Por Camila Parodi y Nadia Fink / Foto por Camila Parodi
Un repaso de la Mesa Latinoamericana de Feministas en Resistencia el marco del 30 Encuentro Nacional de Mujeres de Mar del Plata. Un espacio del ENM que crece año a año, el cual contó con la voz de referentes y experiencias feministas de distintas partes de Nuestra América.
La mesa Latinoamericana empezó pasado el mediodía del domingo. Mujeres: activistas, militantes sociales, artistas, luchadoras de distintos países de Nuestra América participaron de una instancia en la que la palabra que predominó fue “inspiración”. Cada historia, tejida como la gran historia de un continente, era referencia para la anterior o la siguiente. Y así un aquelarre alegre y de resistencia tomó forma durante algunas horas.
La primera voz fue la de Liliana Daunes, quien empezó leyendo el documento escrito desde la Coordinación Feminista de la Escuela del Abya Yala y convocado por varias organizaciones y colectivas feministas. Un documento que sirvió de racconto para traer al presente cada Encuentro Nacional de Mujeres pasado, que se instala en la agenda de las mujeres de la Argentina y América Latina como espacio amplio de debate, intercambio y consenso desde hace 30 años en distintas ciudades del país. “Estamos en Mar del Plata, en un momento histórico hecho de muchos otros momentos en los que las mujeres tomamos la vida en nuestras manos para escribir nuevas historias, e inventar revoluciones en las que nunca más podrán invisibilizarnos, porque nuestra presencia se ha vuelto inocultable y nuestra fuerza, incontenible” resonó en la Plaza de las Acciones Feministas mientras las mujeres allí presentes comenzaban a entregarse a la escucha.
Sin saber qué sucedería después, cuando por la noche, dispuestos a proteger la Catedral, un puñado de hombres neonazis amparados por la policía bonaerense (de uniforme y de civil) atacaría a jóvenes, doñas, niñas y niños, el documento recordaba la importancia del largo reclamo por la legalización del aborto: “Todavía no hemos logrado la aprobación de la Ley, presentada en cinco oportunidades por la Campaña, ninguneada por el oficialismo y por los sectores conservadores del Parlamento, bajo la presión de las políticas vaticanas. En este 30 Encuentro Nacional de Mujeres gritamos nuestra exigencia de que se apruebe una Ley de Aborto Legal Seguro y gratuito”.
La primera en tomar el micrófono fue Paola Salgado Pidrehaita. La abogada feminista colombiana estuvo presa durante dos meses en Bogotá, acusada de terrorismo y rebeldía, junto con doce jóvenes más. A ese grupo se lo conoció como a “Lxs Trece”, en un caso plagado de irregularidades en el que militantes sociales fueron detenidos y detenidas. Paola se refirió al encuentro como “un espacio para revitalizar, para revitalizarme… poder entender y ver lo que llamábamos las tres mujeres que estábamos detenidas y que aún estamos procesadas, ‘la fuerza de las mujeres’”.
El “Libertad, libertad, a las presas por luchar” se hacía oír por toda la Plaza Mitre. Las miles de mujeres que escuchaban atentas las palabras de la abogada acompañaban con sus cantos. Respecto de su detención, aclaró: “La cara visible ha sido el rostro de una mujer feminista, acusada de ser abortera, asesina de niños y ahora pone bombas en la capital de la ciudad. Y no es gratuito: la mediatización de nuestro caso, del cuerpo y de la imagen de las mujeres para seguir vendiendo, en una sociedad como la que tenemos en Colombia y en América Latina, que el enemigo está en cualquier lado y, sobre todo, que el enemigo puede tener rostro de mujer”. A pesar de que la causa sigue abierta y que la mirada de la justicia colombiana es absolutamente desigual, Paola recuerda que sigue “con la dignidad intacta y con la idea absolutamente clara de que si han intentado silenciarnos, el efecto ha sido el contrario”.
