Por Lea Ross
A seis meses del hallazgo sin vida del fiscal, la reconstrucción del móvil que llevó al fiscal de la AMIA a quitarse la vida, cuatro días después de presentar una denuncia a la presidenta.
¿Qué razones tendría Alberto Nisman para quitarse la vida, si estaba investigando al gobierno argentino en una denuncia de gran trascendencia?
En base a informes de inteligencia, aportados por la CIA y el Mossad, a través del agente de la SIDE, Jaime Stiusso, el fiscal Nisman y el juez Ricardo Canicobal Corral, habitué de la embajada de EE.UU., requirieron a Interpol la captura de la cúpula iraní que gobernaba al país en 1994, señalándola como responsable del atentado a la AMIA.
Este pedido de captura recayó por encima del presidente de aquel entonces de Irán, Akbar Ashemi Rafsanjani, el canciller Akbar Velayaty, el embajador iraní en Argentina Hadi Soleimanpour, y otros cinco altos funcionarios iraníes.
Esta política fue ratificada tanto por el presidente Néstor Kirchner como por su sucesora y esposa Cristina Fernández, ante la Asamblea General de la ONU.
Pero a partir del 2011, la política kirchnerista cambio. Cesó con esos reclamos y comenzó a negociar con el gobierno iraní un polémico Memorándum de entendimiento con la finalidad de crear una comisión de la verdad, que investigara las causas del atentado, siendo aprobado por el Congreso argentino a principios de 2013.
Desde un principio, el fiscal Nisman obstaculizó la puesta en marcha del Memorándum, planteando su inconstitucionalidad. A fines de 2013, con la llegada de Hasán Rouhaní a la presidencia de Irán, también se registró un cambio entre los EE.UU. e Irán, quienes comenzaron las negociaciones a los fines que la Organización Internacional de Energía Atómica supervise el desarrollo nuclear pacífico de Irán, a cambio de acordar el levantamiento de las sanciones económicas.
Las negociaciones culminaron en abril de 2015, cuatro meses después de la muerte de Nisman. Dicho acuerdo nuclear fue repudiado por el estado de Israel, encabezado por Benjamin Netanyahu.
En estas negociaciones que llevaba adelante EE.UU. e Irán participaron algunos funcionarios que habían sido imputados por Nisman en el atentado de la AMIA en 2006. Estos eran Rafsanjani, Velayaty y Soleimanpour. Cuando estas negociaciones comenzaron, Nisman le propuso al gobierno argentino, a través del secretario Carlos Zannini, que Argentina pidiera la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU para lograr, mediante medidas coercitivas, la extradición de los funcionarios iraníes que había imputado. Además, incluyó como responsable al atentado al mismísimo actual presidente de Irán.
Esta idea del fiscal de la AMIA de recurrir a la ONU está plasmada en los escritos encontrados en la caja fuerte de la fiscalía de la AMIA y que fue rechazo de plano por el gobierno argentino dado que, evidentemente, tenía la intención de entorpecer las negociaciones entre EE.UU. e Irán.
Mientras el acuerdo Irán-EE.UU. avanzaba a paso firme, en diciembre de 2014, Jaime Stiuso fue expulsado de la SIDE por el gobierno nacional.
Poco después, el 14 de enero de 2015, luego del atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo y con el término “terrorismo” plasmado en la agenda mediática mundial, Nisman interrumpió sus vacaciones en Europa y presentó, en plena feria judicial, su famosa denuncia penal contra la presidenta Cristina Fernández, el canciller Héctor Timerman y otras personas que no eran funcionarios del gobierno.
Según el informe de Cafiero y Llorens, presentado ante la fiscal Viviana Fein, la intención de Nisman con esa denuncia era la de tratar de doblarle al gobierno argentino para que accediera, finalmente, a llevar el caso AMIA ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Para ello, el propósito del fiscal era desatar un gran escándalo internacional a fin de sabotear las tratativas entre EE.UU. e Irán, mostrando al mundo que el presidente Barack Obama estaba negociando con terroristas.
En concreto, la famosa denuncia de Nisman contra el gobierno argentino por encubrimiento, rechazada en tres instancias judiciales y ya archivada, se basaba en cuatro aspectos esenciales: 1) La caída de los pedidos de captura por parte de Interpol. 2) El aumento de intercambio comercial de petróleo y granos entre Argentina e Irán. 3) Las escuchas telefónicas realizadas a personajes de rango menor (D’Elia, Kahlil, Esteche, etc.). Y 4) Las escuchas telefónicas en las que intervino el falso espía Ramón Alan Bogado, supuestamente bajo el mando directo de la Presidencia de la Nación.
