Por Camila Parodi// Foto: Glenda Rojas
La escritora italiana Silvia Federici continúa su recorrido por las organizaciones de Buenos Aires para intercambiar experiencias y conocimientos. Marcha entrevistó a la activista marxista feminista. En esta segunda entrega, comparte su análisis sobre el contexto actual del capitalismo y el rol de las mujeres en él.
En su segundo día por Argentina, la escritora italiana Silvia Federici se acercó al Espacio Cultural Pompeya convocada por la Escuela de los Derechos de los Pueblos de Abya Yala. Con la participación de más de 200 personas, se compartió la mística del feminismo latinoamericano. Allí, las brujas organizadas se convocaron en aquelarre para seguir profundizando desde la praxis los conocimientos del campo popular.
“El feminismo del siglo XXI está aquí, en la diversidad de colectivos presentes”, expresó Federici al iniciar la conversación en el primer taller que realizó en Buenos Aires. “Estamos en un momento de vuelta del feminismo”, enfatizó. En esa línea, la autora aclaró la pluralidad que implica el término feminismo, y desde esa diversidad manifestó que se encuentra en un momento de cambio. “Las luchas por la igualdad no nos dieron aquello por lo que luchábamos, por eso hay nuevos caminos de lucha”, señaló. Y auguró: “Este feminismo va a ser autónomo, no se va a someter más a los gobiernos ni a las naciones unidas”.
Asimismo, bajo el lema “Mujeres, organización social y la lucha por el territorio en las villas de Buenos Aires”, la incansable escritora se acercó el ayer a la Casa de las Mujeres en Lucha en la Villa 31, para realizar un conversatorio con las compañeras de la Corriente Villera Independiente, del Movimiento Popular La Dignidad-Tupaj Katari, de las Campañas Nacionales por el Aborto legal y Contra las Violencias hacia las mujeres y diversas activistas.
Luego de la realización de una obra colectiva de teatro de las oprimidas a cargo del grupo de mujeres del Movimiento Popular La Dignidad del Bajo Flores, la anfitriona tomó la palabra y muy emocionada expresó: “Caminando la villa vi que a pesar de tantas violencias, nuevas formas se están organizando y haciendo, esta organización nos demuestran que podemos controlar nuestros cuerpos, nuestra salud, inclusive la naturaleza”.
En ese marco, la escritora manifestó su necesidad de conocer y aprender de las experiencias de Nuestra América: “Aquí las mujeres están involucradas en tantos proyectos, y si bien siempre América Latina fue una inspiración de lucha para nosotras, con mi visita por Buenos Aires pude confirmar con mis ojos que son el ejemplo, por eso vengo a escuchar la experiencias.”
Con lo compartido con Federici seguimos confirmando que nuestro feminismo se construye en colectivo y desde abajo. Compartimos algunas de sus palabras, donde lo comprobamos.
-De sus producciones, “El Calibán y la Bruja” es el libro que más circuló por nuestro país. A partir de tu noción de acumulación originaria pudimos profundizar en el conocimiento sobre complicidad e interdependencia del capitalismo y el patriarcado, y en esa línea, la necesidad de la mujer-objeto. En la actualidad no estamos ajenas…
-El papel de la mujer hoy en el capitalismo cambió ya que, por un lado, tiene el rol de la reproducción pero, por otro, lado debe tener un segundo trabajo. En los años sesenta y setenta, el capitalismo cambió su perspectiva sobre el rol de la mujer en respuesta a las luchas de las mujeres como así también a la crisis del trabajo -en los años setenta el capitalismo se enfrentaba a una gran crisis- entonces el capitalismo descubrió que las mujeres en sus búsquedas de autonomía podían convertirse en el motor para alimentar la nueva economía global. Por eso, el capitalismo se involucró tanto en la política feminista y en la ideología de la emancipación, de la cual no se emancipó ninguna. Pero usó esta búsqueda de autonomía de las mujeres para presentarla a su favor con la imagen de la mujer “emancipada” pero con dos trabajos, uno no pagado y el otro mal pagado. En ese marco, ahora la nueva imagen de la mujer es aquella que trabaja en la casa y a su vez que sostiene uno o dos trabajos de forma tal que su vida se consume trabajando y culpándose por el no poder lograr de forma completa las tareas del cuidado en el hogar. Estamos en una crisis muy grande de la vida de las mujeres a nivel general y también a nivel de reproducción porque la entrada masiva de las mujeres al trabajo asalariado no fue compensada con estructuras.
-Actualmente una de las formas de expresión del capitalismo es a través del extractivismo. En ese marco, en América Latina las feministas llevamos como bandera la consigna que “nuestro cuerpo es nuestro territorio”, el cuerpo como primer trinchera de resistencia de un sistema que consume nuestros cuerpos como mercancías y se apropia de nuestros bienes comunes. ¿Qué opina al respecto?
-Las mujeres se encuentran más involucradas en los bienes comunes, el ataque a la tierra, a los bosques, al agua. En muchos países, las mujeres dependen de las riquezas naturales porque no tienen una relación fuerte con el salario por lo que históricamente fueron más dependientes de la tierra. Por otra parte, el cuerpo es el primer territorio de conquista por el capitalismo. Claro que hay muchas formas de conexión, sobre todo porque el cuerpo de las mujeres desde la primera fase del capitalismo fue objetivo de control para el capital, porque tanto en el cuerpo de la mujer como la tierra generan riqueza. Yo sé que a muchas feministas no les gustaría esta relación porque colocamos el cuerpo de las mujeres como si fuera una cosa de la naturaleza pero no. En realidad lo pasa es que el capitalismo explotó la tierra desde el control y la comercialización como así también sobre el cuerpo de las mujeres. Es la transformación del cuerpo de la mujer, y, sobre todo, de su capacidad reproductora y su sexualidad en medio de producción. El cuerpo de la mujer produce a todos los futuros trabajadores y por eso la necesidad de control. De forma tal que este puede conformarse a necesidad del mercado. El capitalismo así decide quién puede reproducirse y quién no. También cuándo, dónde y cómo son todas cuestiones que cercaron siempre para que no se pueda decidir.
-¿Cómo ve la relación de los movimientos sociales de Argentina y el feminismo?
-Estamos en un momento en el los movimientos accionan en conjunto ante muchas luchas. Yo participé en muchos espacios mixtos y fue de mucho aprendizaje. Sin embargo, lo que me parece importante es que las mujeres no pierdan sus espacios. Se puede y tiene que luchar con los hombres pero con momentos propios, si no se hace es una pérdida para todos y todas porque significaría que toda una problemática extremamente importante por la lucha anticapitalista no puede ser reconocida como terreno de lucha. Nos atraviesa una historia de desigualdad de poder por la que es imposible que las mujeres compartan experiencias de sexualidad en reuniones comunes, por el miedo y el menosprecio que existe.