Por Mauricio Polchi. Alrededor de cien mil personas asistieron a la Marcha del Orgullo XXI. Marcha entrevistó a Emiliano Samar, Coordinador de Educadores por la Diversidad.
El último sábado, la caravana de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Queer, activó el ritual de la diversidad con una multitud que le puso color y música a las calles porteñas, desplegando audacia y euforia desde Plaza de Mayo hasta el Congreso de la Nación. En esta nueva edición, el lema fue “Educación en la Diversidad para Crecer en la Igualdad”. Además de las consignas por ‘Inclusión laboral para personas trans’, ‘Derogación de los Códigos Contravencionales’, ‘No a la trata de personas y la violencia de género’, ‘Aborto legal, seguro y gratuito’, y ‘Basta de xenofobia y racismo’.
“Celebramos y reivindicamos los logros de la sociedad Argentina, la ampliación de derechos y las nuevas legislaciones como el Matrimonio Igualitario, pero tenemos otros reclamos”, Emiliano Samar es docente -profesión que heredó de su propia casa, actualmente da clases en el Instituto Vocacional de Artes, y coordina el grupo de ‘Educadores por la Diversidad’. “En la última Marcha pedíamos Ley de Identidad de Género, y hoy es una realidad. También reconocemos la importancia del decreto 1006/12, por el cual se aprueba la inscripción del nacimiento de hijos menores de personas del mismo sexo. Pero también tenemos demandas, y en este caso pedimos la aplicación efectiva de la Ley de Educación Integral en todas las provincias del país.
La Ley 26.150, fue sancionada el 4 de Octubre de 2006, y promulgada el 23 de octubre del mismo año, por el ex Presidente Néstor Kirchner. El artículo 1º, establece que todos los ‘educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada’, y ‘a los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos’.
– ¿Qué te parece el lema de esta nueva marcha del Orgullo?
Estoy totalmente de acuerdo. La escuela debe ser un espacio sin ningún tipo de discriminación. Y para alcanzar esa meta todos deben ser tratados de la misma manera. Por eso nosotros promovemos el respeto y la valoración del otro, aceptando su propia identidad, sexual, étnica, de origen nacional, etc. La temática de diversidad la abordamos con la implementación de un proyecto que se llama Escuelas Libres de Discriminación, que articulamos junto a CTERA.
-¿Es una elección de la escuela desarrollar esos programas, o lo determina el Estado?
En realidad somos convocados por la necesidad institucional, donde se debe abordar la temática de discriminación. Que no se limita al genero, puede haber una problemática racial, de clase. Nuestro aporte, nuestra tarea es laburar con los docentes, porque son ellos quienes después trabajan con los chicos y con las chicas. Nosotros diseñamos estrategias junto a los profesionales, mediante dinámicas lúdicas, reflexivas, con apoyo teórico y audiovisual. Y así apelamos a distintas maniobras. Pero como primera instancia, consideramos que debemos sensibilizar, eso es fundamental.
-¿Cómo es la recepción por parte de la comunidad educativa?
Es espectacular.
-¿Siempre?
Sí, porque partimos de la base que la escuela está frente a una necesidad, y nos convoca. Además, la matriz que nos moviliza es la discriminación, que es algo propio de cualquier situación o grupo. Y nosotros intentamos superar cualquier estereotipo, tomando los materiales del aula, el patio, cualquier cosa que nos permita interpelar.
-¿Qué observan en base a la experiencia?
Que hay mucho por hacer. Que el cambio cultural es muy grande porque hay hechos sociales o políticos, como el caso del matrimonio igualitario o el voto joven, que generan transformaciones muy fuertes, y hace falta avanzar en relación con la educación. Y acá el problema es el adulto. Los chicos y las chicas no tienen ningún tipo de rollo, al contrario. Los menores sólo replican los discursos que absorben de sus casas, de los medios, de la comunidad. Pero es sorprendente la disponibilidad de los alumnos y las alumnas. Somos los adultos quienes tenemos muchas cosas que desarmar aún.