Por Facundo Di Filippo y Jimena Navatta
Ante el nuevo escenario que se abre con el triunfo del PRO-Cambiemos en la Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires y el Gobierno Nacional, nos preguntamos cómo será la política habitacional a implementar en dichas administraciones. Si tomamos como muestra lo que se hizo en la CABA, el futuro no parece auspicioso.
La propuesta del PRO para villas y asentamientos en la ciudad porteña se centró en una política de regularización dominial entregando los lotes en propiedad y a partir de ello centrando la acción en pequeños mejoramientos, tramos de cloacas y pequeñas áreas espacio público –muy mediatizables-, dejando que de la provisión de los servicios se encargue cada nuevo “propietario”, aunque vale aclarar, que los nuevos dueños son muy pocos, ya que hasta en esa política han fracasado.
Por otro lado y para otros sectores, se intentó fortalecer la línea de créditos del Banco Ciudad, con una cartera crediticia combinada con los créditos del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Los requisitos, montos y condiciones para poder adquirir estas nuevas viviendas fueron de aplicación casi imposible para los/as ciudadanos/as en la Ciudad de Buenos Aires.
Cabe mencionar que jamás se ha visto en la historia de esta ciudad tamaña intervención del mercado inmobiliario. Han sido los verdaderos planificadores del crecimiento de la misma, de las zonas que se ponderan, de las herramientas implementadas y de la gentrificación latente y creciente.
Hace un mes llegó a nuestras manos el documento titulado “Proyecto de Gobierno. Urbanización de villas y asentamientos” donde se detalla, sin mucho desarrollo y pobre contenido, la propuesta nacional del PRO para dichos territorios. La misma se realizó teniendo en cuenta solo los datos obtenidos de CABA (muy diferentes a los de otras áreas del país), y también con una visión recortada en la cual las villas y asentamientos son, a priori, lugares en donde se afincan extranjeros recién llegados y delincuentes asociados al narcotráfico, fenómeno que en esa combinación solo se da en algunos barrios de las grandes ciudades, pero particularmente en CABA. De esta forma vivir allí es parte de una antiquísima estigmatización, a la cual ahora le agregan la cuestión xenofóbica y la de seguridad, obviando que dentro estos barrios son zonas liberadas por parte del Estado.
De la elaboración de la propuesta participaron; la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) y otras expresiones de similar tinte corporativo. Uno de los motivos de tal interés radica en que con la regularización dominial estos barrios informales ingresan al mercado formal de tierras y por ende los ubicados en zonas mejor localizadas en cuanto a su accesibilidad pueden ser atractivos para los inversores, mucho más si se acompaña esto de una “flexibilización” de las normas de Planeamiento Urbano; pretenden aprobar en estos días una ley que dicte la supremacía del Plan Urbano Ambiental (PUA) sobre el Código de Planeamiento Urbano (CPU), con el objetivo oculto de poder dictar ciertas normas urbanísticas sin pasar por el poder legislativo.
Por otra parte los programas para villas y asentamientos son una buena excusa para buscar financiamiento externo, que ya fue anunciado anticipadamente, y que luego se dirija en su mayor parte a consultoras y constructoras asociadas. La gestión de la ciudad ha abusado en la contratación de consultoras, tercerizando incluso el control de obra, produciendo un ninguneo hacia los recursos humanos estatales.
En cuanto a problemas de competencias de jurisdicción, creemos que ha llegado el momento, sin excusas de ningún tipo, de avanzar en la regularización y posterior urbanización de villas y asentamientos que se encuentran sobre terrenos nacionales. El caso más emblemático, el de la villa 31 y 31 bis, desde al año 2009 espera ver materializado lo que dispone su ley de urbanización, la 3343, que ha quedado presa de peleas y disputas entre el gobierno nacional y el local.
En cuanto a la distribución presupuestaria planteada, no podemos más que observar que lo realizado en la ciudad, no es de lo más prometedor. Teniendo en cuenta además que la participación anual del área de vivienda en relación al presupuesto total de la ciudad en diez años paso de representar el 5.3% al 2.4%. Según tratados internacionales de DDHH, a los cuales la Argentina y la CABA adhirieron, las autoridades nacionales y locales tienen la obligación de utilizar el máximo de recursos disponibles para garantizar el acceso al derecho a la vivienda, especialmente de las personas más vulnerables. Saquen sus conclusiones.
Todavía no sabemos en qué lugar del organigrama se ubicara la Secretaria de Hábitat, ni donde estarán ubicados los programas de vivienda, ya que el Ministerio de Planificación no formara parte de la estructura del nuevo gobierno. Pero sí sabemos que no hay intención de crear un Ministerio de Vivienda a nivel nacional, ya que al menos no ha sido anunciado como parte de la nueva estructura. En su propuesta, el PRO critica la gran cantidad de programas existentes y define que va a centralizarlo; difícil de creer ya que en la ciudad hicieron lo opuesto, desguazando el Instituto de Vivienda y creando cinco áreas que atienden la problemática del hábitat.
La gestión del presidente electo en la Ciudad de Buenos Aires en materia habitacional ha sido la más regresiva política social implementada por esta administración, a cargo de personas sin experiencia ni vocación en la problemática, para muestra un botón, Roberto Apelbaum, primer presidente del IVC, venía de un cargo ejecutivo en IRSA, ya mayor expresión del extractivismo urbano.
Los mismos que sostienen que han urbanizado los barrios Inta, Piletones y Cildañez, (vale remarcar que lo hecho es entrega de títulos y pequeñas obras de mejoramiento barrial, sin participación vecinal –salvo las cooperativas amigas de la gestión, que sobrefacturan todas las obras- y sin un plan de urbanización serio) en 8 años, ahora pretenden que creamos que van a urbanizar 100 villas al año. Ya lo decía Juan Domingo Perón, del único lugar de donde no se vuelve es del ridículo.