Por Noor Jiménez Abraham * / Foto por Colectivo Veinticuatro/Tres
A días de pasada la visita de Jorge Bergoglio a Nuestra América y cercano a la realización del concilio mundial de obispos a realizarse en el Vaticano, la Iglesia Católica mantendrá su postura conservadora frente a temas como aborto, identidades sexuales, mujeres y divorcio. Hay una “jerarquía misógina y homo-lesbo-transfóbica”, sostiene Marta Alanis, a quien entrevistamos.
Cercano a celebrarse el sínodo que del 4 al 25 de octubre reunirá en Roma a enviados del episcopado de todos los países con representación católica para formular orientaciones sobre el tema «la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo», desde el colectivo Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) de Argentina, la educadora popular Marta Alanis expresa el rechazo de la organización porque no se hayan tenido en cuenta las propuestas formuladas para el documento que servirá de base a las discusiones.
Lo que no se quiere ver
Las consignas mencionadas como desde una perspectiva de apertura por parte de la Iglesia, establecen que se permitirá la comunión a las personas divorciadas que se hayan vuelto a casar y que estén arrepentidas, al tiempo que se pedirá que las familias acompañen a sus integrantes homosexuales. Estos delineamientos parecen entonces indicar que las mencionadas situaciones de la cotidianeidad de gran parte de la comunidad católica seguirán colocándose como fuera de lo deseable.
Para Alanis, si bien el papa Francisco ha demostrado su voluntad para terminar con la corrupción eclesiástica, determinación por lograr un acercamiento entre las religiones y un compromiso sincero con los temas ambientales, en lo que se refiere a sexualidad, otras formas de familias con respecto a las históricamente planteadas como posibles y la posición de la mujer en la iglesia, continúa con el conservadurismo de los últimos siglos.
La disidencia sobre el enfoque con el que desde el Vaticano se prescribe sobre la sexualidad es el eje impulsor de la organización Católicas por el Derecho a Decidir que rechaza el hecho de que la Iglesia siga negando el aborto, el matrimonio igualitario y la eutanasia.
“Se espera el milagro que al discriminar a homosexuales, lesbianas, trans, parejas que se divorciaron, mujeres que abortaron y abortan todos los días, todas ellas deben sentirse felices por los miserables cambios promovidos desde una jerarquía misógina, homo-lesbo-transfóbica”, expresa desde una carta pública la integrante de CDD.
Cuestionar las tradiciones
Marta Alanis asegura que, como persona criada bajo la doctrina del catolicismo, ha ido cambiando su mirada en relación a la forma de practicar el credo, lo que la ha llevado a través de los años a expresar su disidencia con” una mirada hipócrita en la sociedad que por un lado defiende los derechos del niño por nacer y por el otro, en silencio, abala la práctica de abortos clandestinos”. Tal como sucede con jueces, legisladores, presidentes y gran parte de la sociedad que en el ámbito de lo público niega la posibilidad de interrumpir un embarazo a quien elija hacerlo pero que ha optado por el aborto en alguna situación de su vida personal.
“Las personas católicas no conocen el Derecho Canónico, el que, la mayoría de las veces, no establece las consideraciones que luego nos paralizan en las acciones”, declara Alanis, quien dice que, en general, es más fuerte la presión de los grupos conservadores que lo que verdaderamente está instituido en la ley porque frecuentemente los pasajes bíblicos han sido sacados de contexto para utilizarlos en el sometimiento a las mujeres.
La militante de CDD se refiriere también a los abusos sexuales dentro del matrimonio -punto sobre el que la iglesia continúa sin expedirse- y a los obstáculos sobre la educación sexual a niños, niñas y adolescentes más allá de que sea ley en Argentina; asevera que muchas veces esos padres heterosexuales que se ajustan a la normativa de la iglesia son los que puertas para adentro “violan a sus hijas, a sus esposas, maltratan y hasta matan a mujeres”
La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito (la Campaña) –alianza federal surgida hace diez años bajo el impulso del feminismo a la que pertenece CCD- busca desde hace una década poner en agenda uno de los derechos más recurrentemente negado a las mujeres –el de ejercer su libertad sobre el propio cuerpo.
En mayo de 2007 las organizaciones integrantes de la Campaña presentaron un proyecto de ley ante la Cámara de Diputados con el objetivo de que se legalice la interrupción voluntaria del embarazo. Como aún no se ha conseguido que se trate en el recinto, pese al apoyo de legisladores, organizaciones de derechos humanos y gran parte de la sociedad civil, cada dos años vuelven a ingresarlo, habiendo sido la última vez en abril de 2014.
Sobre el nuevo “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo” hace menos de un mes, Marta Alanis expresó sus esperanzas de que ahora la institución médica entienda los procedimientos dado que muchas veces se excusaron de practicarlos por miedo, al no tener en claro una legislación que desde 1921 aprueba en el Código Penal los casos en los que es legal realizar un aborto. Y refuerza que lo que más asusta es el hecho de que la mujer tenga la potestad de determinar cuán dañada está su salud, ya sea física o psíquica, como para decidir que su situación se aplica a la ley.
La integrante de CDD aclara que el derecho canónico no culpa a las personas que actuaron por miedo o por necesidad para evitar un grave perjuicio, caso en el que estarían comprendidas la mayor parte de las mujeres que recurren a un aborto, hecho por el que asegura que ser madre debe ser la consecuencia de un acto que devenga del deseo y de la libertad de elección para que no se transite en el campo de la violación de los derechos humanos de las mujeres.
No todo lo permitido es oro
La carta que escribió Marta Alanis al ver cómo se habían ignorado las propuestas que desde Católicas por el Derecho a Decidir realizaron en la encuesta sobre familia y moral sexual que en 2014 se llevó a cabo en la comunidad católica, dice en unos de sus párrafos:
“En mi mesa de los domingos se sientan a comer y disfrutar todos mis hijos, mi hija, mi nieta, mis amigos y amigas que no se arrepentirán de nada y en esta mesa familiar ampliada no hay una sola persona que se ajuste al modelo de familia que pretender imponer y comulgamos compartiendo el pan y el vino como también la solidaridad, la participación, la contención intentando construir las bases para una sociedad donde la gente tenga menos reglamentos para la cama y más vínculos, más felicidad y construcción colectiva de proyectos. Y me pregunto el motivo de tanto énfasis en los modos de construir la familia, de vivir la sexualidad y no en cuánto amor hay en estos vínculos que no han sido bendecidos por clérigos pero la comunidad les ha abrazado sinceramente en un proceso maravilloso donde opera un cambio cultural…”
El material sobre el que van a trabajar en el concilio de obispos fue elaborado a partir de lo propuesto por las iglesias católicas de todo el mundo, Marta Alanis asegura que, en el caso de la Argentina, no se ha tenido en cuenta lo especificado por Católicas por el Derecho a Decidir con respecto a temas como aborto y homosexualidad, si bien uno de los considerandos en el sínodo será “La escucha de los desafíos que afronta la familia” y un capítulo se refiere a la “inclusión”.
La carta termina “En la impresionante marcha de Ni una menos, realizada el pasado 3 de junio quedó demostrado que el machismo mata y no el amor de una pareja del mismo sexo que adopte un hijo/a y le brinde lo mejor… porque aunque nos duela no siempre hay amor por más bendiciones que haya recibido una pareja…”
*Doctora en Ciencias de la Comunicación Social