Por Camila Parodi
“Esperando despiertos y de pie a la justicia” familiares y organizaciones pertenecientes a la Comisión de justicia por Mecha realizaron un acampe en las puertas de los Tribunales de Rosario a casi tres años del asesinato de la militante social. Marcha dialogó con Juan Ponce, hijo de Mercedes Delgado.
A la par de la tormenta, desde las 16, familiares y militantes de diversas organizaciones sociales de Rosario se fueron acercando a las inmediaciones de los tribunales. Como todos los 9 de cada mes, se proponían recordar a la militante social y cristiana Mercedes Delgado –la Mecha– del Centro Comunitario San Cayetano del Barrio Ludueña, asesinada el 9 de enero de 2013 durante un conflicto narco entre dos bandas. Mecha tenía seis hijos y 50 años. Ese día, fue a buscar a uno de ellos cuando fue interceptada por dos balas en la espalda. “A partir de ese día, tanto los familiares como las organizaciones sociales de Rosario salimos a la calle a pedir justicia”, explica Juan Ponce, hijo de Mecha, en diálogo con Marcha al compartir la vigilia.
Si bien la lluvia y el viento aumentaban a lo largo de la jornada, también lo hacía la participación de las organizaciones sociales, que se acercaron a la gran carpa roja instalada en la vereda de la ciudad rosarina. Con el mismo objetivo que el año pasado, la carpa que albergó a los y las militantes del Frente Darío Santillán en conjunto con diversas organizaciones que sostuvieron el acampe exigiendo la condena a los asesinos de Mono, Jere y Patóm, también asesinados durante un conflicto narco en el Barrio Moreno el 1 de enero de 2012. Ahora, recibía a las organizaciones y familiares de víctimas que, sin acostumbrarse a la violencia y al negocio que se intentan instalar en las barriadas, encuentran en la unidad y la organización de las calles su estrategia para hacerles frente.
Entre las organizaciones presentes se destacó la participación de El Caleidoscopio, Saltando Charcos, la Asamblea Permanente por los Derechos de la Niñez, Pañuelos en Rebeldía, Rosario con Ayotzinapa, el Bodegón del Pocho y el Frente Ciudad Futura, quienes ayer asumían como instrumento político en el Consejo Municipal.
Luego de reforzar los tirantes de la estructura, los participantes dieron inicio a las actividades. Allí, a través de un taller de Educación Popular “Construcción de Justicia Popular”, organizado por el Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía de Rosario, comenzaron los primeros debates e intercambios de cara al actual contexto político con relación a la violencia institucional y al avance del narco y la trata en los territorios. Entre las consignas, los interrogantes que circulaban –qué justicia tenemos y cuál queremos–, se escucharon algunas certezas: “En la unidad y el encuentro entre familiares y organizaciones como este acampe se construye la justicia popular que queremos”, expresó en la puesta en común una militante que tomó la palabra.
A continuación se realizó un intercambio entre familiares de víctimas de impunidad que, si bien tuvo baja participación por el temporal, se trató de una instancia de solidaridad para continuar fortaleciendo el acompañamiento. Allí Juan Ponce tomó la palabra y enunció: “Aunque este acampe esté pasado por agua, nos vamos a quedar para que lo sienta el poder judicial al que nosotros en las calles le exigimos justicia por Mecha como todos los 9”. Luego fue el turno de Andrea Rivera, la hermana de Analía Rivera, joven de 18 años asesinada al salir del boliche donde trabajaba. Andrea enfatizó que “ahora nos sentimos parte de la misma lucha” al reconocer que luego del asesinato de su hermana tomaron conocimiento sobre la organización de familiares de víctimas y que por eso, a partir de esa experiencia, reforzó la necesidad de “construir justicia popular en la calle”. Para finalizar las actividades, la Comisión Rosario por Ayotiznapa realizó una mística de recuerdo y confraternización con las y los compañeros asesinados por luchar.
“Su fuego se mantiene y nos hace salir a las calles”
Una vez finalizadas las actividades propuestas por la Comisión de Justicia por Mecha y comenzada la guitarreada entre las y los militantes, Juan Ponce intercambió unas palabras con Marcha. “Nosotros creemos que desde ese 9 de enero en donde murió Mercedes Delgado nació la Mecha que sigue encendida”, inicia el hijo de la militante asesinada en el barrio Ludueña. “La tomamos como un referente en lucha, para nosotros una lucha se pelea por amor, por eso su fuego se mantiene y nos hace salir a las calles”, afirmó. Por eso una vez más las calles encontraron a los y las militantes, “llegamos a este acampe como hace tres años estamos convencidos que es la única forma de tener la justicia que queremos construir”.
–¿Cómo se encuentra la causa?
La causa se ha dividido en dos: intento de homicidio entre bandas y homicidio. El primero fue condenado con penas que son un papelón, en la cual nosotros como Comisión no pudimos ni apelar. Por ahora solamente Patricia Bilotta, la jueza de instrucción 10, procesó al único imputado por el homicidio de Mercedes, Héctor Daniel Riquelme, como “autor material de homicidio agravado”, pero sabemos que es más complejo que eso. El poder jurídico nos dejó fuera de la causa y por eso actualmente participamos como querellantes. Sin embargo, acá estamos fuerte pero sabemos que es muy corrupto este caso, y que molesta que estemos en las calles, activos y movilizados.
–¿Qué lectura realizan ante estos impedimentos?
Estamos acá y somos muchísimos, si el juicio no da la condena que queremos el partido lo tenemos ganado igual, porque construimos diferente una causa contra el narco y la policía saliendo adelante, victoriosos porque no lograron detenernos nunca. Esperamos que al momento de decidir tengan en cuenta que no mataron a una mujer simplemente, mataron muchos ideales, sueños y proyectos de muchos pibes y pibas.
–La Mecha ya es un símbolo de nuestras luchas… ¿Cómo te interpela a vos siendo el hijo?
Estoy débil y a la vez fuerte por los compañeros y las amistades que fuimos construyendo. Me quedo nulo al conocer cosas nuevas que no conocía de mi vieja que me cuentan sus compañeras y vecinos. Cada vez que los escucho se me pone la piel de gallina, porque si bien ella siempre fue militante y yo también, para nosotros era nuestra madre no era lo que sabemos ahora; nos sentábamos a comer y compartíamos. Lo que no terminábamos se entender era que ella no sólo compartía con nosotros, sino con muchos y muchas más; era una gran persona para todos, y ahora esa gente fue llenando ese hueco grande que nos quedó en los corazones.