Por Laura Cabrera
Comenzó a fines de 2009 con un grupo de amigos y la idea de recorrer América Latina. Se transformó en Proyecto Chakana, fuente de historias de los pueblos, reflejo de sus realidades, hoy sitio web en donde conviven diversas culturas que se difunden a través de audiovisuales, textos y fotografías.
Salir de vacaciones o el momento previo a la nueva experiencia, suele tener un condicionante: el tiempo. Eso fue lo primero que pensó este grupo de amigos intrigados por conocer Latinoamérica, convencidos de la necesidad de dar a conocer cómo se entrecruzan las culturas de todos los pueblos desde lo social, histórico, cultural y político. “Viajar sin condiciones” fue la premisa, comprar una combi en México, donde el precio era más bajo que en cualquier otro sitio, fue el primer paso.
Así comenzó Proyecto Chakana en 2009, como una aventura sin tiempo que incluyó México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, y que finalizó cuatro años después con varias historias que contar. En una segunda etapa, ya con nuevos amigos, nuevas experiencias y el proyecto en proceso de difusión, el grupo se encuentra en la etapa de edición del registro audiovisual que dejó el camino recorrido, material que se puede ver en forma gratuita en http://proyectochakana.org/blog/ y que busca visualizar las similitudes de un continente unido por una misma lengua, además de realidades parecidas.
Desde Honduras, el periodista argentino e integrante de Chakana, Ezequiel Sánchez dialogó con Marcha y contó la historia de este viaje que hoy se refleja en poesías, fotografías y documentales con temáticas de lo más variadas.
-¿Cómo comenzó esta idea de registrar lo que sucede en diversos puntos de Latinoamérica?
Con un grupo de amigos siempre tuvimos las ganas de salir a recorrer Latinoamérica. Un poco como argentinos siempre tuvimos una visión eurocentrista con respecto a todo. Teníamos ganas de ver cómo era esto de la identidad latinoamericana, reconocernos en las similitudes y también celebrar la diversidad que implica un continente entero que casi que habla el mismo idioma, cosa que pasa solo en este continente. Entonces fue eso, un grupo de amigos que hacía un montón que venía pensando. En un punto fue, “bueno, ¿lo materializamos?” y se nos ocurrió la idea de comprar una camioneta, que era más práctico que estar comprando pasajes de buses y además porque en la camioneta podíamos cargar de todo: la casa a cuestas, el pequeño caracolito. Lo del registro audiovisual surgió porque algunos venían del palo del cine, otros del palo del periodismo, otros que nada que ver pero que también tenían esa curiosidad por el documental. Sabiendo que probablemente a casi cualquier adolescente o joven que uno le diga de hacer un viaje así, contestaría “uh, me encantaría poder hacerlo” y que por muchas razones reales y excusas mucha gente no puede, dijimos “seamos un intermediario o medio entre las historias que nos vayamos encontrando y la gente que pueda estar interesada en esas historias y no tenga la posibilidad de estar en primera persona”. Ese fue en disparador, nosotros queríamos conocer en primera persona y no a través de medios, porque siempre representan intereses.
-El proyecto inicial marcaba el camino de México hasta Argentina, ¿qué lugares recorrieron?
Nuestro viaje fue hasta Panamá. Queríamos llegar hasta Colombia y seguir viajando pero nos tardamos casi cuatro años en llegar a Panamá y en algún punto se dio internamente la discusión de no cruzar a Colombia porque teníamos tanto material por editar (porque filmar es fácil pero sentarse a editar es complicadísimo, sobre todo en las condiciones de un viaje donde muchas veces uno no tiene la comodidad de una mesa o una pared donde enchufar algo) que teníamos un montón de material acumulado. Llegando a Panamá un poco también ya saturados, me abrí del grupo y quedó gente que luego se volvió a México. En México estuvimos un año y medio. Recorrimos desde donde empieza al desierto hasta el sur. Donde más estuvimos fue en Chiapas, seis meses, haciendo base en San Cristóbal pero moviéndonos.
-¿Hubo algún límite de tiempo para quedarse en cada lugar?
