Por Nicolás Fernández
Bajo el título de La pelota no se mancha: fútbol, violencia y negocios y en el marco de los habituales desayunos de coyuntura organizados por el Instituto de Investigación Gino Germani, el sociólogo Pablo Alabarces, el periodista Ezequiel Fernández Moores, el abogado Mariano Bergés y la investigadora Verónica Moreira conversaron sobre las problemáticas actuales del fútbol argentino y mundial.
Entre medialunas y termos de café, la ponencia comenzó con una presentación de los exponentes. Los primeros minutos fueron para Pablo Alabarces, director del instituto y autor de Héroes, machos y patriotas, el último de varios escritos sobre sociología del deporte, quien afirmó, como disparador del debate, que la violencia actual en el fútbol argentino, no responde sólo a un fenómeno excepcional, sino a una trama cultural muy compleja, que incluso la legitima.
Alabarces adjudica en su análisis una responsabilidad especial al Estado, ya que además de ser el gestor de la seguridad, “desde hace seis años se ha convertido simultáneamente en el organizador simbólico de la narración a través del programa Fútbol Para Todos”, dueño de los derechos televisivos y que “en sus transmisiones jamás ha mencionado al problema como tal”. Aquí entró en escena el escándalo FIFA que llevó a Blatter a renunciar a la presidencia luego de haber sido elegido para un quinto mandato tras 17 años en la cima del poder del fútbol mundial. Uno de los prófugos en el procesamiento por parte de la justicia estadounidense que abrió la causa es el argentino y CEO de TyC Sports Alejandro Burzaco, socio del Estado Nacional en Fúbol Para Todos y del Grupo Clarín, en otros negocios.
Luego se concedió la palabra a Mariano Bergés, presidente de la Asociación Civil Salvemos al Fútbol, formada en 2008 a raíz de un problema que tuvo Mónica Lizardo, presidenta entonces del club Atlanta, quien denunció a un grupo de hinchas por hechos violentos, aunque los acusados fueron absueltos. Bergés considera que desde la creación de Salvemos al Fútbol la situación ha empeorado, pero a ellos les sirvió para pasar de una actividad exclusivamente de denuncia a una más amplia que prioriza la contención de las víctimas directas y sus familias –a través de profesionales de la psicología de la UBA–, e incluye la investigación junto a sociólogos, porque “he aprendido que el fenómeno no se trata sólo de hacer una denuncia para que un juez resuelva, sino que es mucho más complejo, que tiene que ver con el territorio con el tipo de negocios que se realizan”.
El ex juez de instrucción distinguió la gestión de la ex Ministra de Seguridad Nilda Garré (entre 2010 y 2013) como la única que intentó avanzar en una solución a esta problemática durante los gobiernos kirchneristas, con medidas como la creación de un protocolo policial e incluso la suspensión de un partido desde su propia casa, a diferencia del actual Ministro Sergio Berni quien ni siquiera se involucró durante los lamentables sucesos vividos la anterior semana en la Bombonera, cuando se esperó más de una hora a que desde Paraguay –país en donde se encuentra la sede de la CONMEBOL– dieran la orden de suspender el encuentro. Frente a esta realidad fue que Bergés sintetizó el aporte que ellos quieren dar en la pregunta de si es éste el tipo de seguridad que queremos para los espectáculos deportivos, si no sería más conveniente empezar a trabajar en nuevos operativos, específicos para enfrentar las situaciones que vivimos en el presente, entre otros motivos porque “la policía militariza los estadios”.
Ezequiel Fernández Moores, especialista en el análisis de las relaciones entre el deporte y el poder económico/político puso el foco en la estructura piramidal de la violencia generada desde arriba, por la impunidad de esos organismos internacionales cuando toman decisiones al menos sospechosas, como la elección en 2010 de las sedes de Rusia y Qatar para los mundiales de 2018 y 2022 respectivamente, relegando a un gigante como Inglaterra y pretendiendo organizar un torneo en el desierto, en pleno verano. Al respecto, Fernández Moores no cuestiona la investigación en sí, pero se pregunta ¿por qué ahora y por qué un organismo de Estados Unidos? “Es de una hipocresía absoluta que un país que ni siquiera le llama fútbol al fútbol (allí se llama soccer) aplique una ley inusual (por la ley antiterrorista), interpretada de una forma inusual en una sociedad que tampoco consume demasiado de este deporte”. Pero negocios son negocios y los intereses económicos que se han tocado en los últimos años (Estados Unidos quería organizar el mundial de 2022) han llegado muy alto. Todo huele a venganza.
Para referirse a los hechos locales, el periodista manifestó que “el fútbol es desborde por naturaleza, puro ruido; y ese ruido confunde a todo el mundo: hinchas, periodistas, dirigentes”. Aludió a la innegable relación con el poder político, “todas las líneas importantes de Boca pertenecen a un mismo partido político”, y se resignó con los resultados que se están dando desde la justicia, “mi sensación es la de la cultura de la impunidad”.
Finalmente fue Verónica Moreira quien se adentró en el tema de la relación entre las barrabravas en el fútbol argentino y el poder político. La antropóloga y doctora en Ciencias Sociales, autora de numerosos artículos y libros sobre el tema, llevó el análisis a la relación con la violencia general que se vive hoy en la sociedad, reflejada también hace unos pocos días en la masiva manifestación nacional bajo el lema de “Ni Una Menos” (que halló ecos en varios países de la región). Sugiere que “la información se ha partidizado porque el periodismo habla desde el lugar del hincha” y las investigaciones periodísticas en el mundo del deporte “visibilizan a los barras desde un lugar que los legitima”, al no haber una justicia que los castigue.
Tampoco se muestra optimista en el futuro cercano “porque no son sólo relaciones de dinero (entre los barras y los dirigentes); hay cuestiones de lealtad” hacia los clubes. Y con respecto a la violencia entre barras definió que “simbólicamente está naturalizado que hay que eliminar al adversario”. Como posibles medidas recordó el experimento brasileño llamado “pulmón de convivencia”, en el cual hinchas del Internacional de Porto Alegre y del Gremio, de la misma ciudad y cuya rivalidad histórica es similar a cualquier clásico del fútbol argentino, conviven en determinado sector de la cancha.
Queda claro que hay mucho por hacer, mucho por aprender en materia de violencia en el deporte y queda claro también que es el Estado quien debe asumir las responsabilidades políticas para avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva, para que volver a ir a la cancha sea una fiesta sin violencia.