Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros/ Foto por Constanza Portnoy
Leonela Gómez Vivero estuvo desaparecida 48 horas, casi la misma cantidad de tiempo en que los medios debatieron si se había suicidado por si era o no lesbiana en vez de denunciar y visibilizar los contextos represivos que la violentaban. Las repercusiones en su barrio y las advertencias sobre la protección de la intimidad de niñas, niños y adolescentes.
El pasado sábado Leonela Gómez Vivero apareció muerta, presuntamente producto de un suicidio. Tenía solo 12 años pero a través de una nueva cobertura mediática revictimizadora y cómplice del heteropatriarcado se supo de ella que sus elecciones sexuales eran en disidencia. Y no fue perdonada.
A días del ´ni una menos´, a Leonela no se la reconoció como una víctima de femicidio. El machismo mata, la homolesbobitransfobia también, pero además, invisibiliza.
“Las lesbianas no somos suicidas”
Tras el título “La lesbofobia mata, las lesbianas no somos suicidas”, la Colectiva feminista Rabiosa de la zona oeste del conurbano bonaerense, territorio donde vivía Leonela, redactó un comunicado en el que ponen en debate la importancia de quitar del ámbito privado las violencias que en vida pudo haber sufrido la niña. “Nosotras transitamos las mismas calles que Leonela, seguramente nos cruzamos por las mismas veredas. Conocemos el colegio al que iba, con una doctrina católica represiva, que hacía caso omiso a la discriminación que Leonela sufría ahí mismo”, relatan.
Ayelén Pellizari, integrante de la colectiva, declaró a Marcha, “decidimos ponerle voz a este caso porque entendemos que el patriarcado afecta la vida de nuestros pibes, de nuestras pibas, y que está en instituciones cerradas como la familia”. Habló sobre las declaraciones que realizó el padre de Leonela en los medios hegemónicos, “poniendo su sexualidad como motivo de sus problemas, que claramente lo eran porque esta sociedad patriarcal no la aceptaba”, y dijo que decidieron intervenir para “interpelar a los adultos, en que sus opiniones son dañinas para la juventud que quiere vivir la diversidad plenamente, y a las instituciones, que hacen caso omiso a una ley (de Educación Sexual Integral) que habla sobre la sexualidad y las identidades de forma integral”.
Pellizari sostuvo que estas identidades disidentes “no son escuchadas, no son reconocidas, son juzgadas y eso hace que se profundice la violencia y por eso entendemos que el suicidio de Leonela no es una elección personal sino que es una más de las consecuencias de cómo el patriarcado atraviesa a esta sociedad y las bajezas que puede llegar a cometer este mundo homolesbobitransfóbico”. “Hablaron de ella de todas estas maneras y era una niña de 12 años que estaba descubriéndose”, declaró.
La colectiva sostiene que a Leonela “la mataron cada una de las personas que, con sus acciones y sus palabras, la acosaban y juzgaban por su orientación sexual”. Dicen que “a Leonela la mató el patriarcado con su represión heteronormativa” y que es “una víctima más de femicidio”. Denuncian que Haedo, localidad donde vivía la niña, “detrás de sus lindas fachadas de barrio de clase media, mantiene prácticas que censuran la diversidad sexual de diferentes maneras”, y denuncian la homo-lesbo-bi-trans-fobia que está presente en el “barrio”.
La revictimización y la violencia simbólica
El debate sobre las características de los contenidos mediáticos no puede estar escindido de la comprensión de que el cambio que se debe lograr es fundamentalmente cultural. Ignorar y no evidenciar en las reflexiones que hay una matriz de dominación política heteropatriarcal, capitalista y neocolonialista, que recae sobre las individualidades y que precede a la práctica informativa o de producción gráfica, digital, radial o audiovisual es analizar a medias la problemática.
La muerte de Leonela Gómez Vivero, de 12 años, puso una vez más en caso la importancia de respetuosos tratamientos mediáticos en las noticias que abordan las historias de vida de niñas, niños y adolescentes introduciendo además, la complejidad de la temática de los suicidios. En el caso de Leonela, el derecho máximo de cada persona de transitar los días cotidianos libre de opresiones, violencias y represiones fue olvidado ante versiones amarillo- pintoresquistas y la repetición de repudiables declaraciones lesbofóbicas de parte, paradojalmente, sus familiares, que parecían dar la respuesta inmediata que los medios hegemónicos necesitaron para fundamentar su presunto suicidio.
“Ella salía con otra chica”, se leía en uno de los zócalos de A24 mientras entrevistaban a una de las amigas de Leonela. ¿Eso es un aporte periodístico de qué tipo? “Apareció colgada de un árbol”. ¿En cuánto importan los detalles morbososos y no preguntar si era víctima de algún tipo de violencias o represión? Todo redunda en la voz del heteropatriarcado: las y los jóvenes solo pueden tomar correctas elecciones si están tuteladas/os por las y los adultos. Y si estas elecciones son disidentes, el resultado es el que “se buscó”. Mejor muerta que lesbiana se leía por ahí. Preocupante de solo pensar cuántas niñas y adolescentes pudieran sentirse como ella se sentía.
En este contexto de revictimización y violencia simbólica, y en el día de las y los periodistas, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), notificó judicialmente en torno al tratamiento informativo de la muerte de Leonela, en cumplimiento de lo requerido por el Juzgado de Garantías Nº6 de Morón, a cargo del Dr. Diego Ramos. La orden judicial solicitó “que no se divulguen, publiquen ni exhiban documentos, fotocopias, fotografías, imágenes y todo otro material que exponga en forma mediática a quien en vida fuera la menor Mía Leonela Gomez Vivero, su intimidad familiar y su círculo de amistades entre quienes se encuentren personas menores de 18 años”. Claramente nada de esto se cumplió con Leonela.
“El abordaje mediático que se está realizando por su identidad sexual merece ser contestado”, sostuvieron las integrantes de la Colectiva feminista Rabiosa en otro párrafo de su comunicado. “¿Qué mensaje quiere generar el Estado y la sociedad en lxs pibxs al enfatizar su orientación sexual y sus actividades en internet? ¿Qué es lo que se investiga y lo que se deja de investigar?”, cuestionan. Y ya pensando en las vidas en libertad, finalizaron “seguimos luchando y exigiendo la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral en TODOS los ámbitos educativos que contemple la diversidad sexual de forma efectiva”.
Y así esperamos que suceda. Por Leonela, o Paola como le gustaba que la llamaran. Y por el derecho de todas las personas a nuestras elecciones en alegría y libertad.