por Leandro Albani
Menájem Beguín y Ariel Sharon fueron los principales responsables de la masacre de Sabra y Chatila, perpetrada el 16 de septiembre de 1982 contra un campamento de refugiados palestino ubicado en Líbano.
Beguín, como primer ministro israelí, y Sharon como titular de la cartera de Defensa hebrea, estuvieron detrás de ese ataque que tuvo como saldo miles de muertos. Las historias de ambos dirigentes demuestran sus vinculaciones intrínsecas con la ideología sionista y con las fuerzas armadas hebreas, brazo ejecutor de las políticas del Estado israelí en su objetivo final de expulsar a los palestinos y a las palestinas de sus territorios históricos.
El fundador del terrorismo israelí
Nacido en el seno de una familia judía de Brest-Litovsk, en ese entonces Polonia, Menájem Beguín se desempeñó como primer ministro israelí desde abril de 1977 a agosto de 1983. En su juventud, el ex premier inició su militancia en el movimiento juvenil Beitar y en 1939 se enroló en la organización sionista Beitar, en su Polonia natal. En esa agrupación, Beguín estuvo a cargo del adiestramiento militar de sus miembros. Luego de escapar de Polonia debido a la Segunda Guerra Mundial, el ex primer ministro llegó a Palestina en 1942 y se sumó a la paramilitar Irgún, una de las organizaciones encargadas de comenzar la represión contra el pueblo palestino. Irgún junto a Haganá, otra agrupación sionista militar, fueron las encargadas de atacar los poblados palestinos, asesinando a sus habitantes o expulsándolos de sus tierras, mucho antes de que Naciones Unidas aprobara la partición de Palestina en 1948. Irgún y Haganá luego serían el nucleo central del Ejército de Defensa de Israel, durante el gobierno de David Ben-Gurión.
Con el liderazgo de Beguín, Irgún realizó enjulio de 1946 el atentado contra el Hotel Rey David, situado en Jerusalén, que servía como sede para oficinas de Naciones Unidas. El ataque le costó la vida a 91 personas, de las cuales 17 eran judíos. El propio Winston Churchill, aliado del sionismo, calificó el atentado “uno de lo más devastadores y cobardes crímenes que se reportaron en la historia”.
Irgún, siempre con el mando de Beguín, también fue responsable de la matanza en la aldea árabe de Deir Yassin, en la cual fueron asesinados más de 100 pobladores.
La carrera política del ex premier es fundamental para rastrear la génesis represiva del Estado de Israel. Beguín fue fundador del partido político Herut, que luego integraría la agrupación Likud, una de las principales fuerzas políticas de Israel.
Durante su mandato, y envalentonado por el respaldo que recibía de Estados Unidos, Europa y sus “nuevos” aliados árabes, Beguín ordenó la operación “Opera”, en la que se bombardeó del reactor nuclear de Osirak, próximo a Bagdad (Irak), y la operación Litani, contra campos de refugiados palestinos en el sur de Líbano.
En el derrotero de Beguín se encuentra un hecho de suma importancia para el impulso del expansionismo israelí sobre Palestina: como primer ministro firmó los acuerdos de paz de Camp David con el presidente de Egipto, Anwar el Sadat, quien había sucedido al líder árabe Gamal Abdel Nasser. Hasta la firma de esos acuerdos, el Egipto de Nasser había mantenido un pleno apoyo a la causa palestina, pero luego de la alianza Beguín-Saddat ese apoyo desapareció y ambos países iniciaron una profunda cooperación en los militar y económico. La alianza firmada por ambos mandatarios tuvo como resultada una paz que golpeaba directamente a los palestinos.
El prontuario represivo de Beguín no alcanzó para demostrar qué tipo de líder era y en 1982, el mismo año en que se produjo la masacre de Sabra y Chatila, fue galardono con el Premio Nobel de la Paz.
En 1983, Beguín demitió a su cargo y, según la historia oficial, se recluyó en un “ostracismo voluntario”. El ex primer ministro, que falleció el 9 de marzo de 1992, fue uno de los principales impulsores de la represión contra el pueblo palestino. Su ideología queda resumida en una frase escueta, pronunciada en el parlamento israelí en 1982: “Los palestinos son animales que caminan sobre dos piernas”.
