Por Pilar Rojas, desde Lima. A partir de protagonizar la lucha, un repaso de los objetivos de los colectivos LGBTI en Perú, luego de que varias marchas multitudinarias instalaran el debate sobre la Unión Civil entre personas del mismo sexo.
Soy militante lesbiana feminista desde 2009. Mi primer espacio de militancia fue el Movimiento Homosexual de Lima, Perý, y luego el Bloque Estudiantil LGTBI. En ese trayecto muchas compañeras me presentaron el feminismo y yo lo abracé. Recuerdo un tallercito del Programa Democracia y Transformación Global (PDTG) en la que confluían muchas luchas: el movimiento de mujeres, el feminista, la de las comunidades campesinas e indígenas, el LGTBI, entre otros; recuerdo haberme sentido en casa. Al socialismo en cambio fui yo quien lo busque.
Campaña por la Unión Civil ¡YA!: la lucha en las calles
Con lo poco o mucho aprendido en este recorrido, en septiembre de 2013 iniciamos la campaña por la Unión Civil (UC) entre personas del mismo sexo, días después que el congresista Carlos Bruce anunciará su proyecto de reconocimiento para parejas del mismo sexo.
Para ese entonces, me ofrecí a coordinar el voluntariado: mucha gente se sumó, organizamos los primeros piquetes, llevamos planillones, carteles, volantes. Para abordar a las personas en la calle usamos diversos mensajes en caso de que hubiera escuchado la ley (en contra o a favor) o sencillamente no supiera de qué trataba. En ambas situaciones, algunos y algunas jóvenes nos enunciamos como lesbianas o gays al momento de presentarnos, para sorpresa de los transeúntes. Luego esto fue trasladándose a la mayoría de voluntarios y voluntarias, y poco a poco fuimos todos (bueno casi todos) visibilizándonos y nombrándonos. Esto de hecho fue un gran logro, ¡sino el mayor logro!
I Marcha por la Igualdad: juntos y juntas as por la Igualdad
El 12 de abril de 2014, se llevó a cabo la I Marcha por la Igualdad, la más grande del movimiento LGTBI en Perú en toda su historia. La actividad tuvo eco en diversas regiones del país y el mismo día tuvimos seis movilizaciones a nivel nacional con las mismas consignas. Aún así, los congresistas conservadores estancaron el debate del proyecto de ley. Por ello se organizaron más plantones y marchas. Incluso los y las LGTBI’s marchamos (y logramos llegar) al Congreso y no fuimos invisibilizados porque ésta vez éramos los actores principales.
El segundo semestre de 2014 fue de baja, nos tomó por sorpresa cuando se nos anunció que la Unión Civil no se debatiría hasta marzo de 2015 con pocas probabilidades de pasar la primera valla: la Comisión de Justicia y Derechos Humanos.
Pero no nos detuvimos…
Inicios del 2015: a mil por hora
A inicios de febrero volvimos a juntarnos frente a la posibilidad de que el debate por la UC se diera en la comisión, pero no iba a ser tarea fácil, eso ya lo sabíamos. Tuvimos que generar estrategias para posicionar el tema en la agenda mediática y política luego de varios meses sin presencia.
Logramos la primera actividad que nos dio el impulso requerido para presionar mediáticamente al Legislativo: la vigilia de los #130Motivos por la Unión Civil (ya que el Congreso está conformado por 130). El 10 de marzo de este año, fecha probable del debate, realizamos una conferencia de prensa para dirigirnos a esos congresistas que en un par de horas más iban a tener la oportunidad de saldar una deuda con nuestra comunidad. El Congreso de la República, una vez más, decidió archivar el proyecto y con ello justificó la discriminación y el rechazo a miles de personas gais y lesbianas. Mientras tanto, fuera del Congreso una multitud de evangélicos reflejaba el sector más conservador de este país. Pero no eran los únicos, al frente estábamos nosotras y nosotros, quienes habremos sido menos en número pero que en convicciones e indignación nadie nos ganaba.