Fue otra vez tiempo de leer el comunicado. El recuerdo de los diez años del “No al ALCA” (Área de Libre Comercio de las Américas) y la creación (en plena apuesta de contraposición) de la Articulación de Movimientos Sociales del ALBA fueron el rumbo: “Nuestro feminismo popular, comunitario, latinoamericano, antimperialista, exige a los gobiernos que no firmen acuerdos de libre comercio, que anulen los ya firmados, y que establezcan contralorías sobre las deudas externas que tiendan a su anulación, por ser instrumentos de chantaje imperialista sobre nuestra soberanía, e instrumento de sistemático saqueo de nuestros pueblos”.
Y entonces la referencia de Hugo Chávez se hizo presente, como la Venezuela toda. Así, tomó la palabra Jelizbeth González, de la Escuela de Feminismo, Identidad y Sexualidad Revolucionaria y Socialista de Venezuela. Se refirió a la “guerra económica que vivimos hoy en día en Venezuela, que muchos medios de comunicación manipulan y malinforman”. En ese sentido, agregó: “Sí tenemos una guerra económica, pero no es por culpa de nuestro Estado: es por culpa de un estado burgués, capitalista, que no soporta que Venezuela, y las mujeres sobre todo, estemos apoderadas (y empoderadas) de nuestros espacios populares, de los recursos de nuestro país, de que nosotras construyamos viviendas, batamos el cemento, levantemos nuestras casas”.
“A construir, a liberar, el feminismo popular” fue esta vez el coro que se escuchó desde el otro lado del micrófono.
Desde Guatemala llegó la música de Naik Madera, un grupo feminista que tiene 12 años de existencia. “Vamos, amiga, no te detengas jamás…”, decía la canción, y luego relataron su cosmovisión: “Hoy es Junka en el calendario maya, hoy es el día de agrupar, de la red”. En un país donde el 65% lo conforma la población indígena y el 51% es femenino, “hay muchas lideresas comunitarias indígenas mayas criminalizadas, sobre todo por los recursos naturales”.
Un reclamo que se repite, una resistencia que se multiplica: los cuerpos y los territorios saqueados, abusados, violentados por los intentos de dominación. La explotación de los recursos naturales, el intento de dominación sobre los cuerpos, y el mismo cuerpo, también, haciéndole frente a las trasnacionales que intentan invadir las tierras, desplazar las comunidades, arrasar sin miramientos vidas y dignidades.
Por eso el comunicado recordaba: “La sororidad ha sido parte de nuestros encuentros como Feministas Latinoamericanas en Resistencia, porque tenemos la convicción de que las luchas por descolonizar nuestros cuerpos y territorios son las mismas en todo el continente”. Y en eso también se relacionó con Honduras: “proyectando el ejemplo de las Feministas en Resistencia de Honduras, que desde el 28 de junio de 2009 tomaron las calles como parte de su pueblo. Junto a ellas gritamos: ‘¡Ni golpes de estado, ni golpes a las mujeres!’”.
Y entonces Daniela y Laura, jóvenes hondureñas, fueron las que se hicieron escuchar: “Un golpe es un dolor rápido que llega al alma y hace gritar, un golpe es un dolor lento quemante, un golpe es un trauma, un golpe son varios miedos: miedo dentro y fuera del cuerpo, un golpe es volver en el tiempo y que la memoria se vaya al pasado y hable en clave y en voz baja, un golpe es la resistencia clandestina y pública”. Así abrió Laura, hija de Berta Cáceres, referente del COPHIN, y relató el avance contra los cuerpos de las mujeres que existe en su país: “Hoy tomarse una pastilla del día después es igual que matar a alguien. A alguien que no sea mujer porque el femicidio es uno de los más altos de América Latina: uno cada 3 horas”.
Daniela hizo hincapié en “el derecho que tenemos como mujeres de decir cuando no y cuando sí. Nadie nos va a venir a decir qué tenemos que hacer con nuestros cuerpos. Ahora se está llevando adelante la campaña de ‘Por qué yo decido’. Estamos en un contexto en el que hay mil violaciones, de las cuales el 90% son de padres o parientes muy cercanos”.