Sharon, el brazo militar
La vida de Ariel Sharon fue consecuente, hasta en los más mínimos detalles, con la ideología que rige al Estado israelí. El renombrado general, que llegó al máximo puesto de poder en Israel y falleció el año pasado, es recordado entre los suyos por sus intentos de lograr la paz con el pueblo palestino. Las palabras del ex primer ministro, que luego del deceso fueron reproducidas infinidad de veces, no parecen llevarse del todo bien con esa realidad.
Desde 1981 hasta 2006, Sharon fue parte de los sucesivos gobiernos israelíes, ocupando distintos ministerios, hasta llegar, en 2001, al máximo cargo del Ejecutivo.
“Árik”, apodo con el cual se lo conoció, fue un hombre de armas y se desempeñó como una de las máximas piezas políticas e ideológicas de las fuerzas de seguridad hebreas.
Nacido el 26 de febrero de 1928, Sharon fue comandante de las Fuerzas de Defensa de Israel desde 1948 y uno de los principales jefes de la temida “Brigada Alexandroni”, que entre otros “galardones” tuvo la responsabilidad de la masacre de Tantura en 1948. También formó parte de la Unidad 101, grupo especializado para la represión de palestinos.
El polifacético Sharon integró las fuerzas militares israelíes durante hechos históricos, que permitieron la expansión del Estado hebreo sobre las tierras palestinas. Como militar participó en la Guerra del Sinaí (1956), la Guerra de los Seis Días (1967), la Guerra de Desgaste (1967-1970) y la Guerra de Yom Kippur (1973).
Los ataques militares y masacres que se cometieron bajo el mando de Sharon le valieron varios apodos entre sus secuaces israelíes: “El rey de Israel” o “El león de Dios”, fueron los sobrenombres ganados por el ex premier, que en territorios palestinos es recordado por su carácter de asesino serial. El ya fallecido dirigente también era conocido como “El Bulldozer”, por su defensa a la política de arrasar las casas de palestinos, limpiar los terrenos de ciudadanos árabes e infectar a Palestina de colonias judías.
En 1983 la Comisión Kahan, conformada por el propio Beguín para investigar la masacre de Sabra y Chatila, encontró a Sharon como responsable indirecto de la matanza, por “faltar a sus obligaciones”.
El historiador militar israelí Michael Bar-Zohar, quien co-escribió una biografía de Sharon, aseguró que “Árik” se encargaba personalmente de instruir y verificar que sus soldados mataran a cuchillo prisioneros palestinos y árabes.
El diario israelí Maariv reveló en 2008 que cuando Sharon fue comandante militar daba instrucciones a sus soldados para “asesinar palestinos y lanzar sus cuerpos a la basura”.
El intelectual e historiador israelí Ilan Pappé describió que bajo el gobierno de Sharon “se comenzó a eliminar sistemáticamente todo manual escolar o cualquier otra fuente de enseñanza que hiciera referencia a la Nakba (Catástrofe palestina), incluso de modo marginal”, además de que se profundizó la “militarización” de los medios de comunicación israelíes.
Sharon fue el hombre que se lamentaba de no haber “liquidado” a Yasser Arafat cuando se encontraba en Líbano. Fue también el dirigente que en septiembre de 2000 irrumpió en la explanada de las Mezquitas provocando al pueblo palestino –que tuvo como respuesta la segunda Intifada-. A su vez, “Árik” se convirtió en el militar que llamaba a la ocupación justificando que todos los judíos debían “moverse, correr y agarrar lo que más pueda de estas villas palestinas para agrandar el territorio israelí. Porque todo lo que tomemos quedará como nuestro. Y todo lo que no agarremos, quedará en sus manos”.
Sharon, que soñaba con expulsar a los palestinos y a las palestinas a Jordania, murió el 11 de enero de 2014. El recuerdo de “Árik” entre los palestinos es, simplemente, la confirmación del terror en carne y hueso.