Por Emiliano S. Hasta el 27 de Octubre, en el espacio G104, se podrá ver la obra de Amalia Tercelán, Otelo, o la metáfora del Cerdo. Conversamos con la autora y un soldado de su elenco.
G104 (Gascón 104, Almagro) es el castillo ferroviario donde se lleva adelante la propuesta de Amalia Tercelán, Otelo, o la metáfora del cerdo, haciéndole honor al grito de los Sex Pistols, allá por 1977: “No future for you, no future for me”. Evidentemente, cuando el rey sucumbe, la cosmovisión isabelina del teatro shakespeareano inventa mecanismos de contención. Temor ante el desborde de pulsiones, entre Eros y Thanatos, entre represión y deseo. Lo que Desdémona no logra bajo el manto de celos de Otelo, Tercelán se lo reapropia y lo atesora: sensualismo y violencia recorren la versión punk del Otelo de 1603.
Dialogamos con la directora y con Juan Manuel López Baio, del elenco que completan Carolina Chiarelli, Antonella Grosso, Fabián Mitolo -quien además de interpretar a Otelo musicaliza el cierre de la obra, siendo la letra de la canción una parte de su texto en la obra- y Santiago Turon.
-¿Cómo nace conceptual y estructuralmente esta obra? ¿Por qué construir sobre Otelo hoy?
-Amalia: El proyecto nace en el 2010, desde la dramaturgia, indagando algunas cuestiones que me quedaban resonando del clásico de Shakespeare. Siempre intentando hacerlo con su debido respeto porque creo que es complejo tocar materiales que están tan arraigados universalmente en la cultura. Por lo que me permití “tocar el material” al punto de reescribirlo completamente, recortar una enorme cantidad de personajes e incluso cambiarle el final, pero teniendo muy en claro que estaba haciendo más bien un homenaje. Un homenaje contemporáneo, paródico, trash. Muchas veces este tipo de autores quedan atrapados en arquetipos solemnes y académicos que prácticamente los embalsaman
–Jorge Dubatti sostiene que el teatro de Shakespeare tiene elementos de regulación conservadora (Rey Lear, por ejemplo) y de desregulación antropocéntrica (el caso del universo orgiástico de las hadas-lo feérico- en Sueño de una noche de Verano). ¿Coinciden con esta clasificación? ¿De alguna manera, el laburo de ustedes tiende a desregular el texto teatral y lo poético, es decir, la puesta en escena?
-Juan: Creo que esa clasificación funciona a nivel descriptivo, para señalar una dicotomía visible en la obra total de Shakespeare que es interesante de profundizar. Probablemente al interior de todas sus obras puedan encontrarse zonas más ambiguas, donde el estatuto político de lo que acontece no pueda etiquetarse en forma tajante. Imagino que esta dualidad tiene que ver con el propio contexto de producción y vital de Shakespeare y su compañía. En este sentido, creo que la propuesta de nuestra directora, desde la dramaturgia y la puesta, tiende efectivamente a desregular el texto en tanto texto “Clásico”, cargado con la mochila de todos los arquetipos que la tradición requiere como un deber-ser.
-Amalia: Enmarcar a Shakespeare en esa clasificación me parece que es un poco peligroso porque estamos hablando de una figura muy compleja, con muchas variaciones. El teatro que me interesa siempre va a rondar por la desregulación y creo que el teatro contemporáneo está orientado en ese sentido
–En la obra hay mucha violencia, ¿desde dónde está pensada, como un recurso o como un contenido?
-Amalia: Creo que todo recurso es un contenido, porque siempre es generador de algún sentido. Por lo tanto pienso más bien que esa violencia está administrada de manera que contraste con lo que uno esperaría en el teatro clásico y, particularmente, en esta tragedia. En este sentido la propuesta fue correr la violencia de los lugares esperados, es decir, no trabajarla ni en las muertes reiteradas de Desdémona ni los celos de Otelo. Todo lo contrario, esas muertes son tomadas como un artificio para contar lo conocido de esta historia y los celos como una pasión, como un desborde.
En cambio la violencia aparece como una irrupción que viene desde la periferia, desde un personaje ajeno al núcleo de la historia, que es la Narradora. Y dentro de la obra tiene una función importantísima porque lo que hace es interrumpir los momentos de empatía, de conmoción del espectador
–¿Con qué otros experimentos sobre los clásicos -pienso en la tragedia griega, o en los injertos de Veronese con Chéjov- se sienten identificados?
-Juan: Sin duda, el abordaje experimental de los clásicos es un campo muy apasionante, y también muy vasto. Personalmente siento, salvando amplias distancias, ciertas resonancias con trabajos como “A la griega” de Steven Berkoff (Greek, basada en Edipo Rey) y “El año de Ricardo” de Angélica Liddell, específicamente en el sentido que mencioné antes de reapropiarse del campo poético que un clásico instaura en el imaginario para decir algo propio, asumiendo la inserción contemporánea de la obra.
–La obra seguirá en G104 o tienen pensado hacerla ambulante?
-Amalia: En principio tenemos pautado seguir en G104 hasta el 27 de octubre. Después barajamos algunas opciones para el año que viene.
Otelo, o la metáfora del cerdo – G104 (Gascón 104, Almagro). Sábados 22 hs.
Entradas: $40 ($30 para estudiantes). Reservas al mail lametaforadelcerdo@gmail.com