Por Ricardo Frascara.
Al conquistar el vigésimo título de campeón en su camino a través de cuatro países en 22 años, Carlos Tévez es el protagonista de esta historia que transforma la fantasía en algo que sigue siendo fantástico: la cadena de rotundos goles convertidos en todo escenario que pisó con sus zapatos sólidos.
Me lo imagino levantándose de entre las páginas troqueladas de aquellos libros de cuentos de antaño. Sentados en el suelo, los chicos veíamos cómo se armaban mágicamente castillos y surgían caballeros montados y hadas aladas ante nuestros ojos maravillados. Pero en nuestra actualidad no hay princesas rubias ni príncipes gallardos. Tenemos morochos humildes que apenas se distinguen en barrios grises, sobre los que contaba Gómez Bas, en una época más realista que la de Perrault o los hermanos Grimm. La delicada sandalia de cristal de Cenicienta, hoy es un sólido botín de fútbol; los rizos rubios se transforman en mechas negras. De cualquier manera, muy de vez en cuando, alguien consigue calzarse el zapato mágico que cambiará su vida. Es la simple historia de Carlitos Tévez. De villero a Rey de Italia.
Todo el mundo futbolero conoce su recorrido. La estrella nocturna que lo rescató del borde del camino y lo depositó en la Boca, donde debutó como campeón a los 19 años, siguió iluminando su sendero y atravesando fronteras para que este cosechador de títulos magnos no se detuviera nunca. Y no lo hizo. A los 31 años Tévez sigue lanzando rayos, quebrando arqueros, encendiendo rostros. Quedó lejos el negrito aquel de gesto sorprendido de sus primeros pasos. Hoy es un astro sobre el cielo de Turín. Un astro que, afortunadamente, pisa la tierra con el extraordinario ímpetu de los iluminados. Tras el segundo scudetto obtenido consecutivamente con la gloriosa casaca de la Juventus; tras haber sido proclamado el mejor jugador del calcio del año 2014, tras haber conmovido las islas británicas con su paso ganador por los dos equipos de Manchester, después de haber dejado atrás los campeonatos logrados en Brasil y la Argentina, Tévez, goleador del calcio 2014/15, se derrama en páginas y más páginas de los medios italianos.
Los editores de La Gazzetta dello Sport, de La Gazzetta Sportiva, de Tutto Sport, del Corriere della Sera, de La Reppublica, ya no saben qué tipografía plantar para expresar la admiración que acapara Carlitos. El fantástico jugador argentino desbordó a la prensa. En estos dos años que lleva en Italia apareció en más de un centenar de tapas, miles de fotos suyas lo proclaman como el llegado de más allá. Esta bestia; como lo denominaría mi constante Pep Guardiola si lo tuviera en sus filas. En cuanto surgió el rumor de su regreso al Boca porteño a mitad de año, Tutto Sport tituló en la tapa CARLITOS NON SI TOCCA, y todos los diarios, a medida que se acercaba el cuarto scudetto consecutivo para La vecchia signora y cuando finalmente explotó el campeonato, gritaron ASSALTO APACHE, SONATA TEVES, SUBITO TEVEZ, JUVE C’É TEVEZ.
Tanto clamor hizo que Giusseppe Marotta, il capo de la Juve, recordara: “Tévez tiene contrato hasta junio de 2016” y acentuó: “¡Además no tiene precio!”. Seguramente, después lo veremos entre nosotros; volverá a caminar por las calles de la Boca, ese cacho de Italia encastrado en Buenos Aires. Será aclamado, tocado, admirado. Volverá a sentir diariamente que lo llaman “¡Carlito!”. Y sonreirá recordando el increíble y maravilloso camino que recorrió en veintipico años, mientras en sus oídos acaso suene esta estrofa de Grimm: “Sigue, príncipe, sigue adelante
sin parar un solo instante, pues ya encontraste el dueño del zapatito pequeño”.