Por Paula Basaldúa // Foto: Paula Basaldúa
En el marco de la edición 2015 de la Semana Mundial por el Parto Respetado se llevó a cabo el miércoles 20 de mayo una convocatoria al Congreso para solicitar medidas que pongan fin a la violencia obstétrica y la urgente reglamentación de la Ley 25.929 de Parto Humanizado. Los reclamos y los casos que fueron tomados como banderas para una violencia institucionalizada.
Mujeres con sus hijos e hijas, doulas, parteras y referentes del tema con el objetivo de visibilizar las formas naturalizadas de violencia obstétricas que las mujeres padecen durante el embarazo y al momento del parto se concentraron el pasado miércoles 20 de mayo para concientizar, difundir, empoderar a las mujeres y erradicar las prácticas de dominación en el parir y el nacer.
Prácticas invasivas, inne-cesáreas, malas praxis, intervenciones a destiempo que ponen en riesgo la salud y la vida tanto de la mujer como de el/la bebé son algunos ejemplos de esta violencia que se ejerce cotidianamente en el sector salud, tanto en el ámbito público como privado.
En la concentración, casos como el de la China Emilia, -una bebé de 4 días fallecida sin informar la causa a sus progenitores, quienes además de sufrir maltrato durante la internación de la madre, tuvieron que dejarla internada sin conocer las causas, para recibirla luego en una bolsa de residuos-, o el reciente fallecimiento por mala praxis de Lorena Bombardelli, a causa de la negligencia del equipo de salud de la Clínica Boedo de Lomas de Zamora, tomaron relevancia y fueron emblema de la manifestación.
Con lágrimas en los ojos, testigos presentes revivían colectivamente las atrocidades de un modelo de atención patriarcal que en nada respeta a las mujeres y a sus cuerpos, y que ha tomado para sí desde hace ya décadas el alumbramiento humano como “problema de salud”, no sin atentar permanentemente contra la salud, la integridad, los derechos y la propia vida de las mujeres y sus hijas e hijos.
Políticas activas, reglamentación y presupuesto, aplicación de la legislación vigente son algunas de las demandas al Estado. Desnaturalizar, informar sobre formas respetuosas de parir y nacer, prevenir situaciones de violencia es otro de los fines de estas actividades, también orientadas a la comunidad. Sus referentes proponen una nueva forma de nacer para cambiar el mundo; alrededor, el mundo sigue siendo peligroso para las mujeres.
Dos historias recientes que fueron tomadas como banderas
A los cuatro días de haber nacido, “la China” murió. Su mamá y su papá aún desconocen los motivos reales. Se la entregaron en una bolsa de residuos, terrible analogía. Lorena Basch Ramos, contó a la prensa que una vez internada en la clínica -a la que lamentablemente no se puede mencionar por secreto de sumario-, la llevaron a un quirófano, aún sin estar en fecha, y allí la prepararon para hacerle una cesárea “de urgencia”. Una operación que duró dos horas y que “como no podían sacar a la beba, una enfermera se le subió arriba de la panza y recién ahí ´la China´ salió”. Lorena relató “me cosieron y me dejaron, sola, en una camilla, en un pasillo. Mirá el tiempo que habré pasado ahí que escuché dos partos más”.
Lorena relató que cuando la pasaron a un cuarto común, su compañero le informó que “la China” estaba “agitadita” y que la tenían en una “carpita de oxígeno”. Pero nadie les dijo por qué necesitaba oxígeno. Les decían que era “normal”. Hoy Lorena y su compañero le hacen juicio a la clínica y a las y los médicos, que todavía no se presentaron a ninguna audiencia.
Otra Lorena, Bombardelli estaba embarazada de siete meses, parió en el baño de la Clínica Boedo de Lomas de Zamora y murió por una gravísima infección que sufrió porque las y los médicos no le retiraron la placenta, según la denuncia que presentó su esposo Aldinho Dianez. Lorena había ingresado al centro de salud con fuertes dolores abdominales, pero las enfermeras le dijeron que probablemente eran “cólicos” y que necesitaba ir al baño.
Hoy su familia a la clínica y a las y los médicos de mala praxis y asegura que siempre les ocultaron la verdad. “Le hicieron 6 cirugías en un mes”, relató Aldinho. “La estoy luchando, estoy lejos de mi casa y mis hijos preguntan por su mama y ya no sé qué hacer”, sostuvo. “El bebé se encuentra a salvo gracias a que Lorena parió en el baño del hospital. De haber ocurrido una hora después hubiera muerto por falta de oxígeno en el cerebro”, relató a la prensa.
La obstétrica, otra violencia institucionalizada
Hace 70 años las mujeres parían en su casa o en la de la partera. El parto era una instancia fisiológica, como hacer el amor o menstruar. La institucionalización del parto diluyó el deseo, el amor, el placer y materializó la violencia. La de la sociedad machista, patriarcal, burguesa y medico hegemónica afectando la libertad, la dignidad, la integridad física, psicológica, sexual o económica, como así también la seguridad personal de las mujeres.
Cuando no se atiende oportuna y eficazmente a una paciente; cuando se obliga a una mujer a parir con las piernas levantadas existiendo los medios necesarios para un parto vertical; cuando se altera el proceso natural mediante el uso de técnicas de aceleración sin obtener el consentimiento; cuando se practica una cesárea existiendo condiciones para el parto natural; cuando se trata a la mujer en parto como a una enferma; cuando se la inmoviliza o se vulnera alguna de sus expresiones de voluntad, eso constituye violencia obstétrica; una de las modalidades de la violencia de género, expresión brutal en las instituciones de salud públicas y privadas de la desigualdad y la asimetría de poderes, de la historia médica de las dominaciones e invisibilizaciones.
Existe un marco legal que protege a las mujeres contra los procedimientos invasivos durante el proceso de parto y nacimiento de parte de integrantes de hospitales y clínicas. No solo esta violencia está contemplada dentro de la ley 26.485 de protección integral de las mujeres sino también por la ley de parto humanizado y por la 26.529 de derechos de las y los pacientes. Las tres leyes refieren que el incumplimiento de las obligaciones de respeto, información y cuidado merece sanciones civiles y penales, pero estas prácticas están tan naturalizadas que estas leyes no se cumplen.