Por Nadia Fink / Foto por Cooperativa de comunicación “La Brújula”
Si bien confirmó la condena del principal acusado, la Cámara de Apelaciones en lo Penal redujo las penas a dos y absolvió a uno de ellos. Los cuatro habían sido condenados a penas de entre 20 y 30 años de prisión por el asesinato de los militantes sociales Jere, Mono y Patóm.
Lo que parecía ser un trámite más en el laberinto burocrático en el que se encuentran desde hace tres años y medio familiares, compañeros y compañeras de los militantes asesinados en Villa Moreno el 1 de enero de 2012, fue una noticia impactante este lunes al mediodía: la Cámara de Apelaciones en lo Penal compuesta por Geordina Depetris, Daniel Acosta y Adolfo Prunotto Laborde resolvió atenuar las penas de dos de los tres condenados y absolver a uno de ellos. Así a Mauricio Palavecino se le dictaron 19 años de prisión, en lugar de los 24 a los que había sido condenado; Daniel “Teletubi” Delgado bajó de 30 a 21 años. Pero sin dudas el golpe más fuerte fue la absolución de Brian “Pescadito” Sprío, quien no sólo había sido condenado por el delito de coautor de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y por la participación de un menor de edad, sino que se le sumaban cinco años de pena por “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización”, hecho por el que fue juzgado por otro Tribunal.
Es decir, que la Justicia que el 2 de diciembre de 2014 había abierto una luz de confianza de la mano de los jueces Gustavo Salvador, Ismael Manfrín y José Luis Mascali hoy avisa que en Rosario es más fácil ser narcotraficante, asesino, parte de una banda de sicarios, que militante social, que pibe con ganas de pelearle a lo que el destino (esos hilos que manejan otros y otras desde sillones, escritorios o estrados) trata de imponerles en las barriadas populares del sur de la Ciudad.
Si bien los jueces confirmaron la sentencia de Sergio “Quemado” Rodríguez por 32 años, quien había sido sindicado como el “jefe” de la banda, la reducción en las penas y la absolución no se condicen con las dos semanas de audiencias públicas que finalizaron con la sentencia el 5 de diciembre de 2014, y que contaron con contundentes recursos probatorios presentados por los fiscales Nora Marull y Luis Schiappa Pietra, incluyendo más 80 declaraciones de testigos, escuchas telefónicas, registros de cámaras de seguridad y material fotográfico.
Además de lo que sucedía adentro de los Tribunales, familiares, compañeras y compañeros del Movimiento 26 de Junio (Frente Popular Darío Santillán), donde militaban Jeremías “Jere” Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patóm” Rodríguez, aprendieron a recorrer los pasillos de Tribunales, a dialogar con funcionarios o periodistas, pero también a salir a las calles, a recuperar el Club Oroño (donde cayeron los jóvenes bajo las balas narcos y donde hoy se celebran torneos de fútbol infantil los fines de semana), a plantar una carpa en la puerta de Tribunales para recordarles a los de adentro que siempre estarían allí.
Hoy la desilusión se apodera de sus palabras, de sus caras, de sus lágrimas. Esas lágrimas que fueron sorpresa, desahogo y sentido de que algo podía llegar a cambiarse con perseverancia y con un profundo convencimiento de estar luchando por algo tan real como es el pedido de justicia y no la venganza por mano propia, tal como siempre afirmaron. Esas mismas lágrimas son hoy de impotencia y de cansancio.
“El Poder Judicial Santafesino demostró hoy, una vez más, lo que sabemos desde siempre: un abismo infranqueable separa sus privilegios de nuestras realidades. Su presuntuosa jurisprudencia no logra ocultar la insensibilidad que los asiste, la sociedad a la que no se ajustan (ni pretenden ajustarse, porque implicaría desprenderse de sus privilegios)”, escribió Pedro “Pitu” Salinas, concejal electo por el Frente Ciudad Futura y compañero de militancia de los pibes.
Sabemos, no se quedarán con los brazos cruzados. La opción judicial que queda es la de la apelación a la Corte Suprema. Será trillada esa frase de que “si a la historia la escriben los que ganan”, aunque a veces insistan en que sea esa la única verdad. Será también cierto que quienes vienen día a día tratando de construir un futuro mejor para tantos pibes y pibas, quienes ven en las resoluciones firmes una porción del mañana que pueden mostrarles, seguirán de pie, acompañados por la militancia y seguros del hacer cotidiano en el que Rosario y el mundo se parezcan más a esa porción de justicia que se sueña bien despierto y con las banderas en alto.