Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros
Votar al PRO es optar por una postura política e ideológica que se opone a la defensa y la extensión de los derechos de las mujeres y las personas del colectivo lgtbi. Sin embargo ayer, y a pesar de que la sensibilización en la perspectiva es creciente a niveles sociales, casi el 50% de las y los votantes de la Ciudad de Buenos Aires sufragó en favor de esta fuerza conservadora. ¿Qué votaron las y los porteños en materia de géneros? ¿Y en qué nos basamos para sostener esta postura analítica?
Instalar la problemática social que lleve a la prevención, sanción y erradicación de las múltiples violencias contra las mujeres y las personas del colectivo lgtbi de forma segmentada no es solamente aceptar el peligro de que no se entienda de forma integral sino que además no se dimensione, o en el mejor de los casos se invisibilice, la lectura y las consecuencias políticas regresivas que puede tener para la defensa y la extensión de derechos un nuevo triunfo y avance de la derecha democrática y partidaria en la Ciudad de Buenos Aires materializada en las políticas públicas del PRO.
Hace un mes 200 mil personas se concentraron y entendieron que era importante que los Estados intervinieran con presupuesto y recursos significando un punto de inflexión en la problemática social de la violencia de género. Sin embargo este apoyo masivo no se tradujo en votos a las y los candidatos más progresistas en la materia y ayer, casi el 50% de las y los votantes de Buenos Aires, a pesar de haber sido la ciudad protagonista de la postal más multitudinaria del “ni una menos”, optaron porque la jefatura de gobierno la ejerza una fuerza política conservadora.
Si bien aún resta el balotaje, hay un análisis que surge necesario. A sólo días de haberse cumplido un mes del “ni una menos”, el tercer gobierno del PRO en la Ciudad de Buenos Aires estaría cerca de concretarse y con él una política de género que se reduce al consignismo y a una foto con un cartel posteado con amarillo oportunismo.
Ni respeto por las leyes ni por la decisión sobre el propio cuerpo
En los últimos años entre avances y retrocesos se lograron pasos firmes que abonan el camino del aborto legal cuestión que la gestión PRO en la Ciudad de Buenos Aires se ha empecinado en obstaculizar. Es el caso de la Ley que regula desde el año 2012 los casos de abortos no punibles, aquellos no penalizados y que contempla las situaciones en que corre riesgo la salud de una mujer o cuando el embarazo proviene de una violación.
Esta ley respeta los principios de interpretación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que dictaminó que las mujeres embarazadas producto de la violencia sexual tienen derecho a realizarse un aborto sin autorización judicial. Esta sentencia pretendió dilapidar las discusiones alrededor del artículo 86 del Código Penal y a través del fallo F.A.L. instó además a las provincias a adecuar los Protocolos de Atención de Abortos No Punible a través de la Guía Técnica para la Atención Integral de los Abortos No Punibles del Ministerio de Salud de la Nación.
Lejos de adecuarse al Protocolo, en la Ciudad de Buenos Aires estas medidas no fueron aplicadas y las decisiones que las contradijeron fueron encabezadas por el actual Jefe de Gobierno Mauricio Macri quien frenó y vetó la aplicación de la Ley aprobada por la Legislatura porteña, acciones que fueron acompañadas por la firma del entonces Jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, hoy firme candidato a sucederlo.
En este sentido, es recordada la nefasta y deshonesta estrategia del PRO y en la que, mediante una conferencia de prensa brindada por el Jefe de Gobierno logró la suspensión momentánea del primer aborto no punible luego de hacer públicos lugar y día en que se realizaría de forma tal que grupos anti-derechos pudieran apelar la práctica con la presentación judicial de una medida cautelar. Con este accionar Macri no sólo violó sus deberes de funcionario público sino que además puso en riesgo la salud de la mujer quien había exigido a las y los médicos de un hospital público la realización de un aborto causal violación tras denunciar haber sido víctima de trata. Finalmente este caso logró un fallo favorable de parte de la Corte Suprema y la mujer pudo acceder a la interrupción de la gestación en otro centro médico semanas más tarde.
Ausencia, abstención y conservadurismo católico
En 2009, Gabriela Michetti, actual precandidata a Vicepresidenta de la Nación por el PRO, sostuvo que “el matrimonio homosexual y el heterosexual no son lo mismo”. Y con esta afirmación se alineó con Jorge Bergoglio, actual líder del Estado Vaticano, quien había intentado intervenir en las políticas públicas de la Ciudad con declaraciones en las que se posicionó (e instó a las y los católicos a posicionarse) en contra de la ley que reconoció el acceso de las personas al matrimonio igualitario.
En los años que le siguieron Michetti no sólo se desempeñó de forma consecuente con sus creencias religiosas personales –aspecto lógico e incuestionable- sino que lo preocupante es que practicó el ausentismo, la abstención y el conservadurismo mientras se desempeñó como legisladora de la Nación representando a la CABA en proyectos de Ley socialmente legitimados como de extensión de derechos y garantías constitucionales para las mujeres y las personas del colectivo lgtbi.
El PRO, por ejemplo, votó en contra de la Ley de Fertilización asistida y Michetti se abstuvo. Cuando se votó la Ley de Matrimonio Igualitario votó en contra y cuando la Ley de Identidad de Géneros estuvo ausente, al igual que cuando se trató la eliminación del Código Penal de la Ley de Advenimiento -figura que permitía el perdón a los violentos sexuales-. Michetti también estuvo ausente cuando se discutieron los derechos para las trabajadoras domésticas y cuando se debatió los alcances de la modificación a la Ley contra la trata de personas con fines de explotación sexual.
Un recorte presupuestario que dice demasiado
Pero no sólo de vetos y abstenciones vive el PRO, la restricción y el vaciamiento de programas también son metodologías que atentan contra los derechos de las mujeres. Es así, que el 2015 comenzó sin sorpresas, a principios del mes de enero el Gobierno de la Ciudad cerró el Programa de Atención a Víctimas de Delitos Sexuales. Desde el mismo se asistían a personas de todas las edades víctimas de abusos, a través de un equipo conformado por trabajadoras/es sociales y psicólogas/os contratadas/os por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Ciudad del cual dependía.
Este equipo interdisciplinar se encargaba de acompañar a las víctimas a un Hospital Público donde se llevaba a cabo el Protocolo de Atención a Víctimas, el cual se suministra medicación de prevención de enfermedades de trasmisión sexual como así también anticoncepción de emergencia. El servicio comenzó en el año 2008 y este año por falta y re-asignación de presupuesto la Gestión dejó sin asistencia estatal a cientos de personas. Sin embargo, el Programa sigue vigente y activo gracias al compromiso de las y los profesionales.
Votar al PRO no es “votar globos”, es optar por una fuerza política de sustento ideológico que propone recortes presupuestarios para la atención a víctimas de violencia sexual; es optar por un espacio que impulsa como precandidato a Presidente de la Nación a un empresario que vetó una ley que reglamenta la atención de los abortos no punibles; u optar por el rechazo irracional a las políticas públicas en materia de diversidad. La atención del análisis no recae sobre que es una fuerza que gobierna desde hace dos períodos la jefatura de la CABA sino que es firme candidata a ejercer el poder ejecutivo para el planteo de las políticas públicas de todo el país.ele