Por Alejandro Brandel. Hace unos días se conocieron los datos sobre el trabajo “en negro” durante el primer cuatrimestre del 2012. Los datos publicados por el Indec arrojan una disminución del 1,4 por ciento en relación al mismo periodo del 2011, y ubica a los trabajadores sin aportes jubilatorios en torno al 32,8 por ciento del total.
Estos niveles continúan altos comparados con los históricos del país. Para tener una idea el nivel del trabajo informal en la década del 80’ promediaba el 20 por ciento y en los 90’ iba del 25 al 30 por ciento. Con la crisis del 2000 llegó a los 37,4 tocando su pico en 2004 con 48,5 por ciento. Desde ahí comenzó un descenso hasta los actuales niveles que reflejan la necesidad de que esa merma prosiga.
La política desde el gobierno para disminuir estos índices ha sido aumentar las multas a los empleadores que tengan trabajando empleados en negro y prestar facilidades para blanquear a los actuales. Esta norma, aplicada desde fines del 2011, ha tenido alguna injerencia en la baja del trabajo en negro. Durante el año pasado este índice estuvo estancado en torno al 34 por ciento. La política fue de mayor control pero sin una búsqueda de eliminar de raíz el problema.
Estos índices de trabajo en negro varían dependiendo la región y pasan de mayor a menor de norte a sur. En el norte del país llegan al 40 por ciento de trabajo total, en la región pampeana y gran Buenos Aires se mantiene en la media del 32 por ciento. El sur patagónico tiene los índices más bajos, en torno al 20 y la Capital Federal mantiene el índice bajo comparado con la media, en torno al 23 por ciento.
Por otro lado, el desempleo se ubicó este primer cuatrimestre en 7,1 por ciento de la población económicamente activa, es decir los que buscan trabajo. Con el trabajo en negro, el desempleo es el otro gran problema que afecta a los trabajadores en estos últimos años y, basta recordar, que en el 2001 tocó el pico del 25 por ciento. Hoy este problema no es tan latente, ya que se recuperaron los niveles de actividad económica del país y cierto es reconocer que bajó fuertemente.
Ahora bien, resulta interesante indagar: ¿cómo se conforma este 32,8 por ciento de los trabajadores que, para decirlo en términos del Indec, están sin aportes jubilatorios? El Ministerio de Trabajo difundió datos que dan cuenta de esta composición. Los sectores con mayor informalidad son los sectores de la construcción, el trabajo en casas particulares, en textiles y peones rurales. En la construcción los niveles tocan el 90 por ciento de los trabajadores donde se contabilizan pintores, plomeros, gasistas, electricistas, carpinteros, etc. Así se explica que los índices de trabajo en negro sean tan altos, ya que la construcción exige una gran cantidad de trabajadores y ha sido en los últimos años uno de los motores del crecimiento del empleo, expandiéndose la actividad del sector un 8,7 por ciento anual durante el 2011.
Las políticas contra cíclicas impulsadas en el país para revertir los efectos de la crisis económica internacional tienen como objetivo primordial la creación de empleo, o en su defecto mantener los índices actuales. Esto puede verse en el plan de viviendas Procrear que busca inyectar dinero generando puestos de trabajo pero justamente en el sector donde los trabajadores tienen mayores índices de informalidad. Recordemos que el gobierno facilitará los créditos a las personas que puedan acceder a ellos, pero no tendrá un control directo en la ejecución de las obras, por tanto no controla la forma de emplear a los trabajadores. Lo único que importa es la tasa de desempleo, la creación de puestos de trabajo en blanco y el mejoramiento de las condiciones laborales no es la prioridad en la agenda actual. El miedo al aumento de la desocupación, con lo que eso conlleva, está latente tanto en los trabajadores como en el gobierno nacional.
Por último, los requisitos para acceder a los planes de financiamiento de construcción de viviendas son prohibitivos para los trabajadores en negro, ya que exigen una antigüedad laboral de mínima en relación de dependencia de un año y en caso de ser trabajador independiente de dos. El resultado paradójico es que estos trabajadores que construirán las viviendas del plan Procrear, no pueden acceder a estos planes ya que no poseen los requisitos que es poder demostrar un ingreso al estar precarizados. El plan de viviendas deja fuera del acceso a la vivienda a los trabajadores informales, que en su mayoría son los que viven en peores situaciones y sufren el drama de la falta de vivienda digna. A pesar del gran éxito del plan lanzado, debido a la cantidad de personas inscriptas que llegan a más de 1,4 millones, se puede observar su límite en cuanto a quienes podrán acceder a esos créditos.