Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros
En el marco del 25 de noviembre, día internacional por la eliminación de las violencias contra las mujeres, Marcha se propone un recorrido nuestroamericano con quienes se organizan y resisten las opresiones desde el movimiento de mujeres y feminista. En esta entrega, las voces de mujeres organizadas de Colombia, Chile y Perú.
Las mujeres son las principales víctimas del conflicto armado
“El panorama para las mujeres en Colombia es preocupante” advierte la colombiana Carolina Pineda integrante del Congreso de Los Pueblos Capitulo Argentina. Y continúa “no sólo por la precaria situación social y económica; sino por los niveles de violencia a los que estamos expuestas dentro del conflicto armado y fuera de este.
Para Pineda “las mujeres son las principales víctimas del conflicto armado” y según nos explica “la Unidad de atención y reparación a víctimas, ha registrado hasta octubre 30 de 2015 que, de las 7.620.114 víctimas 3.657.438 son mujeres, de las cuales 438.906 han sido asesinadas, 72.910 han sufrido desaparición forzada y 9.892 han sido víctimas de delitos contra la libertad e integridad sexual”. En ese marco, explica que “el conflicto armado interno afecta especialmente a las mujeres campesinas, indígenas, afrocolombianas y desplazadas quienes, en muchas ocasiones, sufren discriminación múltiple por motivos de sexo, de origen étnico y por su condición de vulnerabilidad. Estas situaciones también incrementan las condiciones de desigualdad, exclusión y pobreza”.
-¿Cómo caracterizarías la violencia hacia las mujeres en Colombia?
Entre los tipos de violencia se incluyen la violación y la esclavitud sexual, los abortos forzados, o desnudez forzada. También son graves las amenazas a las mujeres y a sus organizaciones, realizadas por los grupos armados ilegales, particularmente, los grupos paramilitares, la imposición de trabajos domésticos forzados y de códigos de conducta. Esta situación, además de reflejar los estereotipos sexistas y los perjuicios culturales existentes en la población, impide el goce de los derechos de las mujeres y dificulta la participación de éstas en las esferas públicas.
De otro lado, según medicina legal, 41.802 mujeres sufrieron violencia de pareja en 2014; y en el 85% de los casos de violencia intrafamiliar en ese mismo año, las víctimas fueron mujeres y niñas.
La violencia contra las mujeres en todos los escenarios de la vida, es sistemática y generalizada y constituye hoy una grave violación de derechos humanos, que se encuentra desatendida por parte del Estado.
-¿Cómo hacen frente a esta situación las mujeres organizadas?
Las mujeres resisten. En el contexto del conflicto armado, la agenda de las mujeres está copada por los reclamos de verdad, justicia y reparación; procesos de resistencia y reconstrucción colectiva sobre la reivindicación de la paz con justicia social y visibilización del impacto desproporcionado y diferencial de la guerra sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres, se encuentran en todos los territorios del país. Ahora, existe un movimiento importante para visibilizar la violencia doméstica y de pareja, la violencia sexista en las calles y en la casa y en particular los feminicidios.
Este 25 de noviembre, más de 5 mil mujeres pertenecientes a cuarenta y dos organizaciones sociales de todo el país, realizarán una marcha para expresar su apoyo al proceso de paz en el marco del Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Tal como han expresado en un comunicado “Sabemos que la Paz no pasa exclusivamente por el fin de la guerra, pero sabemos también que la lucha por los derechos de las mujeres se podrá desarrollar de manera más efectiva en ausencia de los horrores generados por el conflicto armado”.
Violencia machista en Chile: ¿Cómo la enfrentamos las mujeres?
Alondra Carrillo pertenece a Acción Libertaria de Chile, al preguntarle la actual situación de las mujeres en su país, recuerda “hace un año, para estas fechas, Chile contaba con su femicidio número cincuenta y uno. Este año, nos enfrentamos a la fecha con cincuenta y dos” anticipa. “La mayor parte de estos femicidios son casos en que la violencia sistemática ejercida contra la mujer no fue denunciada- confirma- sólo cuatro de los casos conocidos este año, eran casos en los que había una denuncia contra el agresor, las que no llegaban a puerto o en las cuales las condenas eran imposibles de fiscalizar, lo que volvía ineficaz a la legislación.”
Es así que para la activista, “la violencia contra la mujer en Chile -como en cualquier lado- no empieza ni termina en los femicidios, que es la más brutal de las expresiones que el patriarcado tiene en distintos ámbitos de la vida chilena”.
-¿De qué otras formas se expresa la violencias hacia las mujeres?
Una de las demandas que ha tomado centralidad este año, es la demanda por el fin del acoso callejero, levantada por el Observatorio de Acoso Callejero, una organización no-gubernalmental que estuvo dedicada a visibilizar la realidad cotidiana de las mujeres en Chile, quienes no pueden hacer plenamente uso del espacio público. Este año se realizó la primera encuesta nacional de acoso callejero, que arrojó como principal resultado que un 71% de las mujeres encuestadas ha tenido experiencias de acoso que consideran traumáticas.
-¿Cuál es el accionar que están llevando a cabo las organizaciones de mujeres al respecto?
Muchas de las actividades levantadas por las organizaciones de mujeres y feministas en Chile, desde las organizaciones más radicales agrupadas en la Coordinadora Feministas en Lucha, hasta el feminismo institucional de MILES y la Red Chilena contra la Violencia Hacia la Mujer, han ido en la dirección de visibilizar y denunciar distintos aspectos de la realidad de subordinación en la que se encuentra la mujer en nuestro país.
