Por Sandra Aguilar*
Los operativos policiales, la represión, los golpes y los arrestos eran frecuentes. La diferencia esa noche fue que hubo una reacción: ponerle un freno esa violencia y resistir.
Stonewall Inn era uno de los bares gays y de drag queens más concurridos de Greenwich Village, un barrio neoyorkino que albergaba en sus calles a multiplicidades de grupos sociales marginalizados por la política represiva de control social que propulsaba el conservadurismo estatal. Gays, lesbianas, travestis, además de minorías racializadas y excluidas frecuentaban este espacio, refugiándose en el encuentro de aquel bar que se convertiría en años posteriores en el símbolo de nuestra resistencia, en un lugar de encuentro.
La noche del 28 de junio de 1969, una razzia policial disfrazada de control habitual se internó en Stonewall Inn para “poner orden” a este lugar frecuentado por “indocumentados” (trans, inmigrantes latinxs, afrodescendientes), sin licencia ni habilitación para la venta de alcohol. Como luego se conocería, este hecho respondía a los intereses del llamado “Escuadrón de Moral Pública”, escandalizado, como la opinión pública altamente homolesbotransodiante de la época, con lo que Stonewall representaba.
Ante el abuso de la detención, el arresto, la confiscación, la violencia física y verbal, así como la prepotencia de los efectivos policiales, muchas/os clientes que escaparon de la redada, vecinas/os y transeúntes comenzaron a reunirse en la puerta del lugar. Lentamente, el conjunto comenzó a arengar contra la policía, arrojando monedas que simbolizaban las coimas exigidas tantas veces por aquélla, burlándose de su accionar. A medida que la multitud crecía, la policía perdía el control.
Fue así que el avance de una manifestación espontánea que supo aunar las luchas de más de 4 mil personas esa misma noche, logró, en algo más que una hora, hacer retroceder hasta atrincherarse a las fuerzas policiales dentro del local de Stonewall Inn. Esta escena de la policía arrinconada pasó a la historia como el día en que la policía neoyorquina (estandarte de la masculinidad hegemónica estadounidense) fuera humillada públicamente por travestis y maricas. El día que la policía huyó de las maricas, travestis, latinas y afrodescendientes.
Levantamiento “travesti- marica- torta”
El fuego estaba encendido. Durante las noches y días subsiguientes, Greenwich Village protagonizó una serie constante de levantamientos y protestas con una fuerte impronta: “gay power” y “drag power” inmortalizaban sus panfletos. La adhesión popular era masiva. Los días de acallamiento y persecución a la comunidad gay, lesbiana y trans ya no serían tolerados. La gran rebelión “marica” que los titulares de la prensa quisieron ridiculizar, asociándola con una reacción a la muerte de la icónica Judy Garland, no estuvo protagonizada por un pequeño grupo en las afueras de Nueva York, no fue aleatoria, ni irracional.
Lo visceral de la ira contenida hacia las “autoridades” fue pronto capitalizado en el surgimiento de nuevas organizaciones y grupos de activistas, que se sumaban a las existentes. La diferencia es que ahora incorporaban la potencialidad de la resistencia durante Stonewall y la masiva participación y solidaridad que se había conformado entre quienes eran residentes de la zona.
Las nuevas metodologías se alineaban con las tendencias políticas más radicales del momento en los Estados Unidos: el black power, las panteras negras, los grupos feministas, y las tendencias de izquierda que propugnaban por el fin de la guerra imperialista de Vietnam, así como el hippismo y el movimiento por los derechos civiles. Sería el caldo de cultivo para el nacimiento del primer Frente de Liberación Gay (Gay Liberation Front – GLF).
Al año siguiente, en 1970, la GLF junto a otras agrupaciones y activistas organizaron la primera marcha del orgullo gay-lesbiano-trans en el primer aniversario del levantamiento de Stonewall. Marcharon del Greenwich Village al Central Park. El número de asistentes osciló entre 5 mil y 10 mil personas.
Una tradición que al día de la fecha sigue vigente como una instancia de protesta y de celebración a la vez. Protesta porque la violencia cisheterosexista aún tiene plena vigencia, porque el homolesbotransbiodio y sus efectos discriminatorios calan hondo en nuestra comunidad. Celebración porque en una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo y festejarnos es una respuesta política.
¿Y en Argentina cuándo y cómo marchamos?
Las/os/xs activistas gays y lesbianas argentinas/os/xs reconocieron su pertenencia en esa fecha y se inscribieron en esa genealogía para conmemorar aquí también el levantamiento de Stonewall.
Resolvieron organizar la primera marcha del orgullo lésbico-gay en Argentina donde exigían la derogación de los edictos policiales. En aquella oportunidad la salida a la calle era contra la constante discriminación que se sufría en todos los ámbitos así como también contra la represión policial. Cabe destacar que 22 años después de la primera marcha del orgullo lesbiano y gay en EE.UU., en Argentina aún teníamos el peso sobre nuestros cuerpos de la acción policial y que esto seguía vigente en plena democracia.
Organizar esa primera marcha del orgullo lesbiano-gay constituyó una decisión política clave de parte de quienes la organizaban para la apuesta a la visibilidad dentro del entramado social.
Años más tarde la fecha de la marcha del orgullo LGBTI fue modificada como medida de cuidado de la propia comunidad en un contexto donde quienes participaban padecían la pandemia del HIV/SIDA y el clima del mes de junio en este lado del hemisferio, se presentaba hostil para esos cuerpos portadores. Se eligió el mes de noviembre en homenaje a la primera organización de homosexuales de Argentina: Nuestro Mundo.
*en Desde el Fuego. Colectiva disidente y antipatriarcal.