Por Ilka Oliva Corado – @ilkaolivacorado
Una mirada del deporte más lindo del mundo desde el prisma del lugar que ocupan las mujeres en él. La reivindicación de Marta Vieira da Silva, ganadora de cinco Balones de Oro, y con menos lugar en la prensa que un jugador del Ascenso. ¿Que no dejamos que suceda en tribunas y campos de juego?
Hace unos días la noticia de Messi y su quinto Balón de Oro le dio la vuelta al mundo. El mundo lo celebró. Sin embargo, mucho antes que Messi, la brasileña Marta Vieira da Silva los había ganado, convirtiéndose en la primera jugadora del mundo en ganar cinco balones de oro en la historia del balompié, hazaña que ningún hombre había logrado. Sin embargo, el mundo guardó silencio, no hubo festejo alguno. No fue perseguida por periodistas y paparazzi, y nadie la creyó sobrehumana. Quien no ha visto jugar a Marta se ha perdido de una de las maravillas humanas de los últimos tiempos: calidad, talento, magia y entrega en su máxima expresión. Una obra de arte que embelesa. Marta, con un balón de fútbol en los pies, es la esencia de un poema. Pero es mujer y en esta sociedad patriarcal las mujeres en el mundo de los deportes siguen siendo invisibilizadas y mucho más en disciplinas de contacto como lo son el balompi, karate, judo, taekwondo, triatlón, boxeo, atletismo.
Misoginia made in FIFA
La simple ceremonia de la FIFA y el Balón de Oro en fútbol femenino es un claro ejemplo de lo imperceptible de la mujer en el deporte más hermoso del mundo. En esta reciente edición, el Balón de Oro lo ganó la estadounidense Carli Lloyd. Quien disfrutó el reciente Mundial Femenino de Fútbol sabrá que había calidad entre las jugadoras de todos los países participantes como para que cualquiera de ellas se ganara el balón. El reconocimiento a entrenadora del año se lo llevó Jill Ellis. Sin embargo, el mundo celebró a Luis Enrique y a Messi.
¿Cuánto ha aportado el fútbol femenino a la equidad de género en esta sociedad patriarcal? ¿Cuánto ha aportado en derribar prejuicios y estereotipos? ¿Cuánto a la salud emocional y física de millones de niñas, adolescentes y mujeres? Porque el fútbol es eso: es pasión, adrenalina, entrega y amor. El balompié cambia los papeles y coloca a la mujer como ente activo, en equidad; en cambio el patriarcado y la misoginia la coloca como objeto sexual, tal es el caso de las edecanes y todo lo que tiene que ver con el mundo de las promociones deportivas, la margina también como simple espectadora. Todo lo que rodea el fútbol desde el patriarcado, también la violenta, tal es el caso de la trata con fines de explotación sexual que se eleva cuando está por disputarse un clásico o un torneo internacional del nivel de la Copa del Mundo. El enfoque siempre es el hombre, y la mujer como entretención (a todos los niveles): hay que brindar placer sexual al espectador que cuando sale del estadio va en busca de lo exótico para celebrar el triunfo o para apaciguar la derrota.
Es inconsecuente, inhumano y retrógrado que el balompié siga siendo un tema tabú y se le niega la oportunidad de practicarlo al género femenino. Bajo la consiga patriarcal que dicta que es un deporte excluso de hombres. No hay nada en este mundo que sea solo de hombres o solo de mujeres (salvo parir); esas son normas que ha impuesto el patriarcado desde su misoginia. Un atraso cultural solapado por todos como sociedad. El mismo derecho tienen los hombres como las mujeres de practicarlo.
A esta invisibilidad contribuyen los padres de familia, la comunidad, docentes de escuelas, (porque el balompié forma parte de la Educación Física y funciona como medio) entes deportivos de cada país como las federaciones de fútbol y el Comité Olímpico. Y a nivel internacional, la corrupción desmedida y el patriarcado a todo vapor de la FIFA, ente que durante tantas décadas quiso tapar el sol con un dedo, negándoles participación y proyección a las mujeres en los campeonatos federados. Todos inmersos en esa burbuja rancia que ve y hace de las mujeres un objeto, que las cosifica, minimiza, excluye, violenta y señala conforme su identidad sexual. Sí, en disciplinas como el fútbol bajo las garras del patriarcado, la mojigatería y la doble moral, la mujer lleva las de perder siempre, porque si en caso llega luz a ella es debido a su identidad sexual, desvalorizando por completo su capacidad, su aporte, su integridad como ser humano y su talento deportivo. Hacen de su identidad sexual el cimiento para toda crítica que la desvalorice.
