Por Gabriel Casas.
Hace unos días, se realizó una denuncia penal contra el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y el periodista y candidato a diputado nacional por Cambiemos, Fernando Niembro. Las irregularidades en la empresa de Niembro fueron el origen. Pero no nos engañemos: esta es una buena oportunidad para hablar del comentarista al que todos quisimos criticar abiertamente por su mirada resultadista y condescendiente con los gobierno de turno.
Utilicemos el ejercicio de hacer un poco de memoria. Fernando Niembro es el hijo de Paulino Niembro. El hombre fue presidente de Nueva Chicago, peronista, importante sindicalista de la UOM y pisaba bien fuerte en la AFA allá por la década del setenta. O sea, que este Niembro que es acusado por una investigación periodística de recibir una millonada por izquierda del Gobierno de la Ciudad, manejado por su amigo Mauricio Macri, no es ningún improvisado, viene de cuna política.
Cuando los militares tomaron el poder con el golpe al gobierno de Isabel Perón, uno de los botines más importantes que vieron enseguida consistía en mantener la sede del Mundial de Argentina 1978. Paulino Niembro era uno de los dirigentes del Comité Ejecutivo con más poder en la AFA. Y la Marina, con el represor almirante Carlos Alberto Lacoste, pidió su cabeza para así manejar a su antojo el presupuesto millonario que demandarían las obras y la concreción del Mundial. Así, al padre de Fernando no le quedó otra que presentar la renuncia a su pesar, después de un tibio intento de mantenerse en su cargo. Los demás directivos, al ver que Paulino había caído, siguieron con el camino de renuncias.
Fernando Niembro ya tenía otro antecedente nefasto antes de lo que se le endilga ahora siendo candidato a diputado por este PRO de los globos amarillos y los negociados en verde. En los noventa, el entonces presidente Carlos Saúl Menem lo designó Secretario de Medios y el comentarista deportivo tuvo la misión de anunciar el indulto a los militares procesados y detenidos por delitos de lesa humanidad. Como su inclinación hacia la derecha siempre lo vendió a Niembro, recuerdo su postura orgullosa al dar tamaña noticia al país.
Claro, la mayoría de los futboleros conocemos a Niembro de verlo y escucharlo con esa diatriba resultadista a ultranza, durante tantos años en la pantalla de la televisión como comentarista de los partidos más importantes del país y también, a veces, del exterior. Siempre se mostró políticamente correcto con los gobernadores de provincias que lo visitaban por su trabajo en las cabinas u otros lugares de los estadios.
Y desde que Macri se lanzó en su aventura política, con previo paso por La Boca, Niembro fue un alfil de su riñón. Coincidencia derechista pura. Así, volaban desde su micrófono los elogios hacia la gestión de Macri en el club de la ribera. Y esos centros para que Mauricio los empujara al gol en cada entrevista. Hasta con Daniel Angelici, ya sin los éxitos deportivos de su antecesor y mentor, Niembro mantuvo su alineación al PRO.
¿Alguien puede creer que una empresa vinculada a Niembro haga encuestas serias sobre la implicancia de la basura en la vida cotidiana de los vecinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Sí, claro, si ese alguien pensara, paradójicamente, que Niembro es una basura.
¿Ética? periodística
En su forma de hacer negocios con su profesión, Niembro también fundó una escuela de periodismo deportivo junto a su colega y amigo, Marcelo Araujo. Con la pompa que suele caracterizarlos, la denominaron: Escuela Superior de Ciencias Deportivas. La pucha. Esta aventura duró veinte años y cerró sus puertas por problemas económicos a principios del año pasado.
Ahí, Niembro no podía disimular su ideología de cómo vive el trabajo de ser periodista. A sus alumnos que una vez utilizaron la cartelera para poner notas de la revista deportiva Un Caño –quien escribe este artículo fue colaborador durante varios años en esa publicación–, se las retiró y les prohibió que lo volvieran a hacer con el argumento de que esa revista era contraria a la ideología de la escuela. Una cuestión de su ética, claro.
Ahora que se destapó la olla de la corrupción del dúo Macri-Niembro, me extraña que sorprenda tanto. Un tipo, como el periodista, que siempre bajó una línea de que conseguir el resultado (o sea, el triunfo) como sea en el fútbol es lo único que sirve y legitimiza, es lógico que su incursión en la rosca política le haya hecho ganar como sea tanto dinero de los contribuyentes de la ciudad.
La idea de que los que tienen guita (porque Niembro ganó mucho dinero por su trabajo, hasta más que bastantes de los futbolistas del país) no van a robar en el Estado es otro verso. Para muestra basta este botón. Me resulta difícil imaginar que en este negociado de 21 millones de pesos (como en otros que debe haber en su gobierno), no esté involucrado el propio Mauricio en el retorno, para tener dinero fresco para su campaña presidencial. Niembro, también imagino, se llevará ese secreto a la tumba y preferirá seguir defendiendo su inocencia (sin dar pruebas de eso), declarando que es una campaña sucia orquestada por el oficialismo.
En el discurso final de la película El Dictador, de Charles Chaplin, hay una estrofa que dice: “La codicia ha envenado el alma de los hombres y ha construido barricadas de odio en el mundo”. Cualquier coincidencia con el dúo dinámico Macri-Niembro queda a merced de quien escribe este artículo que usted acaba de terminar de leer.