Algunos de estos procesos han ido en la dirección de cuestionar el componente sexista que hoy tiene la educación chilena, iniciativa que fue impulsada el año 2014 a través del Congreso Nacional por una Educación No Sexista, y que este año ha visto frutos en diversos trabajos a nivel nacional, tanto en la educación superior como en los establecimientos secundarios, en los que se han realizado charlas y talleres, así como se han elaborado protocolos contra la discriminación de género y contra el acoso sexual.
Por otra parte, la campaña levantada este año por la despenalización del aborto, en parte enmarcada en el proceso de discusión de la nueva legislación que despenaliza el aborto en tres causales, estuvo orienta a enfrentar la violencia estatal hacia las mujeres que impone la maternidad obligatoria y desconoce la soberanía de la mujer sobre su cuerpo.
Enfrentando cotidianamente al capitalismo colonial y patriarcal
Mar Daza es activista feminista y ambientalista del Programa Democracia y Transformación Global (PDTG) de Perú, al reflexionar sobre la violencia hacia las mujeres expresa “parece ser que a medida que crece el extractivismo neocolonial crece también el fundamentalismo patriarcal, ambos sistemas vienen articulando y profundizando las diversas violencias contra las mujeres”.
-¿Cuál es la situación de las mujeres en Perú que dan cuenta de esa afirmación?
Faltando pocas horas para el 25 de noviembre, día en la que se conmemora la lucha contra las violencias hacia las mujeres, el Congreso de la República, con seis votos a favor -de congresistas fujimoristas y de la derecha conservadora ligada a la jerarquía de la iglesia católica- y cuatro en contra archiva por segunda vez un proyecto de ley para la despenalización del aborto en caso de violación sexual. Una ley que contaba con 60 mil firmas ciudadanas de respaldo además de una intensa organización social de más de 3 años como parte de la Campaña Déjala Decidir.
-¿Y quiénes son las más afectadas?
El año pasado se registraron 19, 406 denuncias por violación sexual a mujeres, un promedio de cincuenta y tres violaciones por día, perpetradas en su mayoría por personas de sus entornos familiares. Donde el 71% de las víctimas de violación a menores de edad, que en muchos casos terminan embarazadas y abortan clandestinamente; y con una tasa creciente de mortalidad a causa de abortos mal practicados, el aborto es un derecho fundamental para las mujeres, una garantía de libertad y dignidad humana y una responsabilidad urgente en materia de salud pública y justicia que el Estado se niega asumir.
De la misma forma como se niega incluir los derechos para mujeres lesbianas en el Plan Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres recientemente aprobada, o a hacer justicia y reparar civilmente a más de 2 mil mujeres denunciantes (de una población aproximada de 200 mil) por haber sido esterilizadas forzadamente en el gobierno de Alberto Fujimori y por mandato suyo a partir de la “Ley general de población”. Mujeres que en su mayoría fueron quechuahablantes de territorios indígenas y campesinos empobrecidos en las regiones del sur, centro y norte del país, donde años previos se desató la violencia política dejando a más de 4,289 mujeres víctimas de violencia sexual por agentes subversivos y de las fuerzas estatales según la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Casos que un número de diescinueve están judicializados sin tener ninguna sentencia efectiva, víctimas que vienen siendo, junto con el movimiento de derechos humanos, vapuleados por sectores políticos de corte patriarcal y fascista con poder de facto en el país.
-¿Cómo caractarizás esta relación extactivismo neocolonial-patriarcado a la que haces mención?
Se desconoce la responsabilidad por los despojos, la contaminación y degradación ambiental y la explotación social que se está viviendo en territorios donde se llevan a cabo megaproyectos de extracción de “recursos naturales”. Como recientemente lo denunciaron las comunidades de Espinar en Cusco, donde mujeres con alto contenido de metales pesados en su sangre producto de la operación minera, entre ellas Santosa Ñuñoncca y Melchora Surco, querellaron al Estado por incumplimiento en su obligación de no atender a ciudadanos/as en peligro y por indemnización.
Con el argumento del crecimiento económico el Estado peruano proyecta quintuplicar la inversión privada en este rubro para los próximos 50 años generando no solo destrucción de la naturaleza si no también acentuando la desigualdad estructural, las múltiples opresiones, y en respuesta, las luchas por la defensa de la vida. Luchas a las que las mujeres no somos ajenas.
-¿Por ejemplo?
Así lo ejemplifica Máxima Acuña y Mirtha Vásquez, la primera mujer campesina defensora del derecho sobre sus tierras y de vivir a base de actividades no extractivas como de la agricultura, que se niega a venderlas al proyecto minero Conga, y la segunda su defensora. Ambas de Cajamarca, zona de la “gran y moderna minería” y la más empobrecida del país, enfrentan a dos de las más grandes empresas extractivas de capitales nacionales y extranjeros: Yanacocha y Conga y detrás de ello a una economía de violencia y muerte sobre nuestros cuerpos y territorios.
-En ese marco, ¿cuál es el accionar del movimiento de mujeres?
Así como ellas, hay muchas más mujeres de un movimiento cada vez más grande, diverso y resonante, donde confluimos feministas, ambientalistas, lesbianas, jóvenes, estudiantes, campesinas, indígenas, mujeres racializadas y más, que sabemos que cuando enfrentamos a las violencias de estas empresas y corporaciones transnacionales, del Estado capturado por el mercado o a los poderosos sectores fundamentalistas racistas y misóginos enquistados en instituciones y con influencia en imaginarios sociales, estamos también enfrentando cotidianamente al capitalismo colonial y patriarcal. Y por eso seguimos.
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