Por Mario Hernández / Foto por Facundo Nívolo
El Economista analiza el disparo de los precios en los días de gobierno macrista, pero también la detención de la referente social Milagros Sala y el arraigo racista y clasista que anida su criminalización
-¿Cuál es tu opinión sobre la detención de Milagro Sala?
-Es un tema muy grave porque sienta un precedente muy significativo, la persecución y judicialización de la protesta social y trabar la manifestación pública con argumentos que la justicia tendría que demostrar antes de detener a una persona.
Creo que esto va mucho más allá de Milagro Sala, esto es a nivel nacional. También creo que tiene que ver con la dinámica que se da en Jujuy: no hay que olvidarse de que Morales ganó las elecciones con un alto porcentaje de votos y el eje de su campaña fue el enfrentamiento con Milagro Sala. Digo esto porque el tema tiene un tiempo propio, más allá de que antes de lanzarse a detenerla debió haber conversaciones de la gobernación de Jujuy con el poder central, porque esto coloca en un principio al gobierno nacional frente a una disyuntiva muy peligrosa. La situación está en un límite que el gobierno jujeño no puede perder, porque generaría un ambiente muy hostil para una serie de medidas que está tomando el gobierno que van en el sentido del ajuste y el nuevo endeudamiento, y que confirma lo que habíamos anticipado: este era el camino que se iba a seguir cualquiera fuera el resultado electoral del balotaje, pero que ha adquirido una forma de presión sobre los conflictos sociales muy significativo.
-Es muy peligroso lo de Morales. En el caso de Milagro Sala hay un tema político y un profundo odio de clase, a su condición de mujer, de coya, de negra…
-Sí, esa sensación es compartida por varios sectores de la población argentina. El hecho de que Morales haya ganado por más de un 50% de los votos indica algo. En líneas generales el gobierno avanza sobre cuestiones sobre las que sabe que tiene algún nivel de consenso en la población.
La ofensiva contra las y los trabajadores estatales con el argumento de ser “ñoquis” es algo que viene de hace muchos años atrás, la sociedad no tiene bien caracterizado al trabajador del Estado, lo caracteriza como un burócrata que lentifica todo, o que directamente no trabaja; el macrismo trabaja sobre esa concepción y tiene cierto nivel de aceptación.
De la misma manera, Morales está accionando porque es mujer, o porque es indígena o porque ha hecho cosas que el Estado no hacía. Milagro tiene una imagen que en ciertos sectores de la población no es la mejor, y el gobierno cabalga sobre esas miradas de un sector de la población que es muy elitista, inclusive de sectores de clase media que asumen las posiciones ideológicas de las clases superiores en una suerte de inconsciente colectivo.
-Mencionás los despidos en el Estado, pero han comenzado importantes despidos en el ámbito privado y en particular hay una situación altamente explosiva en lo que hace a los trabajadores petroleros.
-La situación de los trabajadores petroleros es muy delicada donde está influyendo mucho la situación mundial, porque el petróleo marcha a costar 20 dólares el barril y con la consumación final del acuerdo de Estados Unidos con Irán, éste está en condiciones de volcar miles y miles de barriles que ha ido extrayendo durante todos estos años y que por el bloqueo no podía vender.
Hay una dinámica del precio del petróleo y una dinámica geopolítica a nivel internacional que termina perjudicando a los petroleros argentinos.
-Escribiste un artículo “Economía 2016, mal comienzo” en el que hacés una serie de observaciones acerca del escenario internacional que enfrenta el gobierno de Macri. ¿Podrías desarrollarlo?
-Tanto los informes del Banco Mundial, como el del FMI, como los de algunos pronosticadores privados, dan todos muy malos datos. La propia Directora Ejecutiva del FMI Christine Lagarde ha augurado que 2016 será un año decepcionante y que también son muy débiles las perspectivas mundiales en el mediano plazo.
Hacía nueve años que la tasa de interés casi no se movía en Estados Unidos, esto fortalece al dólar, debilita al flujo de los fondos a los países emergentes y además encarece esos fondos, la desaceleración de la economía china que parece que va a crecer apenas un 5% este año, lo que impacta muy fuertemente sobre la demanda mundial de cereales, pero sobre todo en minerales y metales.
Además, la recesión en los emergentes es muy fuerte, en Brasil va a continuar durante el año, van a ser tres años de recesión; Rusia también la está llevando muy mal, recordemos que exporta gas y petróleo a toda Europa, con lo cual se está hundiendo. Todo esto lleva a una suerte de estancamiento del comercio mundial que tiene muy preocupados a los burócratas de la Organización Mundial del Comercio.
