Por Laura Charro
Daiana Fernández fue condenada a tres años y seis meses de prisión en mayo del año 2013 por matar a su ex pareja que la golpeaba y amenazaba frecuentemente. El fiscal impulsó frente a Casación Bonaerense una apelación para elevar la pena a 8 años que será definida ahora por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia. Mientras, Daiana sigue siendo víctima de violencia, esta vez, institucional causa de la misoginia judicial.
La historia
A los 17 años conoció a Facundo Saucedo, cuando ella estaba terminando la escuela secundaria. Comenzaron a estar juntos como pareja y al poco tiempo Daiana ingresó al macabro círculo de la violencia psicológica y física que él le ejercía. Soportó sus celos, sus golpes, sus acosos, sus amenazas y sus insultos hasta que decidió terminar la relación definitivamente y no soportar más sus pedidos falsos de perdón y promesas de cambio. En ese momento Daiana ya tenía 19 años. Nunca lo denunció porque pensaba que eso lo iba a perjudicar, a él y a su familia, y por miedo: una ex novia había hecho denuncias en su contra por violencia sin ningún resultado y era portador de armas, con las cuales también la había amenazado, apuntándola en el pecho.
Dos semanas después de su separación, el 16 de octubre de 2011, él ingresa sin permiso a su casa, luego de una fiesta de quince de la que Daiana había regresado junto con sus amigas. En la cocina, mientras ella picaba hielo para las bebidas, él ingresa pidiendo hablar con ella y comienza a agarrarla del brazo y de los pelos. Como defensa usa el cuchillo que tenía en mano, hiriéndolo en un hombro. Lo acompaña al Hospital de Ezeiza, preocupada por él y la sangre que estaba despidiendo. Al llegar la familia de Facundo al Hospital comienzan a golpearla e insultarla y decide regresar a su casa. Allí recibe un llamado donde le confirman que su ex pareja había fallecido. La policía fue a buscarla y esa noche su vida dio el vuelco menos deseado.
La condena y la misoginia judicial
Los integrantes del Tribunal Oral Criminal Nro. 3 de Lomas de Zamora la condenaron a tres años y seis meses de prisión en la Unidad 50 de Mar del Plata, por considerarla autora penalmente responsable del delito de homicidio preterintencional. Casi dos años después, Daiana es liberada bajo libertad condicional. El fiscal del juicio, Sebastián Scalera, impulsó ante la Casación Bonaerense un recurso de apelación y el 11 de febrero de 2014 la Sala IV del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, integrada por los jueces Mario Eduardo Kohan y Carlos Angel Natiello, dio favorable acogida a la petición del fiscal y la condenó a ocho años de prisión como autora del delito de homicidio simple.
La defensora de Daiana, Patria Sanmamed, presenta el caso ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia para evitar un nuevo encarcelamiento, allí el Recurso Extraordinario de inaplicabilidad de ley planteado aún no tiene sentencia, pero sí dictamen negativo del procurador.
“Los argumentos de la Casación como los del subprocurador de la Suprema Corte son básicamente los mismos: si no lo hubiese querido matar hubiese usado otra cosa que no fuese un cuchillo, sin importar que ella estaba picando hielo, sin importar que él se metió en su cocina sin invitación, sin importar que ella aún portaba las lesiones del último ataque en sus brazos que dibujaban dos hematomas de 10 cm. de diámetro producto de mordidas antes su negativa a mantener relaciones sexuales, sin importar la asimetría entre los cuerpos de ambos, sin importar que él habitualmente portaba armas de fuego, sin importar que la había amenazado de muerte varias veces, sin importar que la había golpeado en público y dentro de su misma casa, sin importar que debió renunciar a su trabajo por los celos enfermos de él, en suma sin importar ella”, manifestó Sanmamed en una nota dirigida a periodistas.
Daiana, desesperada y agotando todas las alternativas, durante el año 2013, desde prisión escribe una carta a Isabel Beatriz Visconti, Diputada Nacional por el Frente para la Victoria para contarle su situación y solicitarle ayuda. Allí escribe “Estoy atravesando una pesadilla desde el 16 de octubre del 2011, ya no sé a quién recurrir, la justicia no me quiere escuchar pero nadie saber realmente lo que tuve que vivir”. No tuvo ninguna respuesta. Y al igual que la justicia, le dio la espalda.
El apoyo incondicional lo encuentra en su familia, en su defensora que trabaja en el caso desde hace 4 años y en agrupaciones de mujeres como las Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) de Lomas de Zamora, quienes estuvieron junto a ella en todo el proceso, en la lectura de dictámenes y apoyando el pedido de la defensa de exoneración y libertad, porque entienden que este caso es emblemático y una muestra clara de una justicia que obra desde parámetros patriarcales y machistas, revictimizando a una mujer una y otra vez violentada.
La pregunta es, ¿hasta cuándo vamos a seguir sosteniendo estructuras judiciales, fiscales y abogadxs sin formación en género, sin la condena eterna a la mujer que intentando defenderse de los golpes y los maltratos es nuevamente puesta en el banquillo de acusadxs, para una nueva condena penal y la eterna: por ser mujer, por no haber querido ser un dígito más del número de femicidios que ocurren todos los días en Argentina?