Por Juan Manuel De Stéfano.
Claudio Leonardo Rodríguez, la Rata, vive en Bolivia pero no se olvida de Boca. Repasa su carrera y su presente junto a Marcha.
Cuenta la leyenda que Boca y Gimnasia jugaban en la Bombonera. El equipo local con suplentes porque estaba en instancias finales de la Supercopa 1989 (que luego obtendría por penales ante el Independiente de Bochini y compañía), y el encuentro que venía complicado. Entonces, hizo su ingreso la Rata, con sus ganas, su velocidad y su hambre de gloria a cuestas. Gol, descuento y derrota 3 a 2. Luego llegarían varios goles (4 en 6 partidos) y buenas actuaciones con Carlos Aimar de técnico. La llegada de Óscar Tabárez y la explosión de Gabriel Batistuta lo relegaron bastante. Se fue a Chile y volvió al final del ciclo de “El Maestro” en el furor de los Halcones y Palomas, y participó del ciclo Habegger. Después jugó en todos lados: en Ecuador, en el Ascenso en la Argentina, Francia y Bolivia, el país que le abrió sus puertas en todo sentido: en el fútbol y en la vida. Pero, mejor, que lo cuente la Rata….
“En Bolivia estoy desde 2000. Jugué en Guabirá, Oriente Petrolero, The Strongest. Estuve trabajando con un mexicano en Chaco Petrolero que está en Primera, pero las cosas no funcionaron. Soy ayudante de campo, pero mi idea es largarme solo en cuanto se de la chance, de a poco. Parece que nos quieren un par de equipos grandes de Bolivia y hay una oferta de México. Yo tengo una para ser entrenador de un equipo de Santiago del Estero, pero hay que esperar. En Chaco Petrolero me ofrecieron quedarme pero no hubiese sido ético quedarme yo solo. Sería bueno que salga lo de México porque ahí ganaría lo que gano acá en ¡cuatro años!”.
¿Nunca estuvo en tu cabeza volver al país?
Sí, el tema es que me pasaron un montón de cosas en el medio (en 2004 estuvo preso por supuesto tráfico de drogas) casi me meto en política en Santiago; me ofrecieron la Dirección de Deportes pero quise seguir ligado al fútbol. Ando con ganas de volver para visitar amigos, familia y ya tengo un par de invitaciones del Pepe Basualdo, de Marchesini y de compañeros de inferiores. Todos me dicen que me perdí un poco. Sé que varios ex jugadores de Boca van por las provincias a jugar partidos, eso sería lindo. Marchesini me consultaba por los juveniles en Bolivia pero está muy mal en ese sentido. Juegan como pueden y con lo que tienen pero es muy complicado, el nivel es otro.
¿Qué recuerdo es más fuerte de tu carrera como futbolista?
Tengo muchos. Pero lo que más recuerdo es que para llegar a Boca tuve que pasar por todo. Estuve un año sin jugar porque Mitre de Santiago no me quería dar el pase, tuve que hacer el Servicio Militar. Me ayudó mucho un capitán porque hacía las dos cosas: me dejaba entrenar y cumplir con mi obligación. Recuerdo el debut: Aimar me dio la camiseta número once, hice un gol y tengo un muy lindo recuerdo del Cai. A mí se me complicó mucho con Tabárez; nunca me perdonó que no me hubiera presentado a entrenar el primer día porque en Santiago había tenido un problema familiar. Fui directo para Córdoba pero jugué poco, no me ponía casi nunca.
Además se dio que justo explotó Batistuta y lo habían comprado al uruguayo Moráles…
¡Claro! Él en realidad no quería saber nada con el Bati ni conmigo, por eso lo trajo al uruguayo. Batistuta con Aimar no jugaba mucho, pero con Tabárez empezó a hacer goles en los entrenamientos y no paró más de meterla. Yo me acuerdo que el tipo lo que se veía es que se daba vuelta y te mataba. No era un jugador de dar un pase o hacer movimientos para los otros, él sabía que tenía que hacer goles.
