Por Agustín Bontempo / Foto por Martina Estelí García
Desde el misterio y el cruce de tiempo e historias, Hsien, el influjo se presenta como una obra a veces extraña, a veces certera, con una fuerza intelectual atrapante.
De acuerdo a un tendencioso análisis del Exagrama número 31 del I Ching, dos personas podrían re-conocerse, sentir una fuerte atracción de manera reciproca y vivir momentos productivos a través de su unión. En Hsien, el influjo esto puede suponerse a lo largo de toda la historia.
En diálogo exclusivo con Marcha, Mariano Kevorkian, dramaturgo y director, cuenta que “La obra juega bastante con el misterio. El nombre es de un exagrama del I Ching, el numero 31. Es un numero predictivo, de las mutaciones. Es un libro de filosofía antigua. En la obra aparece expresado en diferentes formas este exagrama. Desde su dictamen hasta lo que sucede como atracción de fuerzas en ese dictamen”.
La propuesta artística posee un estilo muy definido. Música en vivo a cargo de Jerónimo Díaz Mauro, excelente juego de luces, apropiación precisa del escenario.
Abunda, además, la provocación de géneros. A veces hay humor, otras drama, también amor. El tiempo es todo un dilema. Puede ser la antigüedad, renacimiento, modernidad, o nada o todo. Los protagonistas, tal como indica el exagrama, tratan de encontrarse en diferentes lugares, con diferentes modos y formas. En esta línea, Kevorkian asegura que la obra “Juega con cruces de tiempo, espacios, relatos. Hay tentativa de construcción de relatos dramáticos, tentativas de fundar el suceso escénico en esta especie de atemporalidad, de no espacio o de agenciamiento constante de espacios y temporalidades”.
Además de la pareja, con las excelentes actuaciones de Sara Llopis y Juan Prada, hay un tercer personaje, divertido, atractivo y demoníaco, protagonizado por Frida Jazmin Vigliecca, que aumenta tensiones y misterios. En palabras de su director, “A veces se preguntan si es un maestro, si es la muerte. Bueno, es un poco todo eso: la muerte, le origen, el maestro también”. Entre todos ellos hay amor, odio y ritos.
La conjunción de toda esta vorágine, que también es armónica, desafía al público. El motivo de la obra, sin duda, no es uno solo. “La obra no tiene una intención clara. Los signos son abiertos y fundamentales. En ese sentido presenta esta tentativa de construcción de relato en torno a una posible historia amorosa que puede ser una como cualquier otra. Esta historia no tiene un pasado definido, biográfico”, asegura Kevorkian.
Sin lugar a dudas, Hsien, el influjo, está cargada de potencialidad, de historia, debate, intelecto. También de dudas, misterios pero certezas. Es una obra pensada que escapa de la vulgaridad, dejando un amplio margen a la reflexión.
Un detrás de escena enérgico
La intención de fundamentar la obra en base a un documento filosófico antiguo como el I Ching es por demás de ambicioso. Amerita un trabajo previo con mucha carga histórica, que luego debe hacerse piel en ensayos para posteriormente proyectarse a todas luces sobre el escenario, como lograron hacerlo en esta obra.
Kevorkian resalta esta cuestión. “Estoy contento con el proceso creativo de la obra. Ensayamos, investigamos mucho durante dos años. Llegamos a este resultado pero la verdad es que se trabajo mucho. Si bien en escena son cuatro, el equipo es grande y estoy muy contento con eso”.
La obra concluyó sus presentaciones en el Club Cultural Matienzo a fines de junio, aunque se espera que en los próximos meses haya nuevas funciones. Para más información, se puede revisar su página.
Ficha técnica
Actuan: Sara Llopis, Juan Prada, Frida Jazmín Vigliecca; Músico en vivo: Jeronimo Diaz Mauro; Escenografía y vestuario: Agustina Filipini; Diseño de luces: Fernando Chacoma; Asistencia coreográfica: Catalina Briski; Asistencia de dirección: Sergio Mayorquin; Producción: Belén Chaud; Dramaturgia y dirección: Mariano Kevorkian.