Por Lucas Abbruzzese
El fútbol tiene miles de facetas que se pueden entrenar y reproducir en un campo de juego. Una de ellas es la salida limpia desde el fondo, con el arquero involucrado en la tenencia de la pelota; una manera de jugar que genera rechazo y temor en muchos medios de comunicación y algunos DT que priorizan el pelotazo y la bocha dividida a la nada.
La llegada del Tata Martino al seleccionado argentino de fútbol ha dejado una primera gran impresión en lo referido a lo futbolístico: el trato de la pelota. Mejor escrito, el buen trato de pelota. Algunos prefieren revolearla, apostar a la segunda jugada y ver qué pasa. Eso se aplaude desde algunos costados. Otros, al menos desde las intenciones y el mensaje, ponderan la bola por el piso, las asociaciones y todas las consecuencias hermosas que se logran cuando eso se nota sobre el verde césped. Ahí, se enciende la alarma de la cautela y los temores, como si el deporte más popular del mundo no exigiera sabiduría y decisiones constantes.
Existe una serie de conceptos e intenciones para llevar a cabo el buen juego. Una de ellas es la salida limpia desde el fondo, con el arquero participando con los pies. No faltaron, no faltan ni faltarán aquellos que enseguida pongan el grito en el cielo diciendo cosas como que “el portero está sólo para atajar” o que los pone nervioso que se tomen riesgos. Si desechamos los riesgos y actuar bajo situaciones límites, el juego pierde lo bonito y algunas gracias. ¿Por qué rebolear la pelota cuando se presiona al guardameta? ¿Por qué el central tiene que pegarle bien alto cada vez que lo acecha una camiseta rival? Hay una cuestión lúdica que hace más apasionante y llevadero los partidos cuando se propone arriesgar.
¿Qué tan cierto es aquello de que para salir jugando se necesitan los jugadores acordes? Eso se puede ejercitar durante los entrenamientos, de manera que quede automatizado para los días de partido. Subiendo médanos o levantando pesas no se está practicando más que para ser un buen hombre de gimnasio. No sólo hay que intentarlo cuando se tiene a Piqué y Mascherano en la zaga y a Víctor Valdés en el arco. Sin embargo, desde la mayoría de los medios hegemónicos se baja ese mensaje, el del miedo a jugar y a perder.
“Si perdemos la pelota en esa zona nos hacen un gol”, contabilizan. ¿Por qué no hacen lo mismo con las situaciones y goles en contra que se reciben cuando se toma la decisión de pegarle bien fuerte y alto? Porque el miedo paraliza y no son pocos los que ponderan que un buen pelotazo a la nada es mejor que intentar una y otra vez el toque corto.
“¿A que no sabés cuál es el balón que te va a costar el partido y cuál el que te va a hacer ganar? Entonces cuidaremos todos los balones que tengamos”. “¿Y si fallo el pase?”, preguntó el guardamete. “Ese es un riesgo que tenemos que correr. Los partidos se pierden de cualquier manera. Es más: se pierden más regalando balones con pelotazos largos que perdiéndolos por un pase mal dado”. Este fue parte de un diálogo que mantuvo Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano, con uno de sus arqueros.
Abrir los centrales, que los laterales se inserten en la línea del medio para ser un equipo ancho, que el volante central baje para formar una línea de tres; los movimientos constantes sin pelota de los interiores, precisión y velocidad son algunas de las herramientas para que una salida del fondo prospere. ¿El fin? No es una cuestión de belleza ni de querer parecerse al Barcelona, como algún destructor ha dicho, sino que se busca generar superioridad a las espaldas de las líneas de presión rival, abrir al contrincante y cuidar la posesión de la redonda, ese elemento tantas veces mal tratado. Hay una corriente tras la era del mejor Barsa de la historia que quiere jugar así.
Y así llegamos al principio de esta nota: retomando la llegada de Martino a la Albiceleste. A partir de ahí hubo un nombre que empezó a tener protagonismo: Nahuel Guzmán. El Tata lo tuvo cuando fue entrenador de Newell´s y sabe que, además de responder bien con las manos, entiende lo que es jugar con los pies, tomar riesgos, posicionarse fuera del área para darle continuidad al juego y mostrarse, por momentos, como un líbero para achicarle metros a una posible réplica del rival. Desde el periodismo más conservador se vociferan conceptos como “nunca tocar para el medio”. A Guzmán ya se lo empezó a criticar por ser alguien que se caracteriza por su buen desempeño con la pierna derecha y porque arriesga mucho. Seguramente estén esperando algún error para defenestrarlo. Tanto se pierden quienes analizan desde ese lugar como si no fuera un buen atajador y, además, no tuviera decenas de beneficios salir jugando como lo hace. Seamos osados como El Patón. Hagámoslo.