Después terminaste jugando la Final con Newell´s (el equipo de Bielsa ganó en la Bombonera por penales la única final entre los campeones del Apertura y el Clausura respectivamente) cuando Batistuta y Latorre se fueron a la Copa América de 1991…
Me tuvo que poner porque no le quedaba otra… La gente me pedía, íbamos cero a cero y empiezó a corear mi nombre. Me miró y me dijo: “No tengo otra opción, entrá”. Después participé del gol del empate –que lo hizo Reinoso– y me tocó patear (y errar) un penal en la definición. El tema es que no lo quería patear nadie, Simón no quiso y varios más aseguraban que no estaban para patear. Yo no tuve drama, pero él no me quería. En un momento vinieron a probar unos jamaiquinos, me sacó del equipo y me fui directo a mi casa. Al otro día estaba entrenando con la cuarta división
¿Qué recordás del famoso partido contra Oriente Petrolero en que el empate dejaba afuera a River?
Me acuerdo de que estábamos todos en duda sobre qué hacer. Salimos a jugar como pudimos y en los primeros minutos Latorre pateó al arco y lo querían matar, insultaban, cantaban. El tema es que tenías la chance de hacer goles y dabas el pase para atrás porque tal vez si lo hacías no jugabas más en Boca. En el último minuto el jugador de ellos, Arturo García, pateó al arco y, sin querer, casi le hizo el gol al Mono (Navarro Montoya). ¡Se iba a armar un quilombo terrible!
Luego te fuiste a Chile y retornaste en un momento en el que el grupo ya estaba dividido entre Halcones y Palomas (en referencia a los dos bandos que se armaron en el plantel de Boca en 1992: de un lado Navarro Montoya y del otro el Beto Márcico como líderes)… ¿En qué bando te acomodaste?
No s… el Maestro no quería saber nada conmigo y encima era todo un quilombo. ¡Yo llegué y no sabía para dónde agarrar! Uno para acá y el otro para allá, nunca había pasado eso. Me agarró el Mono y me dijo: “Vos sos de acá”, con Musladini, Villarreal y toda la banda pero yo no tenía problemas con nadie. Después llegó Habegger y como tenía un montón de delanteros me puso de ocho y jugué bastante en la Copa Centenario y en la Copa de Oro con el San Pablo y el Mineiro. Ganamos esa copa y anduve bien, pero entonces llegó Menotti y me ofreció ir a Alvarado de Mar del Plata por un me. Me fui porque era muy buena plata y me dijo que cuando terminaba el contrato volvía a Boca. El tema es que me rompí la rodilla y después de recuperarme quedé libre.
¿De que te arrepentís en tu carrera como futbolista?
En no haber tenido representante y creo que tomé decisiones apresuradas. Me fui a San Martín de Tucumán cuando me quería Patricio Hernández para ir a Lanús para jugar de volante, pero yo quería ser delantero. Hice 22 goles ahí, pasé a Atlético Tucumán e hice 18 goles. De ahí a Francia al Montpellier, que jugué una copa contra Lyon, le hice goles al Marsella y no me pude quedar porque el Yaya Rossi, de San Lorenzo, fue conmigo y terminó firmando con otro club . El tema fue que le tomaron bronca al empresario que supuestamente nos había llevado, y me tuve que volver a pesar de que había jugado muy bien y de que me querían. Ahí hubiese sido bueno tener un tipo que me aconsejara o con contactos para que no me pasara lo que me pasó. Pero de lo que más me arrepiento es de otra cosa….
¿De qué?
De no haberle hecho un gol a River. Boca para mí es todo. La gente me conoce por mi paso por ese club y me sigue recordando. Cuando firmé mi primer contrato no lo podía creer. Mi apodo es Rata por Rattin, al que nunca pude conocer. Todos eran fanáticos de Boca en mi familia y quedó por eso. Ahora vienen los clásicos y todavía sigo pensando en volver todo atrás para entrar y meter un gol. Pero fui muy feliz jugando al fútbol.