En la última década la FIFA ha comenzado a abrir espacios pero siempre con migajas: ¿Cuánto invierte la FIFA en el fútbol masculino y en el fútbol femenino? ¿Cuánto es el salario de un árbitro y de una árbitra? ¿El hospedaje? ¿Las canchas? ¿El recurso humano y material? Un punto muy importante y cuestionable es el campo sintético en el que jugaron este reciente Mundial Femenino, incapacitado en su totalidad para la salud física y emocional de las jugadoras. ¿La FIFA permitiría realizar un Mundial Masculino en campos sintéticos? Jamás. Pero la FIFA solo es la punta del témpano de esta sociedad patriarcal mundial, lo cual no la excusa de su responsabilidad.
Jugadoras desde chiquitas
Saliéndonos un poco del deporte a nivel élite, esta realidad de miseria nos cuestiona, ¿qué hacemos nosotros como sociedad para derribar los estereotipos en cuanto a la mujer y el fútbol? ¿Seguimos creyendo que su participación en deportes de contacto debe ser prohibida? ¿La vuelve menos mujer practicarlos? ¿En qué sentido? ¿Es menos mujer alguien que practique fútbol a alguien que practique ballet o nado sincronizado? ¿Qué haremos con las miles de niñas que quieren jugar fútbol en lugar de muñecas y cocinita? ¿Nos atreveremos a seguir cortando alas? ¿Seguimos negando la capacidad de una mujer para dirigir juegos de hombres, como entrenadora, personal médico, preparadora física, árbitra? ¿Por qué no negamos la capacidad de los hombres en juegos de mujeres? En países en desarrollo siguen siendo hombres los encargados de todo lo que tiene que ver con el fútbol femenino: ¿acaso aún no es tiempo de abrir las puertas a la participación de la mujer? Una mujer es cuestionada en su capacidad si se viste de árbitra, pero es aplaudida si entra al terreno de juego como edecán. Y qué decir de las compañeras sentimentales de los jugadores, que el papel que ocupan en todo esto es el de musas, el de maniquíes, que respiran y viven por ellos, que sueñan por ellos, que viven la vida de ellos y no una propia. Que existen en torno a ellos. Una frustración personal porque siempre será la esposa, la novia, la compañera de. Siempre serán el trofeo de exhibición.
¿Qué hará el Ministerio de Educación con el fútbol como medio en las clases de Educación Física? ¿Qué hará como con él como herramienta en actividades extracurriculares? ¿Qué hará el Ministerio de Cultura y Deportes con esta disciplina deportiva y la participación de la mujer? ¿Qué hará la televisión mundial y las marcas deportivas y todo lo que rodea al deporte más hermoso del mundo?
Y nosotros y nosotras, simples mortales, ¿qué haremos desde nuestros lugares para que el fútbol deje de ser tema tabú en cuanto a la participación femenina se refiere? ¿A qué carencias, insultos, barreras se tiene que enfrentar una niña, adolescente o mujer para practicar el fútbol? Un deporte hermoso, que nos llena de alegría, que nos alienta con su pasión, con sus poemas sueltos en cada gol, en cada jugada magistral, en cada campeonato. Ese deporte que nos logra reunir, que nos hace gritar, saltar y brindar, con el que festejamos la pasión de pasiones. ¿Con qué derecho excluimos y negamos la participación de la mujer como ente principal?
Posdata: para todas las niñas allá afuera, las adolescentes y mujeres que vivan, sueñen, y coman fútbol, no permitan que nadie, que absolutamente nadie les arrebate el anhelo. Que nadie les corte las alas, que nadie las excluya de vivir la pasión del deporte más hermoso del mundo.
Nota publicada en Somos Una América- Abya Yala (somosunamerica.org)
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