Inmediatamente después, estas pruebas que sustentaban la estruendosa acusación de Nisman, comenzaron a caerse una por una.
Un día después de presentada la denuncia, el ex director de Interpol, Roland Noble, aseguró que ese aspecto era falso, dado que las alertas rojas contra los funcionarios iraníes no se habían caído y que el gobierno argentino no había hecho nada en tal sentido.
Luego, se reveló que los intercambios comerciales entre Argentina e Irán, en lugar de crecer como sostenía el fallecido fiscal, decrecieron luego de la firma del Memorándum.
Respecto a las 5.000 horas de escuchas sobre D’Elia, Esteche y Kahlil, el propio fiscal las relativizó en la famosa entrevista que le hicieron en el programa A dos voces en TN, diciendo que no eran pruebas, sino meros indicios.
Por último, en vísperas de acudir ante el Congreso para explicar su denuncia contra la presidenta, Nisman trató de comunicarse varias veces con Stiuso, quien no le atendió el teléfono. Por eso, se comunicó con el agente de la SIDE, Alberto Massino, colega de Stiuso, a través del cual se habría enterado que el supuesto agente de la presidencia, Bogado, en realidad era un estafador que había sido denunciado por la SIDE por impostor.
Tras la caída de esa prueba fundamental, ese fatídico domingo de 18 de enero, el diario La Nación publicó en su tapa que las escuchas telefónicas del espía trucho Bogado eran la esencia de la denuncia de Nisman, con la cual al día siguiente se presentaría ante el Congreso. El fiscal leyó esa nota en la versión digital del diario, según constataron los peritos informáticos, mientras que el ejemplar impreso que lucía esa nota en su tapa se encontraba tirado en la puerta en su departamento el día en que fue hallado muerto.
De esta manera, a pocas horas de concretarse su presentación ante el Congreso, el fiscal Alberto Nisman se encontró con que se habían caído todas las pruebas en las que se basaba su espectacular denuncia contra el gobierno. Las mismas que él había considerado irrefutables.
Ante esta situación, sumado a su carácter narcisista, con estadios de euforia, depresión y ataques de pánico, Nisman habría tomado la decisión de quitarse la vida. Con su vestimenta de entre-casa, adentro del baño, frente al espejo del lavatorio para apuntar correctamente el arma y empleando sus dos manos para sostener la pistola con el que se quitaría la vida.
Tras la muerte del fiscal Nisman, se encabalgaron sobre ella los fondos buitres que a través de la Fundación para la Defensa de la Democracia, crearon en EE.UU. el premio “Alberto Nisman al coraje”. El Grupo Clarín, el diario La Nación y el líder del PRO Mauricio Macri, apoyado por Elisa Carrió, dijeron que la muerte del fiscal era una bisagra en la Historia Argentina, que marcaba un antes y un después.
De hecho, a partir de las conclusiones de la junta médica como de los peritos oficiales mostrando las debilidades de la teoría de la querella, el Grupo Clarín puso en duda el desempeño de Viviana Fein, asegurando que su equipo arruinó la escena del lugar y que por ende jamás se sabría la verdad.
En particular, el programa Periodismo Para Todos, conducido por Jorge Lanata, mostró al aire el material fílmico de cómo se trabajó en la escena, llevando conclusiones rebuscadas como la supuesta sobrepoblación de peritos en el departamento o que se borraban la sangre de la pistola con un papel higiénico, cuando en realidad se trataba de leer el registro numérico del arma. Incluso, la producción entrevistó al famoso forense Cyrill Wecht, quien asevera haber hecho un análisis de la causa, más el aporte de cinco peritos “independientes” para concluir, dejando en claro su opinión personal, que “es mucho más probable que haya sido un homicidio que un suicidio”. En ningún momento, se menciona los nombres de los cinco “independientes”.
Desde el lado político, el caso Nisman fue aprovechado electoralmente para lograr la derechización del voto, en base al quiebre del Frente Amplio UNEN, boicoteado por Carrió, para lograr la unión del nuevo frente encabezado por el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica.
Al igual que lo había hecho con la Tragedia de Cromagnon para llegar a ser Jefe de Gobierno por la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri utilizó el caso Nisman para impulsar su candidatura a la presidencia, en detrimento de la pérdida de votos en Scioli y Massa, y con el acaparamiento del voto opositor y las banderas de la marcha del 18F.
Así, la utilización de las lágrimas de las 85 víctimas del ataque a la AMIA, más la sangre de un fiscal que traicionó los intereses de Argentina, fueron llevados adelante inescrupulosamente como agua de molinos para girar los negocios de las finanzas, la politiquería y los grandes medios de comunicación.