Por Patricio Feldman. El 1 de Julio tendrá lugar la elección del nuevo presidente de México. Además se renuevan las bancas de 128 senadores y 500 diputados.
A pocos días de la contienda electoral, el panorama político resulta más que interesante: Andrés Manuel López Obrador (AMLO), del Partido de la Revolución Democrática (PRD) -que impulsa la Coalición Movimiento Progresista- parece acercarse al principal candidato a la presidencia, Enrique Peña Nieto, de Compromiso por México, alianza que lidera el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Si bien los números que arrojan las encuestas no quedan del todo claros, a razón de que cada candidato presenta las cifras que le son más convenientes, la disputa pareciera dirimirse entre el candidato priista y AMLO. Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN), actual partido de gobierno, quedaría relegada al tercer puesto, golpeada por la pésima gestión de Felipe Calderón que deja una profunda crisis económica, social y política y más de 60 mil muertos a causa de la “guerra contra el narcotráfico”. Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, tiene una intención de voto irrelevante, aunque éstos podrían definir parte de la contienda (pensando en una diferencia mínima entre Peña Nieto y AMLO).
Las elecciones se celebrarán en medio de la polémica desatada por el movimiento #YoSoy132, quien organizó el último debate electoral el 20 de Junio pasado, al cual no asistió Peña Nieto por considerar que “no estaban dadas las condiciones de imparcialidad y neutralidad toda vez que es un movimiento que claramente se ha señalado anti Peña”. El movimiento #YoSoy132 se declara apartidista, pacífico, estudiantil, laico, social, humanista, autónomo y antineoliberal. Se desliga de cualquiera de los cuatro candidatos, aunque llama a emitir un “Voto Razonado” y lejos está de convocar al abstencionismo. Similar al movimiento de los indignados en España, los jóvenes mexicanos han logrado nuclear a estudiantes, periodistas, intelectuales y ciudadanos preocupados por la democracia de ese país, a partir de un fuerte rechazo a la concentración y manipulación mediática ejercida por los dos grandes multimedios: Tv Azteca y Televisa.
En un contexto de violencia generalizada, con miles de muertos a causa del narcotráfico y en medio de la crisis internacional que golpea duramente a México, AMLO parece ofrecer la única alternativa real a la hegemonía de los dos partidos políticos dominantes: PRI y PAN, que han demostrado históricamente, representar los intereses de las clases dominantes alineadas con los Estados Unidos.
Con un plan que pretende crear 7 millones de puestos de trabajo, recuperar los sectores económicos estratégicos entregados a las empresas multinacionales, romper con el oligopolio mediático y democratizar los medios de comunicación, enfrentar las políticas neoliberales, desarrollar el sector energético, lograr la autosuficiencia alimentaria, enfrentar los grandes monopolios que manejan la economía, reducir los sueldos de los funcionarios públicos, entre otras medidas, AMLO parece expresar la voluntad del pueblo mexicano, que desea despertar de la gran siesta neoliberal.
Luego de la dudosa elección que dio como ganador a Felipe Calderón en el año 2006, las sospechas sobre un posible fraude electoral permanecen vigentes. “El candidato de Televisa” (Peña Nieto), como lo llama AMLO, creía tener todo bajo control, con una diferencia de más del 10% sobre la candidata del PAN, Vázquez Mota, pero ahora muestra signos de preocupación por la levantada de AMLO, que según varios estudios se ubica en segundo lugar.
A poco de que se defina el rumbo de México, América Latina se encuentra expectante: las elecciones definen más que una presidencia, cierto aire de cambio se respira por la tierra que vio nacer la reforma agraria y el levantamiento zapatista del 94. A pesar de que un sector de los movimientos sociales campesinos e indígenas no vean con simpatía a AMLO, y renieguen del sistema político y la “democracia representativa”, lo cierto es que a ninguno de ellos le da lo mismo un gobierno de derecha -como el actual- a uno que pretenda ser de izquierda.