Por María Florencia Alcaraz// Foto por En la Vuelta – Acción fotográfica
Celina Benítez está detenida hace una semana acusada de “abandono de persona” por la muerte de su bebé Milagros. Su historia se mediatizó cuando el principal acusado, su pareja, se habría ahorcado en la dependencia policial donde estaba alojado. Hoy nos llega su relato. El Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires presentó una denuncia por las torturas y los apremios ilegales que habría sufrido Celina en la Comisaría de Villa Astolfi. Preocupan los casos en los que se imputa judicialmente a mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género.
Celina Benítez no tiene dudas: “Yo no soy una mala madre, siempre la críe solita”. La joven de 22 años está detenida hace una semana en La Plata acusada de “abandono de persona” por la muerte de su hija Milagros, de un año y once meses. En el cuerpo de la nena estaban las huellas de la violencia machista: abuso sexual, mordeduras, golpes y quemaduras. El sospechoso era su padrastro, pero la causa en su contra se evanesció cuando lo encontraron ahorcado en una celda. Carolina Carballido Catalayud, titular de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género de Pilar, puso la lupa sólo sobre Celina: la mala madre, la que no hizo nada para evitar la muerte de su niña. Hasta ayer, en el expediente solo figuraba la declaración que dio el hombre. La ausencia de las violencias que sufrían madre e hija oculta el contexto de un asesinato por razones de género.
El 3 de junio Celina no estaba entre las multitudes que fueron hasta el Congreso. Pero los gritos de ´Ni una menos´ retumbaron y llegaron hasta la casa que compartía desde febrero con Luis Carlos Alonzo en el barrio La Escondida, entre Villa Astolfi y Derqui, Pilar. “Cuando vi la marcha le dije ´Yo a vos te voy a denunciar´. Muchas veces me pegaba. Era muy violento”, contó en una entrevista que le hicieron en la Unidad Penal 45 del Servicio Penitenciario en La Plata, Laurana Malacalza y Sofía Caravelos del Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires. La intervención de las especialistas es una estrategia de articulación con la Defensoría Oficial que busca imprimir el historial de maltrato en la causa.
Una semana después de ver la movilización contra los femicidios y tomar coraje para la denuncia, Celina volvió a su casa y encontró a su hija agonizando. Su pareja decía que la nena “se hacía” la dolorida. No quería llevarla a la salita. Insistió y fueron hasta el Hospital Materno Infantil Comodoro Hugo Meisner, de Derqui. “La envolví en una mantita, paramos un auto y nos fuimos. Alonzo estuvo un ratito y después me dijo que iba a buscar el celular para llamar a mi hermana. Yo le dije que le trajera una campera. Se iba a escapar. Yo le avise a la policía como estaba vestido”, reconstruyó Celina.
Alonzo trazó con un compás el círculo de violencia alrededor de Celina y la beba. Ella esperaba un pasaje desde Paraguay para volver a su país natal y salir del lugar en el que las había puesto. “No me dejaba salir. No me dejaba hablar con la vecina. Nada. Tenía miedo que yo me encontrara con el papa de Milagros. Decía que si salía era porque tenía otro. Antes, al principio de la relación, no era así. Me decía que era una vaga, que no me gustaba trabajar. Yo siempre le tenía las cosas preparadas cuando volvía a la casa. Le dejaba las cosas listas para que se bañara” relata la mujer desde el encierro.
El hombre no le dejaba marcas. “Me pegaba en la cara con una ojota. Se me ponía todo rojo, pero no me dejaba moretones. Me torcía la mano y los dedos. No le conté a nadie. Le tenía miedo” dice Celina. “Me amenazó con matarme con un cuchillo. Me decía que me iba a tirar al pozo de la casa y que nadie se iba a enterar de que yo estaba allí”, agregó.
Mientras Celina espera recuperar su libertad y poder hacer el duelo por la muerte de Milagros; del otro lado de las rejas un grupo de voluntades femeninas se reúne para acompañarla. A partir del caso, formaron la Coordinadora Feminista Antirrepresiva, una colectiva que está empujando una serie de acciones para visibilizar la historia; y al mismo tiempo forjar un armado de redes de asistencia territorial junto con otras organizaciones de mujeres.
Declarar bajo tortura
Celina pudo poner en palabras, también, el modo en el que fue detenida. A partir de sus dichos el OVG presentó una denuncia por presuntas torturas y apremios ilegales sufridos en la comisaria de Villa Astolfi antes de presentarse en la fiscalía. El OVG presentó la denuncia en la Fiscalía Descentralizada especializada en Violencia de Género del Departamento judicial de San Isidro y en la Auditoria de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad provincial.
“Paraguaya de mierda, confesá que vos entregaste a tu hija”, le decía una mujer policía mientras la golpeaba en la panza y le daba cachetadas. Ella estaba esposada en una celda muy pequeña. La mujer repetía: “paraguaya de mierda, porque no te volvés a tu país. Hija de puta”
Celina lloraba y los agentes ponían más reglas: no mirar, no levantar la cabeza, no llorar. Cuando se hizo de día la llevaron al patio y la dejaron sentada en una silla esposada. “Me pegaban para que declare que fui yo. Me llevaron ellos en una camioneta a la fiscalía. Me decían que era una mala madre. Yo no soy una mala madre, siempre la crié solita”.
Una fiscal reincidente
No es la primera vez que Carolina Carballido Calatayud investiga y acusa a una mujer bajo la figura de “abandono de persona”. Hace dos años impulsó la causa contra Yanina González, a quien acusaba por la muerte de Lulú, su beba de dos años que murió golpeada por Alejandro Fernández, el novio de la joven en ese momento. Después de pasar un año y medio encerrada, en marzo el Tribunal Oral Criminal 2 de San Isidro absolvió a Yanina. Durante el juicio la fiscal había pedido que estuviera 7 años y 6 meses en prisión. Tras la absolución, Carballido insistió y presentó un recurso de apelación. Daniela Bersi, fiscal adjunta ante el Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, desestimó ese recurso y la absolución quedó firme.
No se trata de casos sueltos, la violencia machista y la criminalización judicial de las madres se hilvanan con un mismo hilo. A partir de la difusión que tuvo la muerte de Milagros en Pilar y el encarcelamiento de Celina, el Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, dio a conocer un comunicado en el que manifiesta su preocupación frente a este tipo de actuaciones judiciales. Enumeran una serie de casos que parecen calcados a lo que sufrió Celina. En todos aparecen imputadas mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género. En tales supuestos las mujeres víctimas de violencia son imputadas o co-imputadas por delitos de lesiones, u homicidios contra sus parejas o ex parejas al defenderse de sus agresiones o son consideradas co-imputadas junto con ellos, por los abusos sexuales de sus hijos menores, o delitos contra su integridad física.
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