Por Nadia Sur
El Cielo puede esperar, disco de la banda Argentina Attaque 77, cumplió 25 años y se festejó con un repaso por la historia de ese histórico cuarteto punk que dio a luz a la placa en cuestión. En el estadio Malvinas Argentinas hubo música, pogo y un regreso muy esperado.
Eran otros tiempos, parece que no pero lo eran. Allá por 1990, hace ya 25 años, salía a la luz el segundo disco oficial de Attaque 77, titulado “El cielo puede esperar”. La banda, por aquel entonces catalogada como punk rock, contaba tres años sobre los escenarios. Nacida como tantas otras, en el seno de un barrio, con un grupo de amigos, estaba integrada por los hermanos Federico y Ciro Pertusi, en voz y bajo respectivamente, Mariano Martínez, Daniel “Danio” Caffieri (tío de Mariano) en guitarras y Claudio Leiva en batería.
Para el año 1990 editaron este disco ya con Ciro como vocalista y con el remplazo de Daniel y Claudio, por Leo de Cecco y el “Chino Vera”, quien dos años más tarde sería reemplazado por Luciano Scaglione, terminando así en la formación más duradera y conocida.
Situémonos: año 90, pleno gobierno de Menem. Año testigo de las privatizaciones de Entel, Aerolíneas Argentinas e YPF. También año en que desaparece María Soledad, se eleva el número de jueces de la Corte Suprema de Justicia, estalla la Guerra del Golfo y se juega el mundial del 90 en Italia. Años duros para ser adolescente. En medio del desastre social, político y económico, del descontento y desencantamiento de las clases populares, el auge del neoliberalismo y el capitalismo más feroz, el rock en Argentina tuvo sus frutos. Por este mismo año salen también discos como “Canción Animal” de Soda Stereo y “Volumen 5” de LFC. Además el auge de las bandas de rock alternativo está en crecimiento (Los Brujos, Todos Tus Muertos, IKV).
“El cielo puede esperar” definitivamente marcó la historia de Attaque 77 y tocó la vida de muchas y muchos seguidores de la banda. Este disco de hecho contiene las cuatro canciones más emblemáticas y gastadísimas de la banda: “Espadas y Serpientes”, canción que habla en clave romántica del sistema carcelario; “El Cielo puede esperar”, canción que da título al disco y que es una descripción de lo que quizás en ese momento sentía un joven marginal, adicto, rebelde al ser expulsados del sistema y perseguido por el Estado; “Donde las águilas se atreven”, himno de fans y tema que generó polémica este año, cuando Ciro Pertusi se enteró de que el Gobierno Nacional había utilizado este corte como tema de fondo en el acto de apertura de sesiones en el Congreso. Por ultimo tenemos a la ya estrellada “Hacelo por mí”, tema con el cual Mario Pergolini abría su programa con igual nombre. A consecuencia de esta canción, Attaque 77 se lanzó como una de las bandas más exitosas y de mayor crecimiento profesional, incluso trascendiendo fronteras años después.
Habrá quien opine que esta banda nunca hizo punk, que con los años se ha convertido en música comercial al servicio del negocio mismo, pero la realidad es que además hace ya casi tres décadas viene marcando y acompañando a varias generaciones y que inclusive ha sido la puerta de entrada para muchos y muchas jóvenes al mundo del rock, sea como oyentes, músicos aficionados o profesionales.
Para conmemorar estos 25 años que cumple el disco, Attaque 77 organizó un show el 8 de Agosto en el estadio cubierto Malvinas Argentinas. Con la promesa de tener a Ciro Pertusi como invitado (quien dejó la banda en 2009), recorrer la historia del disco y de la agrupación misma, las entradas prácticamente se agotaron antes de la fecha.
Tal como estaba previsto, el show comenzó pasadas las 21, con el estadio lleno. Las luces principales se apagaron y comenzó a girar la iluminación del show. Sonando de fondo como en viejas épocas, se pudo escuchar la cortina que recordamos como la de Futbol de primera, pero que originalmente es de la banda sonora de la película Blade Runner, compuesta por Vangelis. Luego de unos minutos de suspenso salieron al escenario los tres Attaque, más los músicos que tocan con ellos en vivo desde hace un tiempo. La canción elegida para arrancar fue la que titula el disco conmemorado, como no podía ser de otra forma, y fue recibida con muchísima euforia y con el canto y pogo de prácticamente todas y todos los seguidores, con un público de un promedio de edad de 30 años, ya no adolescentes de última hora, como se venía observando en estos últimos años.
Con un show de más de dos horas, la lista de temas se paseó por todas las viejas épocas y estilos: Desde canciones del álbum “El cielo puede esperar”, “Dulce navidad” e “Invasión 88” (disco del cual participó Attaque 77 en ese año), hasta temas poco populares como Jodie y un cover inédito de Sandro que según contaron solían hacer en los ensayos de aquellos años. Eso sí, de temas de menos de 10 años ni hablar.
De acuerdo con lo promocionado el show contó con invitados, que de hecho fueron muy especiales para esta banda y su público. El primero de ellos fue Juanchi Baleiron, integrante de Los Pericos y productor de “El cielo puede esperar” en 1990.
El segundo fue el primer guitarrista de la banda, el chino Vera, que tocó tres canciones, fiel a su estilo y recibido con muchos aplausos. Y finalmente el momento más esperado se dio: contra todo pronóstico que se venía escuchando en los pasillos y por las redes, el mismísimo Ciro Pertusi se hizo presente, llamado por Mariano Martínez mientras pronunciaba la frase “sin él la historia no estaba completa”. Y así fue, desde ese momento y durante la última parte del recital se pudo disfrutar de siete canciones con la formación de Attaque 77 más querida. Con los ojos húmedos de muchos y muchas, la sonrisa enorme y la garganta seca de tanto cantar, el público se sacó el gusto de revivir, y en algunos casos de ver por primera vez el brillo de Attaque 77 con Ciro Pertusi.
Quizás no sea relevante afirmar que haya Attaque 77 para rato. Pero nadie puede negar que esta banda está metida adentro de la memoria colectiva de mucha gente, y que con este show dio una muestra de grandeza, al olvidar conflictos y brindarle a su público un momento cargado de emoción, euforia y nostalgia por aquellos, nuestros años felices.