Por Martín Cortés. El pasado 1º de julio, Babasónicos culminó su serie de seis shows en el Teatro Vorterix. La banda de Lanús dejó contento a un público heterogéneo y se animó al guiño político.
Dándole aire al nuevo proyecto de Mario Pergolini, hicieron una pausa en su gira por Estados Unidos para salir del estadio y volver al auditorio pequeño. El ex Teatro de Colegiales, con capacidad para 1600 personas, apuesta al show de calidad que se ve y escucha bien desde cualquier punto. Durante poco más de una hora y media en la que tocaron un tema detrás del otro con un breve descanso al final, Babasónicos confirmó que es una de las mejores bandas de rock nacional en actividad.
La mutación en su obra, que muchos denostan y otros disfrutan, se observó en el público. Estuvieron quienes los escuchan desde sus primeros discos, los jóvenes y adolescentes que los conocieron en su salto a la fama y también el grupo eminentemente femenino que se agolpó contra la valla y festejó todos los movimientos que el vocalista Adrián Dargelós les dedicaba. La banda sonó sólida y demostró que su último cambio de formación ya fue musicalmente asimilado, con la incorporación de Tuta Torres en bajo y Carca en percusión y theremin. Este último se había desempeñado en el bajo luego de la muerte de Gabriel Manelli en 2008. Con la simpleza de unas pantallas led y luces combinadas con cortinas transparentes, la escenografía ayudó a alcanzar el cénit en los momentos más estridentes del show.
Entre los gestos revisionistas de su primera obra (aunque quedaron afuera los dos primeros discos) figuraron “Calmado, matamos al venado”, “Su ciervo”, “Seis vírgenes descalzas” y “El shopping”, de su disco más político Miami (“¿qué es lo normal cerca de estar en el fin de la historia?”). Avanzado el show se volcaron más a los últimos dos discos, de un sonido más sofisticado, aunque no faltaron canciones festivas como “Cuello rojo” y “El ídolo”. Tocaron ocho de los diez temas de su nuevo álbum A propósito, con sus puntos más altos en “Flora y fauno”, “Ideas”, “Pulpito” y “Muñeco de Haití”. “Pendejo”, la poderosa “Sin mi diablo” y “Risa” fueron lo más festejado por todos los presentes, que las cantaron y bailaron enérgicamente.
Hubo también espacio para los pronunciamientos ideológicos. Durante “Fiesta popular”, Dargelós cantó dirigiendo la mirada al primer piso del teatro, a donde sólo se ingresaba con pulseras VIP. Mientras la canción rezaba “Chicos ricos, no se desesperen, esto es sólo una fiesta popular”, la escenografía proyectaba los colores celeste y blanco y el escudo nacional se adivinaba hasta quedar completamente visible: la imagen se repitió al final del show, siendo lo último que quedó en escena cuando los músicos se habían retirado y antes de que se cerrara el telón. En 2010, Dargelós había dicho que si bien no lo había votado, “este Gobierno tiene momentos discursivos que se acercan a las causas nobles”. La toma de posición no debería sorprender, siendo que Babasónicos acompañó la coyuntura política del país desde la década de los 90. Aunque siempre tuvieron como meta artística que la música fuera una forma de entrar en la fantasía, el disco ya citado Miami de 1999, con un impresionante hallazgo en la tapa, contiene numerosas críticas al consumismo menemista. Ante la crisis de 2001, la banda respondió lanzando sus dos mejores discos, que los catapultaron definitivamente a la fama: Jessico e Infame, en 2001 y 2003 respectivamente. Como dice su tecladista Diego Tuñón en Jessico: el documental, “era una época oscura a la que respondimos con mucha alegría”.
A finales de los 80, Adrián Dargelós viajó a Inglaterra para estudiar semiótica y cine con la firme convicción de ser poeta. Allí aprovechó, además, para conocer la escena musical de uno de los principales mercados mundiales. Al volver a Argentina, formó Babasónicos. La banda fue parte de lo que se llamó el “Nuevo rock argentino” junto con Los brujos, Peligrosos gorriones y Juana la loca. En1992 telonearon a Soda Stereo, y Gustavo Cerati colaboró en su primer disco, Pasto, de ese mismo año. Desde el comienzo, este grupo de músicos decidió crear un sonido que se apartara del mainstream de aquel momento. La regla era cambiar la fórmula con cada disco: del surfer rock adolescente pasaron a coquetear con la música india, el funk, el tex-mex y el hardcore, además de ser la primera banda latinoamericana en contar con un DJ en su formación estable (DJ Peggyn, que colaboró en cuatro discos entre 1994 y 1999). Esa innovación se ve hasta hoy, cuando presentan su último disco, que mezcla el sonido pop de los últimos años con tambores y largas sesiones de psicodelia electrónica. El rock argentino está más vivo que nunca en los Babasónicos, y es una pena que quienes los acusan de superficiales sólo conozcan las canciones que llegan a la radio.