Por Leandro Frígoli
El mismo viaje que aleja de la tierra natal es el que acerca a la propia existencia. Peter Handke entrega una nueva novela donde la identidad se devela en el descubrimiento de un interior desconocido.
La novela Lento Regreso, de Peter Handke, es considerada por la crítica como literatura de salvación. El personaje Valentín Sorger, a partir de un primer viaje a Alaska, que sigue por la costa oeste norteamericana y luego Nueva York, plantea una mirada interior hacia lo desconocido: la intimidad del ser y la salvación de la chatarra que nos contamina.
Lento regreso relata la odisea iniciática de Valentín Sorger en busca de su identidad. El retorno a la infancia le permite un diálogo consigo mismo, gracias a la distancia respecto de su lugar habitual o cotidiano, que consolida una identidad nueva y purificada desde los objetos que emergen en su recorrido, es decir, se trata de descubrir y descubrirse en esas nuevas realidades. Desde el vuelo de un pájaro hasta la conversación con una pareja, o asombrarse con la compra del diario del domingo, tomar algo y seguir viajando: todo es una complacencia con un “dejar de existir”.
Peter Handke nació en Griffen, Austria, en 1942. Se destacó inicialmente con piezas experimentales y con el tiempo se consagró como el escritor en lengua alemana más respetado de su generación. Su obra incluye novelas, traducciones, piezas teatrales, relatos autobiográficos y ensayos que transitan por situaciones cotidianas, frecuentes, simples, aquellas que forman parte del descarte de la mirada auto-personal en la sociedad moderna. Esas situaciones comunes emergen de las entrañas de los seres en estados de introspección. Por ejemplo, la experiencia vivida y percibida que provoca un viaje a un lugar presupone un estadio de conexión con la intimidad de nuestro ser, el cual muta, cambia y se transforma.
Es en este sentido que la poética de Peter Handke está catalogada como una literatura de la salvación, anclada en temáticas espirituales, porque es en el viaje donde se traslada hacia la salvación de sí mismo, es decir, a la claridad del ser. La experiencia del viaje es infinita ya que, en definitiva, suele consagrarse con la transformación del viajero. En el primer párrafo de su novela Lento Regreso se define la trama narrativa: “Sorger había sobrevivido a algunos seres humanos próximos a él y ya no sentía ningún anhelo; sin embargo, experimentaba a menudo un gusto desinteresado por la existencia y de vez en cuando una necesidad de salvación que se había convertido en algo animal, que pesaba sobre sus párpados”. En síntesis, el término salvación esta conceptualizado como la salvación de la chatarra a la que nos han sometido los demás y a la que nos sometemos nosotros mismos.
Con un estilo propio, diferente, desarticulado de las formas y los matices convencionales, el escritor utiliza operaciones singulares y realistas que proponen enredo de historias y palabras, destellos de reflexiones necesarias para la construcción del pensamiento poético que se descubre en las situaciones concretas del viaje. Por ejemplo, grita por sobre su maraña de palabras que “aunque no ocurriera nada, esto sería lo esperado. De este modo uno podía jugar a que todo es (muy) posible, y de un estar vivo sin sentido, como del terremoto sale la danza humana, salió el juego con sentido”.
El pensamiento poético está construido en la fuerza dialéctica de enunciación que permite disolver conceptos y en simultáneo producir un futuro. Es decir, interpela, llama, pero no como un mundo acotado sino como un intercambio de dimensiones en pleno movimiento del binomio lenguaje/existencia.
En conclusión, este libro se sintetiza en la frase de Handke “Hacer viva la paz”: la misma posiciona el cambio de un concepto y la conformación del pensamiento poético en la práctica cotidiana. Por sus destellos de caudal poético-filosófico, por su permanente interpelación, es recomendable habitar y transitar las imágenes de este libro.
Lento Regreso. Peter Handke. Ed. El cuenco de plata. 2014. Traducción de Eustaquio Barjau.