Por Noelia Leiva / Foto: AnRed
Walter Roldán recibió cadena perpetua por asesinar, descuartizar y ocultar a Gabriela Consme en 2003. Fue cuando ella decidió poner fin a un noviazgo violento. Otra ex pareja de él está desaparecida.
Fue un 25 de noviembre. El día que en el mundo se reclama por el fin de las violencias hacia las mujeres, Walter Roldán, macho violento como tantos, asesinó a su ex pareja, Gabriela Consme, que hacía una semana había decidió finalizar una relación de maltrato constante. Ella quería rehacer su vida junto a sus dos hijas, que ahora tienen 4 y 9 años. Pero él se consideró amo de su destino. La justicia le dictó cadena perpetua por ese femicidio. La lucha que sigue es esclarecer el paradero de otra mujer con la que mantuvo un vínculo y está desaparecida.
Como buen hijo sano del patriarcado, Walter Roldán (36) no soportó que quien había sido su compañera se alejara. Había tenido que convivir con golpes y amenazas reiterados que él le había propinado. Fue en 2013. Ella, con 24 años, optó por alquilar una pieza y juntar dinero para mudarse a un lugar más amplio, lejos de ese pasado reciente opresor. Necesitaba plata y, según se dio a conocer en la causa que mantuvo el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Morón, el hombre le aseguró que podía prestársela. Así fue que aceptó ir una vez más a su casa de Merlo, donde él la mató, la descuartizó y llevó sus restos a un zanjón de Marcos Paz.
Durante los dos años de búsqueda de justicia impulsada por Loly, su mamá e integrante del grupo de mujeres Las Mariposas de Villa París de Glew, se recorrió un terreno arduo hasta que el 31 de julio último los jueces entendieron que el femicida merecía cárcel de por vida. Pero ni bien se supo que Gabriela no había vuelto a casa -estuvo desaparecida por días, triste paradoja, mientras su madre participaba del Encuentro Nacional de Mujeres que brega por el fin de las violencias hacia ellas-, Roldán intentó sumarse a la búsqueda a modo de coartada. Luego su defensa pidió la nulidad del caso, más tarde exigió 8 años de pena y negó que hubiese habido alevosía en el accionar del asesino.
El viernes último, cuando se conoció la condena, “fue un momento histórico, aunque también terrible”, describió para Marcha Myriam Machaca, referente de Las Mariposas. Para contener a las y los familiares, decidieron participar durante el juicio en silencio, pero tras la sentencia aplaudieron, lloraron y alzaron carteles que cada una había llevado con la cara de la víctima. La leyenda “Todos/as somos Gabriela” acompañaba las imágenes.
Durante el proceso, Roldán, que estaba bajo prisión preventiva, “ni se inmutó, no mostró nada de arrepentimiento; hasta parecía que a veces esbozaba una mueca, como si sonriera”, cuestionó la referente. Finalmente, el fallo fue unánime.
Por delante, queda por definir la guarda de Anabela, de 9 años, que vive con Loly. Y coordinar un régimen de visitas con su hermana Matilda, de 4, que reside en Formosa con su familia paterna. “Es el próximo objetivo”, adelantó Machaca.
¿Doble femicida?
Durante el juicio, el TOC 3 escuchó más de una vez que una ex pareja de Roldán está desaparecida. La prima y dos amigos de Gabriela lo mencionaron en sus testimonios, para graficar que la actitud violenta del hombre tenía antecedentes. La joven, cuyo nombre sería Jazmín y residiría en Misiones, estaba embarazada, según él mismo sostenía.
En su momento, él usaba el celular de la chica para mandarle mensajes de texto falsos a Gabriela, para darle celos. “Es el mismo modus operandi que utilizó cuando la mató (a Consme), porque en ese momento usó su celular para hacerse pasar por ella y decirle a la familia que se había ido a Paraguay, que no la buscaran más”, aseveró la referente de la organización de Glew. Por eso sospechan que el desenlace de la historia, que estiman que data de 2012 o 2013, podría haber sido similar.
El hombre sostenía que iba a ser papá pero que la joven lo había dejado, se había ido. En la computadora personal confiscada por el Tribunal para su análisis hay fotos de Jazmín. Según trascendió, él contaba con que no tenía familiares que requieran su paradero. Pero “si se difunden las imágenes, alguien va a reclamar por ella, se puede esclarecer”, entendió Machaca. La lucha que sigue es trabajar para que la verdad sobre esa joven salga a la luz.
El horizonte es claro, definido en el último comunicado que difundió la colectiva feminista: “No podemos bajar los brazos, más allá de que intenten silenciarnos hasta el punto de matarnos por ser mujeres”.