Especial cobertura colectiva desde Mar del Plata
Lleno de colores y gritos profundamente políticos, y que no serán invisibilizados tras la represión, el 30 Encuentro Nacional de Mujeres relató lo que sabemos, para lo que viajamos, para lo que nos organizamos: la alegría, el caminar juntas, el abrazo en la lucha y el pensarnos revolucionarias. Porqué llegamos a Mar del Plata y porqué seguiremos en las calles demandando que nos escuchen.
Un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres reforzó la histórica convicción, esa que se suele escucharse en cantos o leer en pancartas: ´Nos tienen miedo porque no tenemos miedo´. Con el 30 Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) realizado en Mar del Plata los pasados 10, 11 y 12 de octubre el movimiento de mujeres en Argentina y Nuestra América, volvió a demostrar su potencia, una fuerza que crece dando grandes y firmes pasos reafirmándolos cada año. Esta vez, si bien hubo muchos accionares para impedirlo y deslegitimarlo, cerca de 100 mil mujeres invadieron las calles, las plazas y las playas de la ciudad.
Porqué participamos de los ENM
Imposible que desde los portales de noticias contrahegemónicos no intentemos poner el foco donde tiene que estar: la importancia de las demandas políticas que los Encuentros Nacionales de Mujeres llevan consigo. Las características de los lugares que convocan y los contextos socio políticos, van cambiando y dibujando los ENM que, si bien siempre son nuevas, esas pinceladas en el gran lienzo de la organización de mujeres y feminista, lejos de borrarse y tacharse va sumando los distintos recorridos y trazos dejando en huellas indelebles de una experiencia histórica que ya lleva 30 años.
Para Eugenia Lara, integrante de la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia las Mujeres, llegar a Mar del Plata fue una forma de demostrar la “gran sororidad de lo que venimos construyendo en un año al que le hemos puesto mucha energía a nuestros encuentros de formación feminista que nos unieron y potenciaron mucho”. Por su parte, para Clarisa Gambera, de la CTA Autónoma, “los encuentros son una usina nos forman, nos permiten gestar mística, nos dejan con mucha energía y estrategias para avanzar en ejes de trabajo” y por eso dicen haberlo tomado “como uno de las acciones prioritarias”.
“Lo que llevamos (al ENM) es la necesidad de mirar el trabajo de las mujeres en clave de género y la precariedad que nos afecta como un aspecto más de este sistema de dominación patriarcal que nos propone trabajos peor pagos y que reproduce el rol de reproductoras y cuidadoras también en el mercado laboral”, dice Clarisa Gambeta. Los puestos de las mujeres son los primeros que se pierden ante las crisis y los ajustes, y “por eso somos mas las desocupadas mujeres. Tambien nos parece necesario que se visualice el trabajo domestico y el comunitario que hacen las mujeres que no se paga”, informa, “en la CABA el 42 % de los hogares tiene al frente jefas de hogar en un círculo de mujeres con trabajo precario, salario bajo, al frente de hogares solas”.
Un contexto, ¿particularmente especial?
No sólo la proximidad de las elecciones presidenciales que se realizarán el 25 de octubre y el delineamiento de las políticas gubernamentales nacional y estatales nacional que se decidirán rodearon el 30 ENM en Mar del Plata, sino también la enérgica visibilidad e influencia de Jorge Bergoglio, erigido el jerarca máximo del Estado Vaticano en los territorios de Nuestra América. “Entendemos que hay un nivel de politización partidaria importante con las elecciones cerca. Las declaraciones de Bergoglio de que podía llegar a ´perdonar a las mujeres que se arrepientan por hacerse un aborto´ también incide, estamos como nunca mucho más convencidas de que no necesitamos el perdón de nadie para decidir sobre nuesta vida y sobre nuestros cuerpos”, dice Eugenia Lara.
“Sabemos que este año el ENM está muy cerca de las elecciones y eso seguramente generará que los debates se miren en clave electoral, de todas formas el emergente mas fuerte del año colocó en agenda la violencia hacia las mujeres que sigue con poca respuesta por parte del Estado”, como son los “femicidios, muertes por aborto clandestino, violencia institucional y económica que impactan muy fuerte y eso se va a sentir en los talleres y en la marcha”, relató Clarisa Gambeta.
La integrante de la CTA además señaló al poder eclesiástico como opresor, “nosotras marchamos hasta la catedral porque entendemos a la iglesia como uno de los poderes contra el que nos enfrentamos cuando se trata del derecho a decidir sobre nuetros cuerpos o de que se nos garantice una educación sexual integral o políticas de salud sexual y reproductiva”.