Por Andrea Nathalie Mila
El próximo jueves 19 de noviembre se conmemora el día mundial para la prevención del abuso a niñas, niños y adolescentes. Fecha en que desde hace varios años en la Argentina diferentes agrupaciones civiles han tomado como jornada de visibilización del abuso sexual en la infancia.
Mucho tiempo ha pasado para que la presión ejercida por las organizaciones de lucha contra el abuso sexual a niñas, niños y adolescentes se tradujera en Ley Nacional Nro. 26.316, sancionada en el año 2007, que insta al 19 de noviembre como Día Mundial para la Prevención de Abuso a NNyA. Si bien la conmemoración del este día abarca al abuso en su espectro más amplio, desde el maltrato hasta al abuso sexual, sigue siendo necesaria hacer notoria la lucha que se viene llevando a cabo. A nivel nacional, se han implementando diferentes campañas para poner en agenda la tan denostada golpiza a niños y niñas, sin embargo el abuso sexual sigue siendo una problemática silenciada, ocultada, y mayormente invisibilizada. Aún hoy, se siguen considerando delitos dentro del ámbito privado.
La necesidad de seguir visibilizando se enmarca en que 1 de cada 5 niños, niñas ha sufrido abuso sexual antes de llegar a los 18 años de edad, y que el 85% de los abusos son intrafamiliares o sea que se dan en el interior de la familia principalmente por parte del progenitor o varón de vinculo familiar cercano.
Como activista feminista y sobreviviente, en este camino de lucha contra el ASI (Abuso Sexual en la Infancia), he entendido que el abuso es un dispositivo de disciplinamiento más del sistema patriarcal y adultocentrista que pone a mujeres, niñas y niños en el lugar de objeto y de minorías vulneradas.
En dialogo con Jorge Garaventa, psicólogo perito especializado en el abordaje de ASI, nos relata que una herramienta de prevención para la no reproducción del abuso sexual bien podría ser la implementación concreta de la Ley de Educación Sexual Integral, la cuál debería implementarse con perspectiva de género desde el jardín de infantes hasta la secundaria.
Rompiendo por consiguiente con los estereotipos y abarcando a toda la comunidad educativa, desde padres, madres y docentes. También reconoce que para hacer prevención se debe estudiar, cómo se constituye la subjetividad del abusador y desde allí abordar el trabajo con la familia.
Cuando se logra clarificar la subjetividad del abusador se llega a derribar al denominado monstruo, ya que en realidad los abusadores son sujetos productos de esta sociedad patriarcal. Cuando se dice que los abusadores y femicidas son sujetos comunes y corrientes, y que no se puede establecer un perfil previo, estamos diciendo que son productos de ésta sociedad. Por lo cual, la misma debiera responder ante esto.
Es importante considerar que las conductas propias del abusador van seguir desarrollándose mas allá del abordaje que a este se le dé. No es la intención justificar sus actos cuando se intenta estudiar la constitución del mismo, sino que la búsqueda apunta a que la sociedad pueda entender cómo se engendra y en qué contexto, dejando así de naturalizar la hegemónica desigualdad de poder. Entendiendo en consecuencia que los agresores sexuales no son enfermos psiquiátricos, son hijos sanos de este sistema patriarcal, por lo tanto, son padres ejemplares, buenos vecinos, magníficos docentes. Desde esta perspectiva es que debe desarrollarse el análisis.
Cuando se invisibiliza al abuso también se lo hace con sus consecuencias, las cuales se asemejan a la tortura por el daño psíquico y físico que ocasiona a las víctimas. Una gran mayoría de las personas afectadas por esta triste realidad no pueden mencionar al abuso hasta que un factor externo haga visible este flagelo vivido. Esta medida de autoprotección, se genera en gran parte porque estos adultos y adultas no han encontrado en su niñez una persona que les crea y ayude en su camino de reparación. No han podido encontrarse con un adulto, adulta protector.
Una vez iniciado el periodo de la adultez de aquellas víctimas de abuso, debería de abordarse una pronta búsqueda de sanación, ya sea desde la iniciativa personal como la intervención de sus seres cercanos y profesionales especializados. En gran cantidad de oportunidades la ausencia de la misma puede conllevar a consecuencias considerablemente más graves. Un significativo sector de sobrevivientes ha encontrado la reparación en el empoderamiento personal a través de la empatía grupal, la reformulación de la propia historia para visibilizar al abuso, el acompañamiento de victimas y el potenciamiento de las voces para que puedan transformarse en sobrevivientes.
Para poder empezar a modificar las atroces estadísticas que enmarcan a esta realidad, también es primordial poder enfatizar en las responsabilidades de cada una de las instituciones tanto aquellas pertenecientes a lo público como a lo privado. Acentuando la principal responsabilidad al Estado, quien debe bregar y garantizar el cumplimiento de la Ley Nro.26061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, como la Ley Nacional Nro. 26150 de Educación Sexual Integral. Haciendo a un lado las concesiones y demandas que reclaman las instituciones eclesiásticas, quienes son las principales encubridoras de pedófilos.
A su vez, es imperiosa la ejecución de programas de capacitación para todos los operadores judiciales que intervienen desde la primera instancia judicial, para darle finalización a la revictimizacion constante, tanto para con las madres protectoras, como para con las valientes niñas y niños que se animan a contar lo que les tocó vivenciar.
Es por esto que desde el amplio espectro de organizaciones civiles, sociales y feministas, abocadas a la problemática, nos mancomunamos en el día a día y específicamente el 19 de noviembre para combatir este flagelo. Rompiendo con el silencio instaurado, acusando a la justicia cuando desoye las voces de los NNyA, acompañando a las víctimas y sobrevivientes y continuando con el reclamo hacia el Estado, la sociedad civil, los medios de comunicación para que se hagan responsables de la problemática preponderándola en su agenda política.