Reclamos por Ganancias y precarización laboral, ¿dos extremos de la situación de los trabajadores y los sectores medios? Marcha dialogó con el historiador Ezequiel Adamovsky, integrante de Cultura Compañera* y autor de los libros “Historia de la clase media argentina” e “Historia de las clases populares en Argentina”.
-¿Es asimilable ese sector de la clase trabajadora que reclama por el descuento de Ganancias sobre su salario, con lo que se entiende como “clase media”, por su nivel de ingresos y acceso al consumo?
-Los sociólogos emplean una serie de criterios “objetivos” para delimitar la clase media, centrados en el nivel de ingresos o en el tipo de trabajo, o en una combinación de ambos. Si hablamos de ingresos, seguramente un camionero debería incluirse en la clase media (en promedio, ganan más que un docente, un empleado de cuello blanco, etc.). Pero la clase media no es una categoría social con una entidad “objetiva”. Más que eso, es una identidad, o mejor dicho, un conjunto de identificaciones. Muchas personas piensan de sí mismas que son “de clase media”, aunque por criterios objetivos sean trabajadores. En las encuestas de autopercepción se ve que con tener un salario que no sea el más bajo de todos, o no vivir en una villa, ya es suficiente para que alguien pueda pensarse de esa manera. Pero por más que un trabajador se imagine que es de la misma clase que un profesional exitoso, eso no significa que sea percibido así por todos: para un profesional exitoso, probablemente un camionero sea alguien de clase baja, sin importar lo que el camionero piense de sí mismo. Por eso decía que la clase media no es una categoría social que pueda delimitarse ni “objetivamente”, ni tampoco tomando un criterio “subjetivo” (por ejemplo, diciendo que son de esa clase todos los que creen que son de esa clase).
-Los sectores populares de condición más humilde, que pasaron de la desocupación a la precarización sin salir de la pobreza, ¿pueden verse identificados con la prédica actual del jefe de la CGT?
-Bueno, en principio, no debería haber motivos para que un desocupado o un trabajador que cobra menos del mínimo no imponible se preocupe demasiado por lo que pase con el Impuesto a las Ganancias. Y a eso se suma que probablemente muchos perciban que parte de la disputa tiene que ver con un tema político que excede lo gremial. El reclamo es legítimo y seguramente acuciante para los que cobran sueldos por encima del mínimo no imponible. No hay dudas de que el piso es muy bajo y no hay argumentos válidos para negarlo. Pero del mismo modo, no es realista ni políticamente correcto plantear que ningún asalariado pague un impuesto por los ingresos que percibe: muchos altos ejecutivos de las grandes empresas reciben sus ingresos bajo la forma salario y sería ridículo plantear que no tributen. El tema es dónde se pone la línea de corte. Porque además, en relación con la precarización del trabajo, existen cantidad de trabajadores cuyo vínculo laboral dejó de ser el salario y pasó a ser el del contrato de trabajo (algo que encubre con frecuencia una relación salarial precarizada). Ese tipo de trabajadores muchas veces cobra menos que el mínimo no imponible de Ganancias y sin embargo tiene que pagar el monotributo. Y lo mismo vale para los pequeños trabajadores autónomos, los que son verdaderamente autónomos: muchos ganan bastante menos que un camionero y sus ingresos son alcanzados por el fisco. Creo que con la estructura laboral que existe hoy -que no es la que había hace 40 años- y con las infinitas posibilidades que tienen los verdaderamente ricos de evadir el pago de impuestos, habría que plantear una profunda reforma impositiva integral. De lo contrario, el resultado será que posiblemente terminen enfrentándose entre sí distintos sectores de la masa trabajadora.
-¿Hay un correlato entre la clase media porteña y el voto a Macri? Por su mejoría económica en los últimos años, ¿esos sectores no deberían estar agradecidos con el kirchnerismo?
-Está bien que lo planteen como una pregunta y no como una afirmación. Políticamente hablando, hoy no existe un sujeto “clase media”. En los medios de comunicación y entre la gente de izquierda se suelen hacer generalizaciones que no se corresponden con la realidad. Se dice “la clase media votó a Menem” y eso es falso: a Menem lo apoyaron sobre todo los dos extremos de la pirámide de ingresos y recibió sus menores caudales de votos entre los sectores medios. Podría seguir con otros ejemplos: el más absurdo de todos fueron las notas que publicaron algunos intelectuales kirchneristas culpando a la “clase media” de ser la responsable de los cacerolazos que hubo hace poco, cuando en realidad salieron algunas pocas decenas de personas, más bien de clase alta. Es siempre cómodo culpar a la clase media de toda clase de vicios políticos, para imaginar en cambio que los sectores populares apoyan siempre las opciones políticas más afines al bienestar general (o al menos el de su propia clase). Con el tema del voto a Macri pasa algo parecido. En las últimas elecciones para Jefe de Gobierno, el macrismo obtuvo sus mayores caudales en barrios de clase alta, como Recoleta. Pero luego, los porcentajes que sacó en algunas comunas de “clase media” fueron bastante similares a los que sacó en las más pobres (como la 8, Soldati-Lugano-Riachuelo). Lo que significa que a Macri lo vota también una importante cantidad de personas de clase baja. En las elecciones presidenciales se notó claramente que buena parte de los votos que fueron poco antes a Macri, se desplazaron al kirchnerismo. Y en este caso, el kirchnerismo obtuvo una enorme proporción de los votos de barrios típicamente de clase media, en los que triunfó holgadamente. Para seguir con la comparación, en esas mismas elecciones al Frente que armaron los partidos de la izquierda tradicional le fue mejor en barrios de clase media como Caballito, que en los de clase baja. En síntesis, lo que quiero decir es que ni es cierto que “la clase media” indefectiblemente vote en bloque opciones de derecha, ni que las clases populares no lo hagan. Es imprescindible que volvamos a pensar la relación entre las diferencias de clase y las opciones electorales, porque tengo la impresión de que seguimos presos de estereotipos que ya no tienen relación con la sociedad en la que vivimos.
* Cultura Compañera: Ideas, arte y comunicación para una nueva izquierda