Por Juan Manuel De Stéfano.
Un día Boca –y Arruabarrena– aprendieron la lección y pudieron ganar un encuentro clave. En el momento justo sacaron a relucir lo que se les pedía hace tiempo: ganar un clásico, el Clásico.
Cuenta la leyenda que en la charla técnica Arruabarrena se juntó con sus jugadores y, diccionario en mano, se adentró en la lectura de una palabra que le llamó la atención. “Redención: Liberación de una obligación, una situación desfavorable o un dolor. Acción o resultado de librar a alguien de una condena, culpa o situación desgraciada. Remedio, recurso. Esto es lo que buscamos nosotros, lo que debemos encontrar, lo que nos merecemos como grupo”.
Dicen que sus jugadores salieron cual leones heridos a comerse crudo a su rival de toda la vida. Otros indican que les pasó videos de los encuentros anteriores con acciones de juego fuerte de Ponzio y sus amigos para hacerlos reaccionar. Habría que ver qué fue exactamente, si una palabra, una frase, o una mirada pero el entrenador, que vacilaba en casi todos los partidos importantes, entregó su mejor versión. Y, por supuesto, los jugadores (lo más importante de este juego, junto con el balón) brindaron lo que se debe en estos menesteres: una actitud acorde a un encuentro de esta envergadura.
Hay varios nombres que se destacaron y que buscaban una revancha; ya sea por los partidos perdidos en las copas, por actuaciones poco convincentes en los clásicos o por errores puntuales. Lo cierto es que Boca se acordó de cómo se juegan esta clase de encuentros. Fue un justo ganador de principio a fin. El entrenador plantó el equipo que debía (lo de Lodeiro por Gago fue un guiño del destino) y entre los principales aciertos se destaca el de darle la titularidad nuevamente a un pibe de 17 años con un futuro enorme. En la prestancia de Betancurt para jugar el encuentro se resumen todas las virtudes de Boca: personalidad, fiereza para disputar cada pelota, tranquilidad, concentración e inteligencia para manejar los tiempos. El de Orión es otro nombre para destacar. Las pocas veces que le tocó actuar y entrar en acción respondió como se espera en un arquero de equipo grande. Seguro en los centros, firme en las salidas, contagió templanza a sus compañeros. La salida de Gago por lesión al minuto de juego le dio espacio a Lodeiro, y el uruguayo volvió a demostrar que debe ser titular. Jugó a espaldas de los 5 de River y se tiró a los costados para ayudar al mediocampo, se convirtió en la rueda de auxilio de todos. Palacios quedó bien de punta y Tévez casi como un segundo enganche, juntándose con el autor del gol para desarmar el mediocampo de River.
Ponzio debió haber sido expulsado y por eso lo sacó Gallardo a los 35 minutos del primer tiempo para darle lugar a Lucho González para intentar no quedarse con uno menos. Pero todo siguió igual; Boca manejó el partido e impuso condiciones todo el tiempo. Importante Erbes, firmes en la marca los laterales y el Cata Díaz; Tobio mostró algunas dudas pero intentó no complicarse y terminó redondeando un buen partido. El segundo tiempo mostró la impotencia de un River que nunca pudo encontrar la llave para penetrar una defensa inexpugnable. Sólo Sánchez intentó desequilibrar con su dinámica y rebeldía, pero pocas veces pudo.
A Gallardo le tocó perder una entre tanto triunfo y acierto. La apuesta por Milton Casco, que jugó a pesar de los pocos entrenamientos con sus compañeros, le salió mal. Nunca hizo pie y sufrió la velocidad de Palacios y todo el que pasara por allí. Sólo Barovero y Alario –y el citado Sánchez– estuvieron a la altura de sus antecedentes inmediatos.
Como en todo el campeonato, en Boca fue importante Tévez. Por ascendencia, juego y presencia. Aguantó todo lo que le tiraron, fue muy criterioso a la hora de jugar y demostró que es clave para Boca y lo que vendrá. A la hora de las declaraciones, y luego de soportar tantas frustraciones, también se encargó de sacar pecho y marcar territorio: “Volvió todo a la normalidad. Ganamos a lo Boca. Estos chicos se lo merecen, habían hecho un gran partido ante San Lorenzo (Carlitos no jugó por estar afectado a la selección) pero hoy la metimos”.
Por su parte, Orión se encargó de recalcar que “a River le ganamos los dos partidos del torneo”. Ya se verá, en un futuro cercano, si el equipo del Vasco sigue en este nivel o si vuelve a desbarrancar. Lo que demostraron en el Clásico es que aprendieron de sus errores, sus falencias, sus debilidades, y las superaron. Y eso no es poco, puede ser el comienzo de una historia que merezca ser contada. Por lo pronto, varios tuvieron su momento de gloria, o mejor dicho, su merecida redención.