Por Esteban Pombo
35 años llevan las Madres de Plaza de Mayo realizando la Marcha de la Resistencia, un ejercicio que convierte dicha plaza en un espacio para la memoria; en este caso, de los 30.000 desaparecidos de la dictadura argentina. Marcha conversó con algunas de las madres y otros y otras asistentes.
Es una tarde soleada con múltiples actividades, pero las Madres, como siempre, puntuales inician la ronda. Cada 3 de diciembre, desde 1980, la Marcha de la Resistencia rodea la Pirámide de Mayo frente a la Casa Rosada, así como no dejan de hacerlo cada jueves en la tarde con su particular muestra de vitalidad.
Algunas de estas mujeres que llegan a los 100 años, llenas de amor por sus hijos e hijas, siguen buscando (y reclamando) a las y los desaparecidos. Gran parte de su vida le han estado exigiendo al Estado argentino como forma de “llegar a la verdad y obtener una justicia real”.
Nora Cortiñas es referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, plante además críticas abiertamente con la represión y las desapariciones sucedidas incluso después de la caída la última dictadura militar. Expresó esa tarde: “Exigimos la continuidad de los juicios a los genocidas. De paso, le contestamos al diario La Nación: no es venganza, pero no vamos a de dejar de luchar hasta encontrarlos a todos. Jamás reconciliación; justicia y cárcel común para los genocidas, sean militares o civiles. Queremos toda la verdad, toda la justicia, toda la memoria”. Por su parte, Mirta Baravalle, explicó que, sin importar el gobierno de turno, seguirán pidiendo respuestas frente al genocidio; también se recalcó que como defensoras de derechos humanos quieren entrevistarse con el nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, “para que se garantice la continuidad de los juicios y que no haya homicidios impunes”.
En ese sentido, Elia Espen ratificó lo que anunciaban sus compañeras: “Este gobierno hizo cosas, pero se olvidó de muchas otras, o no las quiso hacer. Seguimos, porque vamos a seguir siempre”. Desde la Asociación de Madres de Plaza de Mayo catalogaron esta fecha como un día para los derechos humanos. “Las abuelas por suerte van recuperando a sus nietos, nosotros ni los huesitos hemos encontrado. Yo me miro las manos y me las veo vacías, me da la impresión de que he caminado 38 años para nada. Esa es la sensación que tengo en mi corazón”.
Claudia Korol, la académica y militante de izquierda del grupo de educación popular Pañuelos en Rebeldía fue más allá en sus apreciaciones durante la entrevista con Marcha: “Esta marcha marca el compromiso de continuar con todas las luchas de resistencia de nuestros pueblos. Pedimos por la aparición de los 30.000 compañeros y compañeras desaparecidas y toda la información al respecto. Juicio a todos los responsables del genocidio. La aparición de los niños y niñas secuestradas durante la dictadura. Hay una serie de demandas que tienen que ver con la memoria, con la justicia, que se avance en la lucha por los derechos de las víctimas de la dictadura y otras que tienen que ver con todas las luchas actuales pendientes con todos los derechos que han sido conquistados, teniendo en cuenta que los 30.000 desaparecidos y desaparecidas lucharon por cambiar la sociedad; soñaron justicia, libertad, una manera diferente de estar en este mundo mercantilizado, es decir, la lucha por el socialismo, la lucha anticapitalista, que requiere todavía ser realizada. En el contexto actual, porque se da en un proceso de derechización por parte del gobierno argentino y de otros lugares de América Latina, entonces es una forma de decir que estamos presentes, que no vamos a bajar las banderas.
Pablo integra la organización Hijos Zona Oeste y considera a esta marcha como un símbolo de los derechos humanos en la Argentina, pero más allá del genocidio en la dictadura: “Tiene que ver también con lo que ocurre actualmente en democracia; desapariciones, pibes asesinados por el aparato represivo del Estado, pibes asesinados en comisarías, más de 200 mujeres desaparecidas por ‘trata’… entonces seguimos resistiendo. Esta marcha es contra el sistema capitalista, sin importar quién esté gobernando. Nosotros como hijos de los desaparecidos nos hemos mantenido autónomos del Estado, no podemos defender los derechos humanos si estamos afines a un Estado, a un gobierno que es el que viola los derechos humanos”.
Luego de horas de caminar en círculo mientras se nombran a las y los desaparecidos, empezó un aguacero que espantó a muchos periodistas, transeúntes y curiosos, pero que parece no intimidar a las madres, que sonríen con cada abrazo que les llega y que levantan sus brazos llenos de dignidad para continuar gritando: “Olé olé, olé olá, como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.
Si uno piensa en otros lugares de Latinoamérica, reflexiona: se dice que en Colombia no hubo dictaduras, pero lo cierto es que los índices de violencia superan los de cualquier país del mundo que haya sufrido una. En Colombia hay más de 100.000 desaparecidos, personas que tenían madre, como las que hoy, sin importar lo arrugada de sus pieles o los obstáculos que les presenta la vida, siguen con la frente en alto peleando por saber algo de sus hijos en la Argentina. Es inevitable pensar en las madres de Soacha, Cundinamarca, que, en su octavo año de búsqueda de sus hijos sin descanso, no han recibido otra cosa que amenazas y persecuciones. Esperamos que los años no sigan pasando y tengamos que verlas con sus últimos alientos diciéndole al Estado: “Sí, la paz, pero ¿dónde están?”.