Por Mariana Komiseroff
La obra shakeaspereana vuelve a la escena porteña en esta lograda adaptación de la compañía teatral El Convento y bajo dirección de Martín Barreiro.
La compañía del Teatro El Convento hace veinte años que se dedica la investigación escénica del género teatral clásico. En esta oportunidad, trabajan -bajo la dirección de Martín Barreiro- Tito Andrónico, de William Shakespeare, la tesis del dramaturgo inglés sobre la violencia.
Se valen de la arquitectura del edificio histórico, Convento Grande de San Ramón, para reforzar algunas situaciones de la puesta. La iluminación y la música envuelven a los actores en una atmósfera cinematográfica muy bien lograda.
Las composiciones corporales de la imagen inicial y de la imagen final remiten a cierta circularidad, y proponen una posible lectura de la historia de la humanidad avanzando en espiral que, como los actos violentos dentro de la obra, van siendo cada vez más cruentos y sofisticados.
En esta puesta, la dirección del elenco se aprovecha del humor del texto para construir personajes bastante grotescos que permiten reflexionar acerca de la violencia en general. Los grandes cambios siempre han sucedido luego de las revoluciones y las estructuras de poder solo han sido modificadas a través del ejercicio de la violencia. En estados en los que el poder de muerte de un individuo sobre otro es legítimo, la venganza violenta solo puede ser entendida como práctica de la libertad. En sociedades donde la violencia es la fórmula eficaz de domesticación, no resulta extraño que la resolución de conflictos también se den por esta, aparentemente, única alternativa.
Representada de manera coreográfica, con el cuidado estético de las luces, la música, y el cambio de vestuario simbólico, la violación de Lavinia (Pam Morrison) constituye un acto punitivo dirigido hacia Tito (Fernando Blanes), su padre. Rita Segato en su libro Estructuras elementales de la violencia, dice que en las sociedades premodernas, la violación tendía a ser una cuestión de estado, una extensión de la soberanía territorial, puesto que, como territorio, la mujer y, más exactamente, su acceso sexual a ella, es un patrimonio, un bien por el cual los hombres compiten entre sí. La mujer, Lavinia, no es entendida como un sujeto de derecho si no que es una extensión del derecho de un hombre, por lo tanto la violación tiene el carácter de una agresión que transitivamente afecta a otro hombre, en este caso a Tito Andrónico que previo a esto ha forjado su masculinidad y su poder con castigos y torturas.
Tito Andrónico, una recomendable versión de la tragedia de Shakespeare que más allá de evidenciar simbólicamente los mecanismos violentos del poder en la cúpula jerárquica, también es una representación, si se quiere una hipérbole, de lo sagaces que podemos ser cuando la venganza promete ser lo único capaz de subvertir el dolor.
Elenco por orden de aparición:
Fernando Blanes (Tito Andrónico), Fernando López (Lucio – Quirón), Mimi Ferraro (Tamora), Adrián Sett (Demetrio – Saturnino), Pam Morrison (Lavinia) y Oscar Sandoval Martínez (La oscuridad)
Escenografía, vestuario y diseño de luces: MB-MB
Diseño Gráfico: Adrián Sett
Prensa y difusión: Laura Castillo
Adaptación, puesta en escena y dirección general: Martín Barreiro
Sábados 21 hs
TEATRO EL CONVENTO
Reconquista 269