Lo que nos quedábamos en cada lugar iba en función de las ganas y la plata. Nuestro viaje siempre fue como libre albedrío, un “mañana no sabemos dónde, cuanto tiempo”, todo era según la gente que conociéramos. Buscábamos a veces cosas en particular y de repente surgían también un montón, porque cuando uno llega a un lugar es cuando se da cuenta de qué puede retratar ahí, en relación a los contactos que uno hizo y que va haciendo en el momento. Siempre fuimos muy abiertos a eso, también es por eso que colgamos tanto tiempo en hacer Mesoamérica. A veces la gente nos decía “¿ustedes están yendo a tal lugar?, pero en el medio hay un lugar fabuloso” y era contestar “bueno”, porque siempre estuvimos dispuestos a no dejarnos llevar por el reloj, es lo más rico de un viaje así. Hay un montón de proyectos que uno ve de gente que fue a la Patagonia o Alaska en seis meses y ¿qué viste en el medio? Nada. Estuviste arriba de un carro o de una moto todo el tiempo, no llegaste a conocer a ni una persona. Y eso es en realidad lo rico de un viaje: conocer a la gente. Eso se puede ver en videos. Tenemos, por ejemplo uno que es de un festival de barriletes el Día de Muertos, en Guatemala. Fuimos directamente a buscarlo porque ya la gente con la que habíamos hecho el video de las ceremonias Mayas, que conocimos en Chiapas, nos había invitado. Entonces así se va abriendo todo, en Chiapas conocimos a guías espirituales que nos invitaron a hacer un video en Guatemala, y a eso no lo habíamos pensado pero se nos abrió esa posibilidad. Había momentos en los que buscábamos y otros en los que se nos daba la posibilidad, la magia.
-¿Cuál era la reacción de las personas ante el Proyecto Chakana?
Mucha gente como maravillada con lo que estábamos haciendo. Muchos muy escépticos. Hay un gran problema en Centroamérica y es la cuestión del asistencialismo, de la cooperación, la cuestión de que te ven a vos como un gringo y te ven con el signo de dólar en la frente. No te ven como alguien que va a generarles autonomía, sino como alguien que cae con un proyecto, con lo que sea, a seguir generándoles dependencia. Entonces nos veían a nosotros llegar como una manga de hippies en una camioneta toda pintada pero aún así era como “bueno, ¿y qué nos van a dejar a cambio?” y era explicar que estuve tres meses haciendo artesanías para poder juntar plata y venir para acá porque quiero conocer tu realidad y quiero que se conozca hacia afuera.
-¿Qué les dejó como equipo esta experiencia de cuatro años?
Particularmente lo complicado de las relaciones humanas, porque todos tenemos una personalidad, nuestros días en los que nos levantamos con un humor distinto, nuestros ritmos y nuestros gustos, nuestras ganas. En un principio éramos siete, después fuimos cuatro y eso hizo que fuera todo un poco más ágil. La verdad que uno aprende un montón de cosas, conoce un montón de gente y se da cuenta de que hay un montón de gente haciendo cosas super interesantes y que no tienen prensa. Son miles de anónimos que están cambiando el mundo desde su pequeña trinchera. También te das cuenta de cómo hay un patrón que se repite a lo largo de todo el continente, que es la explotación de los recursos naturales que, vaya casualidad, los únicos que todavía quedan por explotar están en manos de pueblos originarios. Cuando no es una represa es una mina, un proyecto turístico, monocultivo. Tal vez va cambiando algún detalle pero a nivel macro es la misma historia.
-¿Qué reflexión pueden realizar luego de haber finalizado la experiencia?
Es una experiencia enriquecedora desde todos los ámbitos, a nivel exterior e interior. Para mi viajar es la experiencia más rica que uno puede tener y no solo en lo que puede conocer. Salirse de la zona de confort con esa libertad de decidir hasta donde vas a estar durmiendo es heavy, es conocerse mucho a uno mismo y en el contexto del grupo. Fue super intenso, habiendo parejas en el grupo, solteros, con una dinámica social interna compleja. También las intensiones de cada uno y los momentos personales de cada uno a lo largo de cuatro años. Yo estoy fascinado, me gustaría tratar de visibilizar todo ese material acumulado, que sería la meta al presente o al futuro.