Por Francisco Longa
Al filo del mandato presidencial de Cristina Fernández, el gobierno nacional aceleró el trámite de un conjunto de medidas que fortalecen la organización popular. ¿Apuros, retrasos y/o devolución de favores?
La semana pasada el bloque de diputados del Frente para la Victoria, sumados a los legisladores del FIT, Unidad Popular, Libres del Sur y Proyecto Sur, aprobaron un paquete de leyes -suman más de cien- que versan sobre los más diversos temas. La creación de un nuevo feriado en homenaje a Martín Miguel de Güemes, la declaración de varios nuevos sitios históricos a lo largo del país y convenios de entendimiento con países como Honduras, Kuwait y Pakistán, son algunas de las leyes que fueron aprobadas luego de que el kirchnerismo tuviera durante todo el día dificultad para conseguir el quórum; éste, se garantizó finalmente gracias a la presencia de los legisladores de izquierda y centro izquierda de las fuerzas antes mencionadas.
Como era de prever, en las planas mayores de los medios de comunicación hegemónicos el tema fue tratado, casi excluyentemente, como un acto de anti republicanismo express perpetrado por un espacio político que se estaría negando a colaborar con la transición presidencial. Claro que, habiendo perdido las elecciones, todo el discurso supuestamente republicanista de la oposición conservadora al gobierno nacional, tiene mucha más espalda para desplegarse y confrontar en el sentido común de la sociedad. Solamente desde dicho consenso falsamente republicano, es que no asistir a las sesiones del Congreso Nacional y negarse a dar quórum puede ser visto como un acto de decencia republicana, mientras que cumplir con el mandato popular asistiendo a las bancas puede ser pensado como un atropello a la democracia.
Este falso republicanismo, además, omite que la tan mentada aprobación de leyes a las apuradas, no es más que una costumbre que se repite en varias latitudes. Para analizar uno de los modelos a seguir más elogiados por los sectores conservadores, en mayo de este año la oposición chilena denunció que el gobierno de Bachellet apuró el trámite de una ley que financiaba tratamientos médicos de altos costos. También la organización ambientalista Greenpeace del país trasandino, denunció en Enero de 2013 que el gobierno nacional apuró el tratamiento de una ley de carreteras eléctricas que tendría un alto impacto ambiental. Esto por no mencionar las aprobadas de apuro de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en noviembre de 2013, en una sesión donde se vendieron 41 inmuebles públicos a grandes grupos de desarrolladores inmobiliarios.
En el caso del kirchnerismo, además, si bien se trata de una fuerza que desde el 10 de diciembre no ocupará más la primera magistratura ejecutiva, continuará siendo el partido con mayor representatividad en el parlamente, incluso contando con mayoría en el Senado. Por lo tanto, si coincidimos en el respeto a la división de poderes, que tanto se pregona, también debemos respetar la actividad parlamentaria de la fuerza política que seguirá siendo mayoritaria en el Poder Legislativo luego de diciembre.
Decíamos que todo ese falso republicanismo evitó poner la atención en las temáticas abordadas por el paquete de leyes que obtuvo la media sanción. Entre ellas, las más destacadas para el conjunto de los movimiento populares y los sectores organizados son: la expropiación del Hotel Bauen, recuperado por sus trabajadores y funcionando como cooperativa desde 2003, la consagración de la Cláusula de Consciencia, que permite a los trabajadores de prensa replicar las líneas editoriales de los medios en los cuales trabajan, y el otorgamiento de un fondo de reparación para ex trabajadores de Canal 13 y de YPF.
Juegos de seducción (posderrota)
Pero la llegada del fin del mandato presidencial de Cristina Fernández no solamente trajo leyes positivas para los trabajadores/as, sino también algunas medidas políticas, que deben ser destacadas. Entre ellas, el otorgamiento de la personería jurídica a los combativos metrodelegados del subte, la inscripción como personería simple del reciente Sindicato de Prensa de Buenos Aires y el otorgamiento de la licencia de Televisión Digital Abierta para el canal Barricada TV, son las más relevantes.
Ahora bien, una pregunta se ha instalado en ciertas capas militantes y periodísticas: si el kirchnerismo tenía la vocación política de avanzar en este sentido, ¿Por qué lo hizo recién hacia el final de su mandato, regalándole a la oposición conservadora las posibilidades de deslegitimar estas conquistas por el hecho de haber caído en un trámite express? Y, más aún, ¿Por qué debieron los trabajadores/as transitar estos doce años sin estas herramientas legales tan importantes?
La respuesta más complaciente respecto del Frente para la Victoria lleva a desestimar de plano estos cuestionamientos, resaltando la concreción final del objetivo propuesto. Por otro lado, la mirada más cuestionadora podría indicar que el gobierno utilizó estas demandas como promesa de favor político a futuro, para ganarse el apoyo de los sectores peticionantes. Consideramos que ambos enfoques, como bloques homogéneos, no logran explicar la complejidad de las relaciones que el gobierno se planteó durante estos doce años con sectores del pueblo organizado. En el caso de Barricada TV, por ejemplo, se trata de un canal comunitario con un fuerte contenido combativo, y que ha sido numerosas veces crítico respecto del gobierno nacional. En lo que refiere a los metrodelegados, si bien muchos de sus referentes son conocidos militantes kirchneristas, el sindicato está compuesto por militantes de las más diversas fracciones de la izquierda. Lo mismo ocurre con el sindicato de prensa recientemente reconocido. Es por ello que el otorgamiento de estos derechos difícilmente puede ser pensado como una devolución de favores sin más.
Tal vez este paquete de medidas, leyes y reconocimiento, condense en una semana una lógica de integración, seducción, recompensas y promesas a futuro, con la que el gobierno nacional construyó su hegemonía durante estos años. El gobierno que sigue seguramente permitirá observar con mayor precisión cuánto de esa lógica fortaleció estructuralmente a los sectores organizados y al pueblo en general, y cuánto se trató de un verdadero período de excepción.