Por Noelia Leiva // Arte: Pitu Saá, Foto: Giulia De Luca
La colección “Antiprincesas” publicará la semana próxima su tercer libro. Esta vez, será Juana Azurduy la protagonista. Tras una intensa investigación, se cumplió el objetivo de rescatar a las mujeres que lucharon por una América más justa.
Ni calabazas que se convierten en carroza, ni príncipes azules o vestidos dorados. Los cuentos que Chirimbote y Sudestada publican bajo la colección “Antiprincesas” rescatan a “mujeres reales” que se comprometieron con un sueño de liberación y por eso ganaron un lugar en la historia. Es un relato del pasado que adopta una perspectiva nuestroamericana, lejos de los estereotipos eurocéntricos y patriarcales. Las protagonistas “traspasaron los límites que les imponían, trascendieron su época”, dice Nadia Fink, la autora, sobre Frida Kahlo y Violeta Parra, de las que escribió en las primeras dos ediciones. Llega la tercera integrante del podio: Juana Azurduy, una vida de luchas.
Menos de medio año en la calle convirtió a “Antiprincesas” en un éxito por su novedad. Es que revive las acciones de mujeres de otros siglos con un código literario infantil e ilustraciones de Pitu Saá, pero lejos de los lugares comunes de los cuentos de hadas. Hubo una investigación basada en los datos documentados de la biografía de cada personaje para elaborar textos que funcionaran como medio para atrapar a las nuevas generaciones. Si de lideresas se trata, Juana no podía faltar. Por eso su historia llega la semana próxima a mano de los lectores y las lectoras (ver “Adelanto exclusivo para Marcha: Juana Azurduy”).
-Una característica que sorprende es que las historias se encaran desde datos cotidianos que no suelen contarse en las grandes biografías. ¿A qué se debe?
-Quisimos insistir en que fueron mujeres reales, para contrarrestar esto de lo heroico y lo superlativo con las rupturas y la trascendencia de las que somos capaces las mujeres todos los días. Ellas son conocidas y otras mucho más anónimas. Por eso nos detenemos en esos pequeños detalles que no sólo componen un personaje sino las personas que fueron.
-¿Qué de esa lectura de los detalles se puede destacar de Juana Azurduy?
–Va a haber mucho de eso no sólo porque Juana tuvo una vida apasionante más allá de cómo se la cuente sino porque tuvimos la suerte de que desde Bolivia nos enviaran libros con nuevos documentos sobre su historia, que ayudan a conocer esa Juana cotidiana que vivió entre la familia y la batalla, entre la liberación y el exilio. Una historia increíble
-¿Este tipo de herramienta no estaba sobre las anteriores protagonistas?
-Fue bastante particular porque, a diferencia de Violeta y Frida, Juana no tuvo una investigación previa (en la bibliografía histórica local). Cuando terminé de leer lo publicado en Argentina, que son tres libros, nos mandan estos cuatro libros desde Bolivia. Hubo que recomenzar el trabajo porque empezamos a jugar con estas formas de construir la historia. Acá se había escrito con un tono más bien novelado sobre ella, que es bellísimo para acercarse a la historia, pero no estaba tan documentado como otras biografías. Logramos jugar con ambas formas de acercarse a un personaje.
En la lucha
Frida luce orgullosa con su cabellera tupida y oscura, sus cejas que enmarcan ojos profundos. Viste ropa de su zona, México, con colores fuertes sobre caderas con presencia. Violeta mira el infinito, aferrada a su guitarra. No hay hadas madrinas en las entregas, pero sí amor y tristeza, proyectos, distancias, familia, terruño. Juana es mujer, madre y guerrera. Empuña una espada en su mano derecha mientras con la izquierda se ciñe a un caballo blanco, y en su vientre hay una vida en gestación. Bajo sus huellas, lo que se gesta es un manifiesto de libertad.
-El nombre de la colección indica que las protagonistas no son las princesas de los cuentos tradicionales. ¿Son, en cambio, heroínas?
-Frida y Violeta no son princesas tal como las conocemos. Jugamos con que Frida es nuestra princesa azteca y Violeta es nuestra princesa nómade. Puede ser que se trate de heroínas. Está más presente en Juana lo heroico, porque creo que ese concepto tiene que ver con cómo se pone el cuerpo, lo que es evidente en las luchas por la liberación que ella llevó adelante. Son mujeres que traspasaron los límites que se les imponía, trascendieron mucho a su época. Frida era particularmente moderna y por eso esta visión tan icónica de su figura perdura hasta nuestros días. Violeta era una campesina desalineada y eso hizo que se conociera menos su figura.
–Ambas tienen una vocación artística como punto en común.
–Sobre todo la conciencia profunda del arte popular, una en la pintura y otra como cantautora. Violeta fue una buceadora de la cultura popular de Chile. Ella hizo un trabajo antropológico para devolverle al pueblo las canciones que se iban perdiendo. Fue la precursora de la nueva música chilena, que quedó trunca por la dictadura feroz que se instaló (con Augusto Pinochet).
Y viene Juana Azurduy, un nombre que comenzó a ser rescatado en las últimas décadas de apuesta política a la integración americana. Porque la producción literaria es hija de su coyuntura. Los datos sobre ella no abundan, pero a Fink le alcanzó para que, como propone, se “abra la puerta de la historia” y se quede como legado para quienes lean.
Para más info: Editorial Chirimbote