganos de gobierno global” hacia una perspectiva cercana “a los países en vías de desarrollo”.
Con respecto al funcionamiento de los organismos internacionales, Ahmadineyad alertó sobre “la discriminación actual que aplican las potencias mundiales y otras organizaciones internacionales como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Para el mandatario persa, esto tiene como consecuencia “una desnivelación económica dentro de muchos países”.
Un punto que no puede pasar desapercibido es la reunión bilateral que mantuvieron los Jefes de Estado de Pakistán e Irán, donde redoblaron sus esfuerzos de cooperación. Islamabad y Teherán en la actualidad tienen firmados acuerdos en diversos ámbitos industriales, económicos y culturales, y en junio de 2010 suscribieron un convenio para la construcción de un gasoducto entre ambas naciones con el objetivo de exportar gas natural a territorio paquistaní.
El acelerado acercamiento de Irán a Irak y Pakistán muestra las pujas en Medio Oriente, teniendo en cuenta el peso de Estados Unidos en esos dos países. Hace apenas unos años atrás, era impensado que Teherán podría estar recabando fuertes apoyos del gobierno iraquí o tener posiciones comunes con el Ejecutivo paquistaní, que en el último tiempo ha elevado sus críticas contra Washington.