Por Francisco Longa
El candidato a presidente adelantó varios de los nombres que ocuparían su gabinete nacional. Sorpresas, conflictos internos y avisos acerca de un futuro presente.
Al cierre de las campañas todos los candidatos buscan mover el amperímetro a partir de los anuncios estruendosos. Muchos de estos anuncios luego no se traducen necesariamente en políticas de gobierno. El caso más palpable son el millón de viviendas que tanto Scioli, como Macri y Massa prometen construir en 4 años. Ni sumando las mejores voluntades podría llevarse a cabo tamaña desmesura, sobre todo en comparación con las escasas viviendas que impulsaron, de hecho, en los distritos que ya gobernó cada uno.
Pero la cuestión de los nombres y los gabinetes siempre tiene un impacto particular. Tal vez se suponga que el margen de acción de las personas a nivel individual puede torcer un proyecto político general, aunque es innegable que Nilda Garré o Sergio Berni al frente de la Seguridad nacional suponen enfoques distintos. En ese marco, esta última semana Daniel Scioli se despachó con un conjunto de anuncios de su futuro gabinete en caso de alzarse con la presidencia.
La lectura mas extendida dice que a Scioli ser ungido por Cristina le alcanzó para hacerse de los votos kirchneristas más puros, pero distanciarse de figuras emblemáticas del gobierno de Cristina le granjearía votos no kirchneristas, ampliando su caudal electoral.
El dato de mayor relevancia de la última semana es que la mayor parte de los ministros que anunció el gobernador serían más representativos del sciolismo que del kirchnerismo, si pudiéramos establecer con claridad las fronteras entre uno y otro. Algunas de las designaciones que Scioli hizo generaron más impacto que otras.
Horacio Verbistky en Página/12 sostuvo días atrás que “algunos anuncios y trascendidos sobre el gabinete de Scioli señalan puntos de colisión con el kirchnerismo”. Principalmente en lo relativo a Justicia, seguridad y derechos humanos, donde el gobernador anunció a Ricardo Casal en Justicia, Alejandro Granados en Defensa y Sergio Berni en Seguridad.
Granados es el actual ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Es conocido por su menemismo, tan histórico como su apego a la mano dura. Unos años atrás, luego de haberse tiroteado con delincuentes a los que en declaraciones públicas “lamentó no haber matado”, llamó a la población a armarse bajo la explicación de que “estamos en guerra con ellos (los delincuentes) y la guerra hay que librarla: es a matar o morir”.
Casal es en la actualidad ministro de Justicia de la provincia y pasaría a la misma cartera pero del Estado nacional. Su actual gestión en el mayor distrito del país deterioró aún más las condiciones de vida carcelarias, multiplicando tanto la tasa de presos como la cantidad de muertes por conflictos intracarcelarios.
La sugerencia de que Sergio Berni ocupara la cartera de seguridad nacional, justo al otro día en que la policía bonaerense reprimiera por primera vez en sus 30 años de realización una marcha en el Encuentro Nacional de Mujeres, en Mar del Plata, también abrió un abanico de cuestionamientos desde sectores de izquierda y progresistas. Demasiada simbología en apenas una semana.
La cuestión de la economía se ganó el centro de la escena, en la medida que sobre dicha área se asienta el principal dilema acerca del recambio presidencial: la cuestión del ajuste. Por eso a nivel económico Scioli gustó de mostrarse en público con economistas de talla conservadora como Miguel Bein. No obstante, la opción anunciada de Silvina Batakis como futura Ministra de Economía parecería ser una formula de consenso entre el duro Kicillof y el blando Bein.
Pero igual de resonante que este y todos los nombres anteriores es también la cuestión del estilo. No agregamos nada nuevo al decir que Scioli tiene un estilo de diálogo y apertura frente conglomerados políticos y empresariales con los cuales Cristina confronta. En tal sentido, tal vez más significativo que el nombre de su ministra de economía haya sido que decidió ungirla en un programa de la tarde de Canal 13, propiedad del grupo Clarín. Y todavía hay más: ese mismo día Scioli fue con la elegida Batakis hasta la redacción del diario Clarín, brindó una entrevista y posó para la foto en la redacción del diario más vendido del país. Detrás de Scioli y su ministra se podía ver una antigua tapa del diario enmarcada y colgando de una pared. La tapa reflejaba alguna de las marcha opositoras al estilo del 18J y su título decía: “Otra masiva protesta contra el Gobierno”.
Volver al futuro
Estas designaciones y énfasis en los gestos de diálogo con sectores concentrados del poder dominante generaron conflictos y malestar respecto del gobernador al interior del kirchnerismo. Es del todo evidente que el gabinete de la provincia se mudaría casi en forma intacta hacia la nación y que no hay integrantes de las agrupaciones kirchneristas más movilizadas entre sus nombres, aunque el nombre de Emilio Pérsico, del movimiento evita, rondó como posibilidad para el supuesto y futuro ministerio de la Economía Popular.
También es fácil de advertir que una serie de declaraciones de militantes y referentes del kirchnerismo movilizado, como Fernando “Chino” Navarro, que dijo: “Nosotros no decimos el candidato es el proyecto, decimos el candidato es Daniel Scioli”, no hace más que evidenciar una disputa por ganar lugares de cercanía respecto del posible futuro Presidente.
No obstante, por un lado no creemos que esto lleve necesariamente a un agrietamiento del espacio kirchnerista, que ha sabido en muchas ocasiones sintetizar hacia adentro sus malestares y diferencias, aunque las internas estén provocando eco.
Por otra parte, quienes alcen la voz sorprendidos por los anuncios de Scioli no pueden obviar un dato que el propio ministro de economía, Axel Kicillof, brindó días atrás en la TV Pública: tomando el caso de Batakis como posible signo de cambio, sostuvo que es actualmente “la ministra de economía del 40 por ciento de la población argentina”, aludiendo a la cantidad de habitantes de la provincia de Buenos Aires.
Si partimos de ese mismo y verdadero razonamiento, Casal, Granados y Scioli son desde hace varios años los representantes del poder ejecutivo del 40 por ciento del país. Es decir que el giro conservador, si se produjera, tampoco tendría tanto de giro para una parte más que importante de la población.