Por Francisco Parra
El Papa culmina este martes una histórica visita a Cuba y continúa viaje rumbo a Estados Unidos. Un periplo que carga con todo el simbolismo del proceso de restablecimiento de relaciones entre ambos países, del que ha tenido un rol de mediador. Lo que pensaba Bergoglio del socialismo cubano y el rol actual que ocupa Francisco.
“Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar en favor de la paz y el bienestar de sus pueblos y de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de Tercera Guerra Mundial por etapas que estamos viviendo”.
Así finalizaba su discurso el papa Francisco durante la ceremonia de bienvenida que lo recibió al llegar a Cuba el sábado pasado. En su estadía en la isla, citó a José Martí, llamó a la paz en Colombia y saludó los acercamientos entre Cuba y EEUU.
No es casualidad que haya hecho coincidir sus viajes a estos países. El Papa tuvo un rol preponderante en el restablecimiento de relaciones diplomáticas, que permitió que comenzaran a flamear ambas banderas, tanto en La Habana como en Washington, después de más cinco décadas.
En la misa que ofició en la mítica Plaza de la Revolución –con presencia en primera fila de Raúl Castro y Cristina Fernández-, Francisco se dio espacio para deslizar una frase que muchos leyeron como crítica al proceso cubano. Señaló que “el servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas”.
Claro que se guardó sus otras críticas, esas que reflejó en el pequeño libro de 1998 titulado “Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”. Ahí, el entonces arzobispo de Buenos Aires señalaba que “el socialismo ha cometido un error antropológico al considerar al hombre sólo en su rol de parte en el entramado del cuerpo social (…) El bien de la persona queda subordinado al funcionamiento del mecanismo económico-social, perdiendo el hombre su opción autónoma”.
El libro, escrito a raíz del viaje de Juan Plablo II a la isla, termina con un llamado a que Cuba emprenda “un plan tendiente a transformar algunas estructuras y en especial sus políticas, para sustituir regímenes corrompidos, dictatoriales o autoritarios por otros democráticos y participativos”.
Aleida Guevara, hija del Che, cuestionó que el Partido Comunista Cubano haya pedido a sus militantes asistir a la misa oficiada por Francisco. “Aquí hay libertad de credo y no tengo por qué ir”, dijo. Y también se refirió al rol de la Iglesia en la dictadura argentina: “La iglesia católica en gran medida fue cómplice de los asesinatos y la desaparición de más de 30 mil argentinos, esa es la realidad, entonces uno no puede cambiar la historia. Yo no sé dónde estaba el Papa en ese momento, qué hizo, realmente no lo sé, ni siquiera quiero indagar mucho para no decepcionarme, en este sentido le doy, digamos, la duda”.
Jorge Mario Bergoglio se ordenó como sacerdote en 1957 y en 1973 fue nombrado provincial de los jesuitas. Es entonces cuando se acerca a la Guardia de Hierro, una agrupación peronista de derecha inspirada en un grupo fascista rumano del mismo nombre. Aunque existen dudas si el actual Papa fue militante o no de la agrupación, sí hay certeza de que estuvo cercano. En 1974, nombra al frente de la Universidad de El Salvador a dos miembros de Guardia de Hierro: Francisco Piñón y Walter Romero. Desde esa casa de estudios forja una relación con el Almirante Emilio Massera, uno de los jefes de la dictadura militar. En 1977, la universidad le entregó el título de doctor honoris causa a Massera.
La herencia peronista pesa en Bergoglio y en la construcción de un nuevo personaje en la escena política internacional: el papa Francisco I. Ese populismo no ideológico desde el cual critica al capitalismo y se desmarca de la Teología de la Liberación. Pregona un cristianismo preocupado por los pobres y no en las élites y los poderosos.
Más que sólo un líder espiritual, el Papa le saca provecho a ser jefe de Estado del Vaticano. Sus dichos de no juzgar a los homosexuales o las críticas contra el capitalismo por ser causante de pobreza y desigualdad causan revuelo en el mundo entero. Y su actual gira está llena de coyuntura y posicionamiento político.
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, adelantó en una entrevista que uno de los temas que tratará en la gira norteamericana será la migración. “(El papa) Se dirige a un país que tiene una larga historia de inmigración y también una larga historia de apertura, de acogida y de integración de las diversas oleadas de immigrantes que hasta ahí llegaron. Me parece que todo esto puede verdaderamente constituir una base, un patrimonio social y cultural a partir de donde enfrentar también los desafíos actuales de la inmigración, y resolver los casos aún dolorosamente abiertos. Por eso, espero de verdad que este encuentro por parte del Papa -que lleva esta preocupación en su corazón- con un país que ha conocido este fenómeno en su historia, pueda ofrecer las pautas para la solución de los problemas que actualmente se presentan desde esta perspectiva”, señaló.
La inmigración es el tema en boga, con las oleadas de inmigrantes de Siria, Medio Oriente y África hacia Europa y los dichos racistas del candidato presidencial republicano Donald Trump en EEUU.
No por nada el Papa ingresará a EEUU como un inmigrante, directamente desde Cuba. En el país del Norte, tendrá una agenda que incluye encuentros con Barack Obama, congresistas y, fiel a su estilo, se reunirá con inmigrantes no documentados, personas sin casa y una visita a una cárcel estatal.
Bergoglio llegará a un país en que el 25% de la población profesa el catolicismo y donde los sectores conservadores norteamericanos han criticado duramente al Papa, especialmente por la encíclica Laudato Sí contra el cambio climático. Pero Francisco tendrá facilidad para hacer llegar su mensaje a millones de personas. Todos sus discursos y eventos serán transmitidos en vivo e incluso tendrá un canal que lo seguirá las 24 horas.