Por Colectivo Colombianos al Sur. Manuel Rozental fundador del Tejido de Comunicación y Relaciones Externas de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte de Cauca (ACIN) habla del acuerdo de paz de Oslo desde la perspectiva de los pueblos originarios colombianos.
El 12 de octubre de 2008 unos 60.000 indígenas de diferentes etnias, principalmente Nasa, comenzaron una marcha de 120 kilómetros desde el Cauca hasta Cali y luego Bogotá, exigiendo el cese de la militarización de sus territorios, el asesinato sistemático de sus líderes, el incumplimiento por parte del estado de las leyes y acuerdos, el respeto a la autonomía de los resguardos y la madre naturaleza, y la cancelación del TLC. La marcha atravesó el centro de Colombia convocando durante más de un mes a diversos actores de la resistencia pacífica a las políticas del entonces gobierno de Álvaro Uribe. Poco después, el 16 de diciembre, era asesinado por soldados del gobierno Edwin Legarda, esposo de Aída Quilcué, líder del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y una de las organizadoras de la Minga.
La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y la Defensoría del Pueblo han documentado 17 indígenas asesinados en el Norte del Cauca entre enero y julio de 2012. Es por eso que ante la noticia de los diálogos entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) aclaró: “la sociedad colombiana es más que el gobierno y la guerrilla, y no puede ser excluida de la negociación. Las organizaciones de la sociedad civil debemos tener un lugar protagónico en el proceso que se inicia, y no solo ser invitados de piedra. Con más razón las organizaciones indígenas, afros, campesinas, obreras y populares debemos tener un lugar decisorio en la terminación de la guerra y la construcción de la paz”.
El 15 de agosto pasado, el presidente Santos pidió perdón en un gesto trascendental a los indígenas por la violencia a la cual han estado sometidos y aceptó la conformación de comisiones con presencia del alto gobierno para concertar medidas antes del 30 de octubre. Desde el discurso del presidente Santos la cifra ha subido a 24 asesinatos mientras son escasos los avances en las comisiones
“El Cauca va a ser el principal beneficiador de los diálogos de paz, es algo muy pero muy estratégico. Santos levantó un bastón de mando de la guardia indígena antes de empezar los diálogos. ¿Qué es lo que se está disputando? Todos y todas sabemos, no por arrogancia o vanidad, porque hay muchas contradicciones, que la principal fuerza de resistencia en Colombia es la minga de los pueblos. Desde el 2004 quien quiera que tuviera control sobre el norte del Cauca era el que tenía control sobre el proceso de resistencia. Eso es cada vez más visible y es importante en ese contexto analizar la agenda original que dio origen a la minga y que es contra el modelo económico”, explica Manuel Rozental, médico y activista de derechos humanos canadiense, quien fuera co-gestor de la iniciativa de Salud del Pueblo Nasa en el Norte del Cauca, viceministro de Salud y fundador del Tejido de Comunicación de la ACIN.
¿Cuál es el lugar que ocupan los pueblos originarios dentro de los Diálogos de Paz?
Parto de hacer una aclaración importante: No hablo en representación de la ACIN. Desde cuando tuve que salir exilado en el 2009 de Colombia, bajo señalamientos y amenazas por mi trabajo ahí, no la represento ni estoy vinculado a la misma. La posición oficial de la ACIN tendrían que darla ellos mismos. No me he distanciado ni del proceso, ni del contexto, pero no lo represento. Considero indispensable hacer una lectura estratégica para comprender el contexto colombiano y la relación del proceso indígena, en particular desde el Norte del Cauca, con el régimen y las políticas que impulsa y que incluyen el proceso de diálogo y negociación que acaba de instalarse en Oslo. La conquista nunca terminó y se profundiza. La dimensión y magnitud de la misma no tiene precedentes en cuanto a la capacidad de fuerza (terror, represión, guerra), de biopolítica (propaganda y manipulación), tecnológica (mapeamiento, tecnologías extractivas y de procesamiento, infraestructura, etc.), geoestratégica (acceso, conocimiento y control territorial sobre la base de recursos estratégicos) y política (acuerdos internacionales y marcos legales al servicio de la corporación transnacional). La guerra o la paz en Colombia (y desde Colombia), caben dentro de las estrategias del capital transnacional para superar su crisis profundizando la conquista. Habrá guerra o paz según el costo-beneficio de uno u otro mecanismo para alcanzar los objetivos de acumulación. Esta es la Paz del Libre Comercio, la paz de las locomotoras extractivistas de Santos, que viene implementando políticas neoliberales mucho más agresivas que las del propio Uribe. En este contexto, el Cauca indígena se convierte en el escollo mayor a esta Paz del sistema, si persisten en la agenda de la Minga, que incluye un punto esencial que no se está discutiendo y es el rechazo a las políticas de librecomercio.
A la par el resultado que generó la guerra en Colombia se exporta a todo Latinoamérica.
Este mismo proceso de terror y guerra combinado con despojo hasta alcanzar una Paz del modelo avanza por diversas vías en México, Honduras, Haití, Paraguay. Se trata de generar terror para despojar y de promover luego una paz en el ámbito del poder colonizador. Pero además, se van montando bases militares continentales, se prioriza el extractivismo y la re-primarización de la economía, el pago de la deuda… Simultáneamente, los gobiernos progresistas se pliegan al extractivismo y al capital transnacional. Entonces el mayor objetivo estratégico es desmantelar la resistencia. Las acciones de ongs, partidos de izquierda y algunos sindicatos en esta dirección son evidentes. Mientras por arriba se encubre la conquista, por abajo se sufre, se interpreta, se conoce y reconoce y se van tejiendo los pueblos en conciencia, palabra y acción. La lucha contra Conga en el Perú, la resistencia y masacres en Guatemala, la resistencia en México, la lucha Mapuche, del MOCASE, la resistencia al golpe en el Paraguay y mucho más, confirman la vigencia de la Minga, de la lucha contra el modelo. Es imposible predecir lo que viene, pero la verdad es una guerra de ocupación (o una pax de la conquista) por diversas vías contra los pueblos desde un capitalismo en crisis que amenaza la vida toda. En frente los pueblos arraigados en territorios y saberes ancestrales y entramados con la vida, la solidaridad y la comunalidad. Un continente de los pueblos sin dueños.
El miércoles 14 de noviembre a las 20 hs Manuel Rozental será entrevistado por el Colectivo Colombianos al Sur para el ciclo de videobates “El Acuerdo de Paz y la situación de los pueblos originarios en Colombia”. Casa del Frente Popular Darío Santillán. Santiago del Estero 866 (entre Estados Unidos e Independencia).