Por Mario Hernández.
El escenario económico nacional es una preocupación de cara a las elecciones presidenciales. A menos de dos semanas, Julio Gambina analiza el impacto de los discursos políticos sobre la matriz ministerial a la que nadie se le anima a ponerle nombre.
–Clarín publicó una editorial de Luis Rapoport donde se inclinaba por aplicar una política de shock, desaconsejando el gradualismo propuesto por Daniel Scioli. Paralelamente algunas declaraciones cercanas a Daniel Scioli, como Julián Domínguez, proponen la suspensión de las retenciones al trigo y al maíz. Por su parte, el posible canciller dentro del gobierno sciolista, Juan Manuel Urtubey, señaló con contundencia la necesidad de acordar con los fondos buitres que provocaron respuestas por parte del jefe de Gabinete así como aclaraciones del ministro de Economía. ¿Cómo ves todo esto?
-Todavía es prematuro, todavía hay que ver los resultados de las elecciones del 25 de octubre, si hay o no segunda vuelta; con qué mayoría en primera o segunda vuelta, gana quien gane. En función de ese consenso político que se logre será cómo se van a implementar las políticas a futuro. Diría que con la fotografía de hoy, todo indica que va a haber políticas graduales y que no va a haber grandes conmociones. Una sintonía de eso es el corrimiento del discurso del propio Macri a aceptar cosas que no aceptó hasta hace muy poco, como algunas políticas sociales y estatizaciones por parte del kirchnerismo.
También habrá que ver cómo queda configurado el Parlamento, ya que pueden haber muchas más sorpresas en el sentido que los que no compiten con posibilidades para ser gobierno, sí pueden competir para colocar más legisladores. Puede ser que el oficialismo actual pierda legisladores y entonces la situación no va a ser tan sencilla.
-Los sindicatos y el debate sobre el impuesto a las ganancias es otro tema que marca la agenda.
-Si, creo que en estos años por múltiples razones se han fortalecido las organizaciones sindicales. Este año resultó muy difícil para las patronales y para el propio gobierno, disciplinar a las agrupaciones sindicales en la demanda por paritarias y ajustes salariales. Esto no permite dejar en claro cual será el resultado del clima de defensa de esas conquistas por parte de las organizaciones sindicales, o que estas se deterioren.
El impuesto a las ganancias fue otro de los temas relevantes que ahora está en un impasse por el período de elecciones. Pero es una reivindicación que va a resurgir con mucha fuerza. El proceso inflacionario se mantiene mientras que la presión del movimiento de jubilados por lograr ajustes hacia el 82% móvil, es otro tema que va a estar latente. Inclusive el tema de la política social, es muy probable que los sectores que viven de subsidios salgan a reclamar actualizaciones de las prestaciones sociales que hoy son de subsistencia. Pero este punto no creo que sea tan sencillo ya que es una ecuación política más que económica. Fijate cuánto le ha costado al gobierno actual disminuir o eliminar subsidios que gran parte de la población está de acuerdo en sacar, sobre todo aquéllos en materia de tarifas de energía, que son muy importantes en la Ciudad de Buenos Aires y no necesariamente para los sectores empobrecidos.
-¿Y cómo creés que se instalarán estas demandas sociales?
-En mi opinión aquello que motivó la crisis del 2001, que fue la efervescencia y movilización popular, es un tema que está latente, suspendido en términos generales producto de algunas concesiones que se han logrado en el último tiempo: como es el crecimiento del empleo industrial, del empleo estatal y la realización de paritarias, que muchas veces es planteado desde el Gobierno como algo otorgado por ellos mismos. En cambio, yo me animo a decir que fue producto de la pelea y la lucha que generaron las condiciones políticas a la salida de la crisis de 2001 y 2002. Por lo tanto, eso que se considera como beneficio social, es muy difícil de sacar.
Entonces más que gradualismo o shock, lo que va a haber en cualquiera de los candidatos que asuma la presidencia en la Argentina, va a ser una búsqueda de préstamos del exterior. Y aunque no lo digan, todos están a la búsqueda de negociaciones con los acreedores que no entraron al canje, los holdouts o fondos buitres. En este sentido, el tema central al que hay que prestarle mucha más atención es a la reinserción de la Argentina en el mercado de deudas, algo que ya está haciendo este Gobierno.
¿Yanquis go home?
–Se hablaba de que se había ampliado el swap chino en 2 mil millones de dólares. Pagamos el Boden 2015 por casi 6 mil millones de dólares, lo que representa una caída importante de las reservas. El Banco Central vendió en septiembre otros 1.800 millones a particulares. ¿En qué nos beneficia, dentro de este cuadro crítico de las reservas, la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas relativa a la restructuración de la deuda soberana, alrededor de la cual se ha hecho bastante alharaca a nivel gubernamental?
-Lo que se ha votado es un conjunto de principios generales nada más. Haciendo corta una larga historia, en 1985 o sea hace 30 años, Fidel Castro convocó a una Cumbre en La Habana para plantear un club de deudores y el no pago de la deuda. Esto en tiempos en que la deuda era con los bancos y por lo tanto, no pagar la deuda era no pagarle a los bancos. Los que quebraban eran bancos transnacionales de Europa, Estados Unidos o Japón. Si nos corremos en el tiempo hasta el 2001, la posición de Estados Unidos en el FMI llevada adelante por su representante, Anne Krueger, planteó crear mecanismos de negociación de deuda soberana, lo mismo que se acaba de aprobar ahora.
Entonces podemos decir que lo que hoy se festeja como un triunfo de la Argentina con el G77 en Naciones Unidas, es la posición de Estados Unidos del 2001 y es una decisión que la ONU no puede llevar todavía a la práctica. Del mismo modo que viene pronunciándose hace mucho tiempo en contra del bloqueo estadounidense a Cuba y prácticamente, en soledad, Estados Unidos la sigue bloqueando. O los plantos de Naciones Unidas a favor de la negociación dialogada de la soberanía sobre Malvinas, que Inglaterra desoye a pesar de que hay una cantidad apabullante de países que adhieren a la posición argentina.
-Entonces los logros no son tales…
-Quiero señalar con esto que Naciones Unidas puede aprobar una cantidad de temas, que pueden parecer muy interesantes. Pero la realidad es que no hay condiciones políticas por la condición hegemónica de los países imperialistas, principalmente Estados Unidos, para llevarlos a la práctica. Entonces, se plantea como un triunfo diplomático, lo cual es cierto, pero no es la posición que los países del sur del mundo planteaban en 1985 por el no pago de la deuda. Eso realmente perjudicaba a las entidades financieras que eran los principales acreedores.
-Para cerrar, ¿cuáles son las posiciones ante la deuda?
-Creo que el tema de la deuda es muy delicado tanto ahora como para el futuro, y a su vez, se habla muy poco de ella en el debate político económico de cara a la renovación presidencial. Un mecanismo del ajuste va a entrar muy asociado a que China incremente el swap, pero también a que algunas negociaciones con los organismos financieros internacionales faciliten créditos del FMI, del Banco Mundial, del BID y de algunos organismos internacionales y que eso de algún modo, morigere las condiciones del ajuste como ocurre hoy. Por lo tanto, eso puede disimular la profundización de la condicionalidad para ajustes permanentes recurrentes para que recién cuando se den las condiciones políticas de desarme de la capacidad de resistencia de los trabajadores/as, de los sectores populares y de los pequeños productores, vayan apareciendo otras determinadas medidas de ajuste.