Por Vivian Palmbaum*
El fin de semana volvió a arder otra vivienda en el barrio del sur de la Ciudad. La especulación por los terrenos para negociados inmobiliarios contrasta con la firmeza de las y los vecinos y la larga construcción que se refleja en los Bomberos Voluntarios desde hace más de cien años.
Apenas pasado el primer día del nuevo año, el barrio se vio sorprendido nuevamente por el fuego que hizo arder viviendas hasta dejar en la calle a sus habitantes que diariamente luchan contra la degradación de su dignidad. En los últimos 30 días es el tercer incendio que expulsa a pobladores de sus precarias condiciones de subsistencia. La frecuencia de estos sucesos parece haberse incrementado exponencialmente al mismo ritmo en que se apuran las obras de puesta en valor del barrio. Quizás una casualidad.
Pasada la medianoche, el fuego se hizo lenguaraz para volver incandescente todo lo que alcanzaba y reducir a cenizas lo escaso. En Ministro Brin 1263 el conventillo comenzó a encenderse mientras expulsaba a sus habitantes a la calle. La avidez del fuego no pudo ser controlada por la falta de bocas de agua y alcanzó el conventillo de Suárez 218.
El Gobierno de la Ciudad viene haciendo obras de puesta en valor en la zona, a partir del emprendimiento del “Distrito de las Artes” que, una vez más, son parte de las políticas de maquillaje de la actual gestión que parece favorecer emprendimientos inmobiliarios.
Asistencialismo contra organización
Once familias quedaron en la calle y con lo puesto; algunas habitaban el lugar desde hacía más de 30 años. Después de una importante demora, como es habitual, llegaron algunos funcionarios del Programa Buenos Aires Presente (BAP), que ofrecieron un vergonzoso subsidio como única contención. Pero la necesidad “no tiene cara de hereje” porque las familias decidieron no aceptar volver a ser humilladas en la indignidad de un recurso que no les garantiza casi nada. Plaza Solís fue el destino elegido por estas personas, entre las que se encuentra un número importante de niños y niñas.
Como en casi todos los barrios, con tantas carencias y abandono sistemático de las políticas públicas, los habitantes organizados pusieron en marcha un sistema de donaciones y asistencia para permitir la subsistencia mínima de los damnificados. Al mismo tiempo el espacio, formado por distintas organizaciones: La Boca Resiste y Propone, convocó a movilizarse y cortar calles para solicitar la asistencia debida a las familias, doblemente victimizadas no sólo por la precariedad sino de la ausencia sistemática de políticas públicas de contención destinadas a los sectores más carenciados. El ejecutivo de la ciudad solo se hace presente con políticas represivas sobre los jóvenes del barrio: Lucas Cabello es el caso más reciente de una larga lista.
Un poco de historia
En 1884 se creó el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de La Boca. Su nacimiento se debió a las necesidades de estos suburbios de la ciudad sometidos continuamente a incendios por la precariedad de sus viviendas.
La ley Nacional de Inmigración y Colonización le dio un marco legal a la creciente inmigración europea que se producía hacia finales del siglo XIX, atraída por la ausencia de posibilidades de desarrollo en sus lugares de origen y la promesa de un futuro próspero que auguraba la creciente economía en nuestros países.
El barrio de La Boca, ubicado en la periferia ciudadana, alojaba a inmigrantes muy humildes, en su mayoría italianos, en viviendas llamadas conventillos, construidas a partir de los rezagos de los astilleros de la zona, maderas, chapas y cuyo denominador común era la precariedad y la facilidad de combustión. Esta zona costera tenía su principal actividad económica ligada a los desarrollos fluviales y marítimos.
La creación de ese cuerpo de bomberos surgió como una necesidad por las dificultades de acceso: eran todas calles de tierra que se volvían intransitables con la lluvia o las sudestadas que anegaban gran parte de la barriada. Entonces un grupo de compatriotas italianos decidieron fundar la Sociedad Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca, primera entidad de su tipo en el país. Los inmigrantes italianos traían consigo en los barcos algo de ese espíritu colectivo que los llevó a formar distintas asociaciones de socorros mutuos, hospitales y hasta organizaciones gremiales como la de los primeros anarquistas.
En la actualidad, en la ciudad que cuenta con los mayores recursos económicos del país, el Estado se hace ausente de su función social para favorecer la multiplicación del negocio inmobiliario con una tasa de ganancia impensada.
Sin embargo, no todo está perdido. La población se defiende con organización y resistencia, que es la herramienta que les permite recobrar una dignidad que no tiene precio.
* Parte de la Organización Social y Popular Los Pibes