Por Mariano Pacheco
El viernes por la noche, vecinos y vecinas del barrio Villa Aspacia, en la ciudad de Córdoba, derribaron un muro construido por la compañía inmobiliaria Cooperativa Horizonte, que dividía a la mitad la zona y producía graves problemas de salubridad.
Se dijo que la caída del Muro de Berlín señalaba la llegada del mundo único de la libertad y la democracia. Veinticinco años después, está claro que el muro del mundo se ha limitado sólo a desplazarse: en vez de separar a Oriente de Occidente, divide ahora al Norte rico capitalista del Sur pobre y devastado. Se están construyendo nuevos muros en todo el mundo, para separar los placeres de los ricos de los deseos de los pobres. Y a veces ni siquiera eso. Los muros dividen barrios pobres de barrios habitados por trabajadores en mejores condiciones, sectores medios en pleno proceso de proletarización, pero con hábitos culturales que los separan de aquellos que están precarizados, en el trabajo y en sus condiciones de vida más en general.
El viernes por la noche, las y los vecinos de un barrio cordobés que se llama Villa Aspacia (situado en la zona sudoeste de la capital provincial), tiraron abajo un muro de 300 metros de largo y dos metros de altura, construido hace dos años por la empresa inmobiliaria “Cooperativa Horizonte”, que en la edición de ayer del diario La Voz del Interior salió a decir –a través de su presidente Carlos Moro–, que van a levantar nuevamente el muro, porque se construyó con la intención de darle “una solución a los digestores cloacales que producen agua servida”, que antes de construirse el muro se esparcían “en nuestro terreno”.
El mismo diario (perteneciente al Grupo Clarín), se encargó también de resaltar los testimonios que recolectaron de “vecinos enojados y con miedo”, que se quejaron del “hecho extremadamente violento” y resaltaron que todos ellos “habían sido robados”.
Cuando los vecinos de Aspacia liberaron el trazado de la calle Los Pinos, tras derribar el muro, se encontraron sin embargo con que muchos vecinos “del otro lado” los reconocían como a pares. Incluso la Policía, que se hizo presente en el lugar, no intervino, reconociendo de algún modo la legitimidad del planteo. “La gente se sentía empoderada, aplaudía, cantaba, saltaba… estaban todos muy contentos”, comentó Sergio –un militante social presente allí–, en diálogo con este cronista. Asimismo, contó que la propuesta de realizar esa “acción directa” se terminó “de cocinar” ese mismo día, mientras varios vecinos participaban de un corte de la ruta 20, en reclamo por las malas condiciones en que se encuentran las cloacas del barrio, junto con trabajadores del Dispensario, quienes alertaron que hay “un gran foco infeccioso” que pone en riesgo a los niños el lugar.
La Cooperativa de Cartoneros y Recicladores La Esperanza tiene en Aspacia uno de sus núcleos organizativos y varios de sus integrantes participaron del derrocamiento “a mazazos” del muro. Luego, en un comunicado de prensa, señalaron que esa pared “violaba el derecho a circular libremente”, ya que no respetaba el trazado de calles, “siendo además una afrenta discriminadora y racista”.
Cansados del ninguneo de los funcionarios, de los candidatos que están en campaña, decidieron tomar en sus manos el asunto. “Entendimos que nunca más debemos esperar que los de arriba hagan lo que tiene que ver con nuestras libertades y dignidades, porque los malos gobiernos están para cuidar empresas y ricos, no para velar por los derechos y dignidades de los más pobres”, remataron.