El resultado de todo esto es que no se espera un crecimiento mayor de 3 puntos en la economía mundial para el 2016, especialmente por Estados Unidos, por Alemania que está conteniendo la crisis y por la India que sigue creciendo. Los resultados son muy malos para América Latina, no solo Brasil y Venezuela que son los que dirigen la caída, Chile, Perú, Ecuador, que exportan minerales, petróleo, bananas, eso está cayendo.
–Mencionaste dos socios principales de nuestro país: China y Brasil…
-Brasil es el principal socio económico de la Argentina, pero además es el principal destino de nuestras exportaciones industriales que son las que generan trabajo, especialmente la industria automotriz. Hablando con otro colega tuyo esta mañana, me preguntaba hasta cuándo la industria automotriz va a seguir sin generar despidos en Argentina, porque Brasil sigue cayendo en la recesión y la demanda de automotores que exportábamos según los modelos, era del 60 o 70% de lo producido en las fábricas. Es una situación compleja en la industria.
Hay problemas en la industria electrónica en Tierra del Fuego, como mencionaste antes en el sector petrolero, etc.
-Tendríamos que estar en estos momentos, de acuerdo a las previsiones que se hizo al asumir el gobierno macrista, discutiendo el pacto social. ¿Qué pasó con eso?
-Acá hay una cuestión: el macrismo apuntaba al gradualismo, de la misma manera que lo había planteado Scioli. Lo que pasa es que con la estampida de precios que generaron las grandes empresas en la última semana del gobierno anterior y en la primera semana del nuevo gobierno, el mensaje quedó claro.
–Estampida que continúa porque hoy hay una información respecto del aumento de los productos que han salido de los “precios cuidados”.
-Claro. Con esa acción le dijeron al macrismo que apure el gradualismo y, por otro lado, en ese contexto, el Presidente de la Nación había hablado de hacer un acuerdo social sobre la base de retrotraer los precios al 30 de noviembre y Funes de Rioja, en nombre de la industria, le contestó “estamos de acuerdo con el acuerdo pero los precios no se retrotraen”; entonces, sin esa base es muy difícil que los sindicalistas por más vendidos que sean, lleguen a un acuerdo de precios y salarios, porque el acuerdo aplicaría después de marzo y hay todo tipo de estimaciones. Lo que es cierto es que nadie, ni el propio gobierno, piensan que eso del 20 al 25% de inflación que dijo Prat Gay se vaya a cumplir.
Para enfrentar esta fuerte ofensiva del capital sobre el trabajo hay que ir siguiendo a diario la situación, se necesita un frente social y político muy amplio. No solo hay que denunciar este ajuste, también hay que decir que durante los dos años últimos el gobierno anterior preparó la situación como para que este ajuste fuera casi inevitable, no es cierto que otro gobierno no haría este ajuste, tal vez haría cosas diferentes.
En ninguno de estos gobiernos hubo un cambio en las condiciones estructurales del capitalismo argentino. Si uno estudia desde la crisis del año ´52/´55 con el primer peronismo, todas las crisis posteriores, la del ´60, la del ´73, la del ´76, la del ´89, la nueva crisis, siempre estallaron por el mismo lado y siempre que hay una crisis termina en un ajuste porque el capitalismo argentino no puede resolver la crisis y el empleo al mismo tiempo, no puede resolver la inflación y el empleo al mismo tiempo, no puede resolver la inflación y estimular la demanda interna al mismo tiempo porque todas esas variables se potencian entre sí. Entonces, el ajuste era casi inevitable.
El kirchnerismo repitió más de una vez que ellos no hicieron el ajuste, porque ocultan que el ajuste lo había hecho ya Duhalde. Hubo dos medidas que tomaron los dos gobiernos anteriores, el no pago de la parte privada de la deuda que se transformó en una suspensión unilateral de pagos que duró 38 meses y después la macro devaluación de Duhalde. Esas dos medidas permitieron recomponer la tasa de ganancia del capitalismo en Argentina. Lo que tuvo que hacer Kirchner en la primera etapa fue hacer posible que esa tasa de ganancia fuera realizable, estimular el mercado interno, imponer las paritarias, dio 17 aumentos seguidos de jubilaciones, repartió subsidios por todos lados. Le tocó la parte del crecimiento pero no la parte de trabajo sucio, que es casi inevitable, salvo que por primera vez el ajuste que hay que hacer lo paguen los ajustadores de siempre, pero para eso se necesita una relación de fuerzas diferente.