Por Leandro Albani
El periodista e historiador Manuel Martorell analiza la compleja situación en Turquía. Las razones del atentado del pasado sábado (el peor de la historia del país), la represión desatada por el presidente Erdogan contra el creciente movimiento kurdo y el escenario político de cara a las elecciones de noviembre.
El fin de semana pasado, Turquía se estremeció por un doble atentado ocurrido en su capital Ankara mientras se llevaba adelante una marcha por la paz convocada por el movimiento kurdo y otros pueblos del país. Hasta ahora, más de 100 personas murieron. El ataque no fue un hecho casual: desde las elecciones del 7 de junio pasado, la administración del presidente Recep Tayip Erdogan y su partido (AKP) recrudecieron la represión contra el pueblo kurdo.
“Este nuevo y sangriento ataque contra el pueblo kurdo no se diferencia mucho de los atentados de Diyarbakir durante las elecciones de junio o del de Suruc contra los jóvenes socialistas que iban a Kobani para contribuir a la reconstrucción de la ciudad”, afirma el periodista español Manuel Martorell en esta entrevista con Marcha.
Martorell, autor de los libros “Los kurdos. Historia de una resistencia” y “Kurdistán. Viaje al país prohibido”, analiza también la irrupción en el escenario político turco del HDP, partido impulsado por el movimiento kurdo junto a otras organizaciones, que obtuvo 80 escaños en la Asamblea Legislativa, un resultado considerado como un triunfo histórico.
Con una situación interna crítica, el próximo 1º de noviembre se desarrollarán en Turquía nuevos comicios, ya que no se pudo conformar un nuevo gobierno luego de las elecciones de junio.
– ¿Cuál es el objetivo del atentado ocurrido en Ankara?
– El objetivo del doble atentado de Ankara es hacer el mayor daño posible al movimiento político kurdo de Turquía, es un acto de venganza por el protagonismo y la fuerza que las organizaciones próximas al PKK, como el HDP o el PYD, están adquiriendo tanto en Turquía como en Siria. Este nuevo y sangriento ataque contra el pueblo kurdo no se diferencia mucho de los atentados de Diyarbakir durante las elecciones de junio o del de Suruc contra los jóvenes socialistas que iban a Kobani para contribuir a la reconstrucción de la ciudad. No es necesario que el gobierno de Erdogan explique por qué los yihadistas tienen tantas facilidades para atentar contra los kurdos mientras la policía y el ejército se concentran en una vasta operación militar en el Kurdistán. Erdogan lo dejó recientemente bien claro: para el gobierno turco el principal enemigo es el PKK y el Estado Islámico queda en segundo lugar. No hace falta ser un especialista para comprender por qué la policía turca, tan eficaz en otros casos, no neutraliza a unos militantes yihadistas que tiene o ha podido tener perfectamente controlados.
– ¿Que significó la irrupción del partido HDP en la política institucional de Turquía?
– La entrada del (HDP) en los ayuntamientos y en la Asamblea Nacional turca era un gran paso adelante en el proceso de paz iniciado el año 2012 entre el PKK y el Gobierno de Tayip Erdogan, puesto que suponía el reconocimiento por el Estado turco del grave problema kurdo, la aceptación de un interlocutor válido para llevar a cabo las reformas políticas que pusieran fin a la guerra en el Kurdistán, entre ellas una reforma de la Constitución que garantizara el libre juego democrático y la diversidad cultural y lingüística de Turquía. La irrupción del HDP en el sistema institucional era, en definitiva, una gran oportunidad para la paz.
– ¿Cuál es la razón para que el gobierno de Erdogan haya desatado una dura represión contra la militancia del HDP y el pueblo kurdo del sureste de Turquía?
– La sorprendente victoria del HDP en las pasadas elecciones de junio, logrando un grupo parlamentario de 80 diputados y, literalmente, arrasando electoralmente en las principales provincias kurdas, ha echado por tierra las aspiraciones personales de Erdogan, quien, desde hace años, ha puesto en marcha una compleja estrategia política para convertir a Turquía en un sistema presidencial. Tras ganar el 10 de agosto de 2014 las elecciones presidenciales con casi el 60 por ciento de los votos, Erdogan estaba convencido de que en las elecciones generales de junio lograría 400 escaños, más que suficientes para introducir el presidencialismo en la Constitución –necesitaba conseguir los dos tercios del total, es decir 366 de los 550 parlamentarios que componen la Asamblea Nacional Turca-. Tras esas elecciones, toda su estrategia se ha venido abajo y ahora culpa de su fracaso político al proceso de paz con el PKK y, más en concreto, a la tolerancia que ha tenido con el HDP y otras organizaciones kurdas legales. Ahora pretende destruirlo todo para que el 1 de noviembre no se repita el fracaso de junio e intenta, a costa de convertir a Turquía en un baño de sangre, poner fuera del sistema político al HDP, acusándolo de la reanudación de la guerra en el Kurdistán. En el fondo, la vasta ofensiva militar que está en curso en todo el Kurdistán Norte, el clima de guerra y terror y el retorno a las épocas más duras y tenebrosas de la represión contra el pueblo kurdo son solo un acto de venganza personal contra el HDP por haberle roto el sueño de convertirse en el Obama de Turquía.
– Ante la dificultad de alcanzar alianzas entre los partidos de Turquía, incluido el HDP, ¿cómo analiza las elecciones de noviembre y lo que podría suceder?
– El AKP podía perfectamente haber llegado a un acuerdo de gobierno, o bien con los ultranacionalistas del MHP o incluso con los socialdemócratas del CHP, como informaron los principales responsables políticos de las conversaciones, incluido el primer ministro turco. Todos dijeron abierta o solapadamente que Erdogan no quería una coalición gubernamental y que prefería un adelanto electoral solo cuatro meses después de los comicios celebrados en junio. Este adelanto electoral es un nuevo capricho personal de Erdogan con el que una parte de su propio partido no está de acuerdo. El verdadero problema es que tras las elecciones del 1 de noviembre nos podemos encontrar con la misma situación o incluso peor, ya que buena parte de la sociedad turca, aun estando en contra del PKK, también responsabiliza a Erdogan de la actual escalada de violencia. Este hecho se ha podido comprobar en varios funerales de los soldados o policías muertos en combate con el PKK, donde los familiares y sus allegados han criticado duramente al gobierno y a las declaraciones de los dirigentes del AKP, incluido el propio Erdogan, afirmando que si hubiera un sistema presidencial esto no ocurriría. Todo indica que el 1 de noviembre se pueden repetir los mismos resultados y que el apoyo electoral del partido islamista que está en el gobierno puede volver a bajar.
– Ante un nuevo revés electoral, ¿Erdogan podrían apelar a alguna estrategia para perpetuarse en el poder?
– Sinceramente creo que un nuevo revés electoral supondrá el fin político de Erdogan. Los principales partidos de la oposición turca (el CHP y el MHP) lo responsabilizan, como ya hace una parte del Ejército y buena parte de la sociedad turca, de la grave crisis política, humanitaria y militar por la que está atravesando la República fundada por Ataturk, siendo uno de los peores periodos de toda su historia. Ni esos partidos ni otro poderes fácticos, incluido un segmento del Ejército, le van a permitir que ponga en marcha nuevas maniobras para perpetuarse en el poder si no alcanza la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar en solitario. Creo que Turquía está abocada a un acuerdo de gobierno entre varios partidos y ese acuerdo implica necesariamente el fin de las aspiraciones presidencialistas de Erdogán.