En marzo 2015, hubo dos marchas multitudinarias a favor de la Unión Civil (#TomaLaCalle, #Indígnate), un plantón (un acampe de varias horas) y la vigilia. Cuatro movilizaciones en menos de 30 días en Lima, sin contar las que hubo en Arequipa, Cusco, Trujillo, Tacna, Iquitos y Chiclayo.
Esperanza, pan para el alma
Para la comunidad LGTBI, acostumbrada a que sus derechos siempre fueran postergados, la campaña por la Unión Civil nos y les llenó de esperanza, ingrediente necesario para todo movimiento social que apunta a mantenerse vivo.
Imposible desconocer el capital social que la campaña por la UC trajo a nuestro movimiento LGTBI: una ola de opinión pública a favor, un montón de gente común saliendo del clóset, mayor visibilización de la lucha al interior del país, políticos que sí o sí tuvieron que hablar de nuestros derechos y de nosotros/as LGTBI para apoyarnos o rechazarnos, pero mencionarnos al fin y al cabo. Se volvió inevitable.
Con la esperanza a cuestas era necesario apuntar a más. Así fue que nuestro colectivo decidió que ya no nos bastaba un proyecto de ley que “aseguraba” la igualdad a medias. Decidimos apuntar por principio y por derecho a todo lo que nos ha correspondido siempre: la igualdad plena. La II Marcha por la Igualdad apuntó a ello, el mensaje tenía que quedar claro: No solo luchamos por la pensión, la herencia o la seguridad social. Luchamos por nuestra igualdad y dignidad.
II Marcha por la Igualdad: punto de partida
Habían archivado la Unión Civil, pero al contrario de lo que muchos creyeron, esta no había sido ninguna derrota. Se había obtenido lo que desde inicios del 2013 buscábamos al embarcarnos en esta aventura: visibilización nacional de la comunidad LGTBI y así fue.
No solo se logró que se hablara de la Unión Civil y de las parejas del mismo sexo, también el debate público saco a flote aquello que realmente detestan los sectores conservadores y antiderechos: nuestra “incomoda” existencia.
La II Marcha por la Igualdad programada para el 11de abril fue planificada desde marzo 2015, todo un equipo que se la jugaba para que la actividad más grande de la comunidad LGTBI limeña liderada por la sociedad civil pudiera ser posible, porque si algo aprendimos en la campaña por la Unión Civil fue eso, a soñar en grande y actuar para hacerlo posible.
El trabajo fue arduo y tuvimos muchas dificultades en el camino. Con la gestión municipal actual, que siempre habida sido renuente a alguna política a favor nuestro, incluso muy ligado a los sectores evangélicos más conservadores. Nuestras vocerías políticas no lograron coincidir, para variar los personajes públicos seguían hablando de la Unión Civil, tuvimos que dialogar para explicar que nuestra demanda era la igualdad plena y estaba pasaba por el matrimonio igualitario.
Pese a todas estas complejidades, es necesario decir que la II Marcha por la Igualdad nos trajo ya logros, que no solo le pertenecen al Colectivo UCY sino a quienes marcharon, prepararon su pancarta, arengaron y corearon consignas por la libertad y la igualdad, de cada persona que hizo suya esta marcha y nuestras demandas.
Me gustaría resaltar la lucha que estamos dando por transformar el imaginario social o conciencia colectiva. Solo por poner un ejemplo: en la mayoría de movilizaciones sociales, los medios de comunicación terminan reduciendo en sus noticias el número de participantes. No importa si son miles, al día siguiente en las portadas podemos ver: “cientos de manifestantes…”. Y nuestras movilizaciones LGTBI no eran la excepción. Pero la acogida y cobertura de la II Marcha por la Igualdad, era innegable. Habíamos sido miles y eso ya no se podía ocultar.
Aprendizajes y retos
Aprendizajes miles y retos más. Estos intensos 18 meses de campaña, nos han enseñado que la agenda LGTBI debemos decidirla nosotrxs. Y para ello necesitamos tomar el poder, organizarnos, prepararnos, planificar, articular y así evitar que personas externas o incluso del mismo movimiento, capitalicen individualmente un trabajo que fue colectivo.